Víctima de un infortunio.

Víctima de un infortunio.

Leí con rapidez la carta que el señor del correo me había entregado, aún no se había marchado y me miraba expectante, nervioso, sus facciones temblaban a medida que las lágrimas de alegría mojaban mis mejillas, feliz exclamé: 

_ ¡Lo logré Don Abayomi! ¡Pude entrar en la universidad de Douala para estudiar medicina! -fue tal la emoción que me embargaba, que terminé abrazándolo y el hombre con el rostro lloroso saltó conmigo felicitándome, celebrando y elogiándome con orgullo.

No cabía en mí del júbilo que me llenaba y apresurado entré a preparar mis maletas, tenía apenas dos días para marcharme a Douala y asistir al acto de bienvenida que dan a los nuevos estudiantes. Minucioso tardé horas en acomodar mis pertenencias y limpiar mi habitación, la noche llegó junto a mis padres, quiénes felices trajeron los suministros necesarios para realizar una fiesta y celebrar mi entrada en la mejor universidad de Camerún.

Eran pocos los habitantes de mi localidad que habían llegado a la universidad y aún más, era decir que estudiaran en la prestigiosa Douala, por ello aquel orgullo se izaba en el rostro de todos aquellos que me rodeaban y aunque el sol apenas comenzaba a ocultarse por el horizonte, la música ya inundaba el lugar, una gran fogata se hallaba encendida en el centro del patio y los vecinos danzaban alegres agradeciéndole a los Dioses las bendiciones que nos otorgaban cada día.

La fresca brisa me trajo el exquisito aroma de los alimentos asados y el perfume natural de Alika, quién se acercaba a mí, su rizado cabello azabache era levantado por el viento de manera juguetona mientras su dulce mirada me dedicaba silenciosos versos de amor, le tendí la mano y juntos nos fuimos a dar un paseo cerca del cristalino lago de la localidad.

Sólo el ruido de los insectos y los animales nos arrullaban, entre tanto, nuestros labios se unían en un apasionado beso, con su deliciosa lengua moviéndose al compás de nuestros acelerados corazones que eran embargados por la incertidumbre, entre ellas miedo, terror a la pérdida y al futuro que nos depara, unidos desde la más tierna edad, iniciando con una inocente amistad, hasta renovarse en el más puro amor.

Abrazados con la ropa arrugada sobre la fresca hierba, nos recostamos con la luna siendo testigo de la lujuria que casi nos arranca la pureza antes del anhelado matrimonio que tanto ansiamos, tomé sus manos y le llamé:

_ Alika... .

_ Dime mi querido Abdullah -dijo con las más dulces de las voces que Dios podría crear.

_ Te amo Alika, éste anillo será la prueba de nuestra unión y amor mío te prometo que apenas pueda regresar, terminaremos por formalizar nuestros juramentos ante los designios de los Dioses, quiénes nos bendecirán en nuestra bella tierra, espérame por favor, me convertiré en un hombre digno de tu amor, lo juro ante los Dioses.

_ Pero mi dulce Abdullah, tú ya eres digno de mi amor, de mi alma y de mí…

Aunque deseaba escucharla hasta el final, el chillido de un animal nos regresó a nuestros cabales y regresamos a la fiesta que se orquestaba en el patio de la vivienda de mis padres, siendo recibidos entre miradas pícaras, de alegría y hasta decepción, no podía juzgarlos puesto que temían que desflorara a la hermosa Alika y luego me marchase dejándola aquí.

Nos tomó un buen rato explicarnos ante nuestros padres y luego de contarles que no habíamos ido más allá, nos dejaron tranquilos y nos felicitaron por sellar nuestra unión con el anillo que le había entregado antes y que con tanto esmero trabajé para comprarle. Pero claro, luego vino aquella tediosa charla de las responsabilidades y consecuencias de la procreación, avergonzado me excusé con cansancio para marcharme a mi habitación.

De camino pude ver como los invitados se marchaban y una alegre muchachita caminaba de la mano de su padre hasta su hogar, a un lado de su casa se hallaba una hermosa motocicleta que era la envidia de los pobladores y un claro ejemplo del avance llegando a nuestra localidad, con una mano me despedí y entré al fin hasta mi habitación.

Ya tumbado en la cama apreté mi pecho con ansias, todo salía como tanto lo había planeado, todo el esfuerzo estudiando sería recompensado, podría cumplir mis sueños y traer el honor a mi pueblo, sobretodo salvar la vida de aquellos que lo necesitaran. Incómodo por las náuseas me recosté en el suelo y me cubrí con una gruesa manta para descansar. Poco dormiría, ya que extraños gritos se escuchaban y quejidos me despertaron, una rara sensación de asfixia me invadió hasta hacerme perder la consciencia y así terminaría unido a la larga lista de víctimas de la terrible catástrofe que rodeó el lago Nyos.



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En el texto hay: tragedia, historia corta, injusticias

Editado: 18.10.2023

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