Victoria no quiere casarse

PARTE 19

—Victoria, lo que mi hermano hizo por ti no lo haría por ninguna otra mujer ¿Eres consciente de eso?

Yo no digo nada, porque la verdad, soy el chisme de toda la oficina y andan tejiendo teorías sobre nosotros y hasta dicen que me he rebajado a meterme con el becario, que no está a mi altura, que yo debo aspirar a más, para ser sincera esa es la única parte del chisme que me gusta, si supieran de quién están hablando a sus espaldas.

—jefa, por favor dejemos ese tema de lado, que no es muy agradable que usted también se involucre en este tipo de chismes.

Al final lo pensé y dije algo: tengo que acotar, mi jefa se acerca a mí, me toma de los hombros y me mira fijo, yo tengo ganas de salir corriendo de aquí, pero no sería muy elocuente de mi parte.

—Te dije, tú eres la mujer perfecta para mi hermano, eres la única que se atrevió a desafiarlo, a llevarle la contraria, no en balde, saliste corriendo de esa iglesia.

Paren todo, ¿Qué dijo? Siento que todo mi hermoso color se me va de la cara. Un temor instintivo se apodera de mí.

—No sé de qué habla— Trato de decir, pero creo que ni yo me entiendo bien, soy un manojo de nervios, llevo casi seis eses aquí y pensé que ese secreto era mi secreto no que ahora todos los Wilson excepto el interesado lo saben, definitivamente debo renunciar, pero luego recuerdo las prestaciones de ley, el sueldo, mis abuelos y no me queda otra más que suplicar, pero justo cuando iba a hacerlo.

—Tranquila, no te voy a despedir ni nada parecido, creo que hasta un bono debería darte, nunca antes alguna mujer que yo conozco había humillado a mi hermano de esa manera, gracias a eso, es que mi padre decidió darle una lección, mejor dicho, enseñarle a ser un verdadero hombre, ganarse el sueldo con el sudor de su frente y mira que está funcionado.

Por supuesto que lo sé, si ese hombre ve dinero en todas partes y es capaz de lanzarse a río para rescatar a una mujer solo para que no le pongan alguna penalización, él no se arrojó de buenito. No, señores, estoy segura de que lo hizo por no perder. ¿Y el beso? ¡Carajo el beso! ¿Por qué me besaste desgraciado? Vamos, Victoria, hacía frío. Tú temblabas, él temblaba, solo fue una técnica de sobrevivencia, solo eso.

—No le diga nada a su hermano, en el tiempo que lo vengo tratando, sé que su orgullo es su escudo, lo más importante para él y tiene el ego por las nubes.

—Antes lo tenía por el espacio y tú se lo bajaste un poco.

Solo le falta decir que yo domé a la bestia. Victoria, domadora de bestia, me van a decir ahora, no quiero saber de eso Es guapo, alto, unos brazos, da unos señores besos, pero ¡Basta, Victoria! Lo que sentiste con ese beso, solo fue producto de que casi pierdes la vida. La adrenalina del momento, sí, eso la dopamina lanzada gracias a la adrenalina, eso mismo, por eso me confundí y correspondí a su beso. Él no me interesa, no mueve en mí ni un cabello.

—Creo que el teléfono de mi cubículo esa sonando, jefa puede ser un cliente importante.

—Que esperen, si es importante, llamarán otra vez. Además, mi padre, tu casi suegro, te invitó a cenar a nuestra casa esta noche, quiere hablar contigo, tranquila, que no es nada malo, ve y demuestra de que está hecha Victoria Hamilton.

Los Wilson me van a volver loca de remate si es que ya no lo hicieron, salgo de ahí, aún nerviosa por la invitación a cenar, porque ahora lo saben cuando de pronto suena mi teléfono, es un aviso del dinero que ganamos hace unos días en las competencias, tal vez no es tanto, pero es algo, ahora que tengo que asumir los gastos del departamento yo sola, Virginia se ofreció a hacerlo, pero me negué rotundamente, que ese dinero lo guarde para mi sobrina, nunca se sabe lo que pueda pasar en el futuro.

—Victoria te invito a almorzar— Escuche mi nombre o ¿Me pareció? Cierro los ojos unos segundos, pero, aun así, siento como si una mirada se clavara en mi espalda, giro lentamente y es el dueño de mis tormentos, Andrew Wilson, Andycito.

—Supongo que no me lave bien las orejas por la mañana. No creo haber escuchado, lo que escuché salir de tu boca.

—Tampoco es como si me muriera por almorzar contigo, solo que este dinero lo ganamos juntos, bueno casi todo yo gané un poco más —Ahí está lo egocéntrico que le sale por todos sus poros.

—Si es comida gratis, no le veo el problema, pero eso sí te digo, hoy no desayune y tengo un hambre de Pica piedra.

—¿Pica qué?

—Parece que no tuviste infancia.

—La verdad, no tenía tiempo para lo que supongo son caricaturas, o estaba en clases de francés, italiano o esgrima.

Yo creo que a su mamá se le cayó de chiquito, pero, por otra parte, qué clase de niño no conoce a los Pica piedra, debería considerarse abuso infantil semejante atrocidad.

No puedo negar que el almuerzo fue mucho mejor de lo que pensé, dejando de lados sus chistes ególatras, o pasados de moda. No se siente tan mal compartir el espacio y el aire con Andrew, no le quitemos la vista, es guapo el muñequito. Pensar que hace unos meses, no lo podía ver ni en pintura, era como la peste bubónica y yo, rata, no era.

—Tienes razón, pareciera que comes como Pica piedra.

—No que no los conocías.

—Los Google y vi uno que otro video corto, son muy graciosos, esas semejantes costillas.



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En el texto hay: comedia, venganza, amor

Editado: 05.08.2024

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