Victoria no quiere casarse

PARTE 16

—Gracias a todos por participar en este convivio, hemos preparado para ustedes un sin fin de actividades que los dejará con el corazón contento y con las energías renovadas para regresar el lunes.

De verdad que no sé qué diablos hago aquí, entre toda la plebe, menos mal que la empresa nos proporcionó vestimenta y calzado, me da escalofríos el pensar en ensuciar mis preciosas Tomy, después de todo son las únicas que aún están presentables.

—Parece que me tocara hacer equipo contigo—Dice la morena que ha hecho que mi vida y mis pensamientos se pongan de cabeza, aquel día me entere, maldita sea la había besado, no había sido producto de mi imaginación, por eso aquel día no podía dejar de ver sus labios, de imaginarlos enredándose a los míos, Victoria no me gusta, sé que no es así, es solo una tontería de borracho y combinado con la abstinencia, hace estragos en mi cabeza y en mi cuerpo.

—¡Qué felicidad! Mira cómo me alegro, hacer equipo con Victoria, qué dicha yupi.

—Entendí tu sarcasmo desde la primera frase, no había necesidad de exagerar, así que tampoco es como que yo sea, miss alegría, solo a tu hermana se le ocurriría—Eso último me lo dice casi en un susurro y recuerdo lo que escuché tras esa puerta. ¿CUÑADA? Le dijo, cuñada, mi hermana está de veras loca, se le sacó un tornillo de la cabeza.

En eso veo a mi cuñado a su lado, no sé qué le vio a mi hermana, claro el dinero, la embarazo para asegurarse con la fortuna familiar, hasta ese está disfrutando de lo que me pertenece, por qué aún me pertenece, esto es solo un traspié, una mala racha, le voy a demostrar a mi padre que seré como el ave fénix y me levantaré de mis cenizas, en eso un helicóptero llega y hace que todos nos alejemos, de reojo, puedo ver el cabello alborotado DE Victoria, que se mueve con el viento, que brilla con el sol, como si fuera una, muevo la cabeza tratando de alejar eso que estoy pensando, y cualquier pensamiento se aleja, cuando veo al culpable de mis desgracias haciendo acto de presencia, como cuando nombres al diablo y se parece, aquí está apoyándose en un bastón, saludando como si fuera el presidente de la nación recién llegando, después dicen que el engreído soy yo

—Bienvenidos sean todos, disculpen la llegada así de abrupta, solo vine a felicitarlos por los excelentes logros de mitad de año. Todos los equipos llegaron a su meta y algunos lo superaron. Cada semestre arroja resultados cada vez mejores.

Bla, bla y bla, sarta de estupideces. Si yo fuera el presidente, dejaría de lado este tipo de trivialidades, les pediría metas más altas, dejaría de contratar aprendices, buscaría gente altamente calificada que venga con una cartera de clientes si son empleados de la competencia mucho mejor.

—Cualquiera que te viera, diría que estás pensando alguna travesura, tu mirada te delata, no hagas ninguna barbaridad, mira que tu familia está presente.

Me muerdo el interior de la mejilla derecha, porque después de todo tiene razón. Me encantaría decirles una que otra verdad, pero me contengo, no puedo ponerme en evidencia. No dan unos minutos para que estiremos el cuerpo, decido mejor mojarme la cara. No sé cómo se les ocurre este tipo de actividades con el sol en todo su esplendor.

—Por favor, Andrew, colabora con la actividad y deja de poner esa cara de apestado, nuestro padre no está muy contento con tu disponibilidad.

—No estoy aquí porque quiero, solo por el bono. A esto me han orillado a ustedes, a ser un mendigo de mi propio dinero, como que ser un Wilson no importase para nadie.

—No se trata de que los demás te hacen a ti, es que tú mismo te pones trabas, tienes la oportunidad de demostrar que has cambiado, pero no la aprovechas, demuestra que puedes trabajar en equipo, que no te importan las diferencias sociales y ese tipo de patrañas. —decido ignorarla y seguir mi camino, luego me inclino y ato bien las agujetas de mis deportivas, de pronto alzo la mirada y veo unas curvas de infarto, unas piernas que, aunque lleva esos pantaloncillos se nota perfectamente que serían perfectas sobre mis hombros, su aroma he aprendido a reconocerlo.

—No me mires así.

—¿Así cómo?

—No quiero discutir contigo, solo decirte que en cinco minutos empieza la competencia de canoa y no tengo idea si por lo menos no nos ahogaremos.

La miro otra de pies a cabeza, ignorando sus primeros comentarios.

—La verdad es que me da igual.

—Mira, Andrew, quiero ganar, te estoy diciendo. Cada competencia tiene una escala de premios y el ganador de cada competencia se lleva diez mil por equipo y las competencias de más de tres personas reciben doble premio por coordinación y no sé qué más.

En mi cabeza se escucha el sonido de una registradora; necesito ese dinero para salir de esa pocilga y conseguir algo más decente. Me tragaré mi orgullo, y me encargaré de ganar cada competencia. Estos idiotas no son rivales, solo que me toca hacer equipo con ella. Trataré de concentrarme en las cosas importantes.

—¿Qué haces idiota? — la cargue como si no pesara nada, fue un impulso, solo me incline a esto, a sentir sus muslos a que de alguna manera esa fantasía se haga realidad, ella me golpea y yo corro un poco con ella entre mis brazos, su cabello que vuela con el viento, me da ganas de darle un par de nalgadas, esta mujer como que me hechizo, debería controlarme un poco, no sé qué estoy haciendo, decido soltarla y piensa Andrew, alguna excusa válida y creíble, la dejo caer en el suelo y me preparo para la sarta de barbaridades que me dirá y esta vez supongo que con justa razón.



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En el texto hay: comedia, venganza, amor

Editado: 05.08.2024

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