Viajeros

1.Viajera

Mi nombre es Elvina Hud.

Nací y fui criada en México hasta mis diecisiete años cuando mis abuelos decidieron que mudarnos a España sería una buena idea y experiencia, en realidad no fue por un motivo en especial, ellos querían un cambio de aires y yo no perdía nada al mudarme ya que no tenía muchas amistades y las que tenía no eran amistades, más bien eran una relación de "compañerismo" con mis compañeros clase ya que ninguno de ellos podía entender nada de lo que decía y me tacharon de algo que puede que coincida con mi personalidad, pero era algo que yo no creía que era, hasta que me convencí de que tenían razón, yo era una rara.

Un 3 de octubre, hace ya muchos años, cuando yo solo era una niña me arrebataron lo que yo creía más importante en mi vida.

Un incendio en la fábrica donde mis padres trabajaban hizo de sus vidas muerte, nadie nunca supo cómo comenzó aquello y todo quedó en suspenso, mas no quise ahondar en el tema con mis abuelos, quienes me cuidan desde lo sucedido, porque sé que el tema les angustia, desde mi punto de vista creo que tendrían que poder superarlo y hablar de ello, yo quiero respuestas.

Mis abuelos son la única familia que tengo, lo único que me queda, sé que ellos hacen todo lo posible para que yo no sufra, pero en realidad creo que hacen todo eso para no sufrir ellos mismos.

Es cierto, no sé lo que se siente perder a un hijo, pero se lo que se siente perder a dos padres, y es un sentimiento que te vacía el alma, pero con el tiempo te das cuenta de que ellos nunca se irán, sé que suena a cliché, pero es la verdad, las personas no mueren hasta que se les olvida, y yo no pienso olvidarlos jamás.

Para mi suerte nos mudamos en época de vacaciones, así que los estudios no serían un problema, en definitiva eso nunca fue un problema, ¿Por qué lo sería ahora?

Un mes después de haber llegado a España algo pasó, algo que cambió mi vida, mi forma de pensar y mi manera de actuar.

Extrañamente allí no me sentía fuera de lugar como era de costumbre. Pero no puedo negar que sí extrañaba mi país, la temperatura tropical, las enchiladas y los tacos, el bigote del vecino, también extrañaba el acento de los mexicanos aunque tengo que admitir que el acento español me gustaba bastante.

El país en el que me encontraba era muy distinto a lo que conocía, pero era hermoso, y me gustaba, me sentía bien recibida, como si allí me estuviesen esperando desde tiempo atrás.

Tranquilamente tomaba mi café diario mientras miraba a la nada a través de la ventana, me sentía extrañamente nerviosa, tal vez por consumir mucha cafeína, pero en general aquello no me pasaba.

Mi vista estaba fija en algo que yo no estaba enfocando, era como mirar a la nada, pero no estaba sumergida en ningún tipo de pensamiento, es más, creo que en ese momento mi mente no procesaba nada, tampoco escuchaba nada, parecía que estaba en aquel lugar, pero sentía que no era así.

Parpadee varias veces para salir de mi trance y al fin pude enfocar algo, abrí los ojos algo extrañada, varias personas se encontraban sentadas en distintas mesas disfrutando de un helado, otros reían y conversaban, pero parecía que nadie notaba mi presencia.

Miré hacia los lados, al frente, detrás de mí, sin duda ya no estaba en mi habitación, y la taza de café que antes estaba entre mis manos había desaparecido.

Salí del local para ver donde me encontraba, ese lugar era totalmente desconocido para mí, mi cerebro no procesaba ninguna información, me sentía perdida y lo único que quise fue estar en mi habitación terminando mi café.

Caminé varias calles hasta dar con un parque, donde al fin pude sentarme a pensar.

Seguro estoy soñando o algo, debe ser eso, sino ¿Cómo puede ser que aparezca en un lugar que no conozco sin ni siquiera haberme movido?

Respiré profundo y acepté que todo lo que estaba pasando era un sueño.

Pero es que parecía tan real.

Cuando al fin pude calmarme me permití observar el lugar donde me encontraba, habían algunos árboles y bancos iguales al que estaba ocupando, en el centro de la plazoleta había una gran fuente, con unas estatuas muy bonitas, y en el borde de la fuente se encontraba un muchacho sentado, viendo perdidamente el agua que salía a borbotones.

Ya estaba oscureciendo y las pocas personas que habían en aquel lugar se estaban retirando, menos el chico de la fuente, llevaba una capucha y me estaba dando la espalda.

El cielo estaba tan azul, tan hermoso y las estrellas acompañaban a la media luna que alumbraba allá arriba.

Me sentía cansada, sólo quería despertar de ese extraño sueño, miré al chico que no se movía de la fuente, literalmente estaba en la misma posición desde la primera vez que lo vi, por un momento creí que estaba petrificado.

Luego de unos minutos el chico miró hacia los lados, lo que mi hizo saber que no era una estatua.

El muchacho sacó sus manos de los bolsillos las alzó un poco y luego las golpeó contra el cemento de la fuente, mis ojos se abrieron de la sorpresa al ver lo que sucedía.



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Editado: 03.03.2018

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