Capítulo 0.
¿Qué se sentirá vivir la vida de alguien más?, esa es la pregunta que ha estado rondando en mi cabeza estos últimos días y por la cual no he podido dormir últimamente, quizá suene algo exagerado, pero cuando algo entra en mi cabeza no sale jamás, literal. Tengo un don, uno del cual nunca he sabido como sentirme, tengo memoria eidética, mejor conocida como “memoria fotográfica”, lo cual ocasiona que recuerde todo lo que ha pasado en mi vida desde los 2 años. Recuerdo como lloraba para que mamá me diera el biberón, o como rompía en llanto para que me tomaran en brazos, recuerdo la primer palabra que dije y recuerdo la sensación de la popo restregándose en mi trasero de bebé gracias al pañal. Si, esta condición no trae consigo sólo cosas buenas, esto implica que recuerdo cada golpe, cada rasguño, cada regaño y cada insulto que alguien me ha dicho. Aunque a decir verdad me ha facilitado mucho la vida, nunca reprobé un examen, lo cual hacía a mis padres pensar que era un genio, hasta que me diagnosticaron esta condición.(a mí me gusta seguir pensando que lo soy). Siempre he sido el más inteligente de la clase y esto ha ocasionado el odio de muchos hacía mi. No tengo muchos amigos, en realidad puedo decir que sólo tengo 2 en los que de verdad puedo confiar, sólo 2 con los que siempre puedo contar, sólo 2 que siempre han estado ahí para mí, sin importar qué.
El timbre de la ultima clase resuena por los pasillos y los salones indicando el final del curso escolar. Las hojas y los cuadernos vuelan por el salón, otros van directamente al basurero y otros a la cara del director. Me encanta el verano, ¿saben?, es mi estación favorita de todo el año; helado, piscina, playa, no hay escuela por 3 meses y no tengo que asistir a curso de verano.
Por supuesto yo no me quedaré atrás, así que tomo el cuaderno de mi butaca y lo lanzo haciéndolo recorrer toda el aula para que termine impactando en el rostro del chico más pálido de la escuela. Suelto una risa. La multitud de alumnos que hay corriendo por los pasillos hacía la salida es impresionante. Yo prefiero caminar, ha decir verdad no tengo prisa. -¡hey!.- oigo a alguien gritar detrás de mi.-Kial.- el chico de la melena naranja me alcanza.
-¿listo para el verano, Finn?.
-que estupideces preguntas…¡por supuesto que sí!.- el tono más alegre posible sale de su boca.-¿irás hoy a la fiesta de Mckinsey?.- las fiestas nunca han sido lo mío, no es que no me guste divertirme, sólo, no es mi ambiente.
-no lo sé.-respondo mientras atravesamos la puerta de la escuela, puedo sentir la libertad golpear mi rostro en forma de viento.
-¿qué?, tienes que ir.-replica.-es la fiesta más grande del año escolar. A demás, es una gran oportunidad para que pierdas tu virginidad.- suelta en tono bromista.
-uy, perdón señor Don juan. No olvides que tu igual tienes tatuada la gran V.-
-exacto, no puedo abandonar esta oportunidad. Por favor Finn, será una locura, no puedes no ir.
-lo pensaré.-digo sin más.
-bien. Avísame antes de las 7, mi padre me prestará el auto por primera vez sin el vigilándome, pasaré por ti.-me da un golpe fuerte en el hombro.- eso fue por el cuaderno.-dijo y subió al autobús. Yo vivo a unas cuantas cuadras del colegio por lo que tomar el bus es completamente innecesario.
Me encanta caminar, me gusta hacerlo sólo, en verdad te ayuda a despejar ideas. Te hace pensar con más claridad las cosas y te hace sentir querido por la naturaleza. 10 minutos después llego a mi casa, donde me espera mis padres.- hola mamá.-
-¿Qué tal tú último día, cariño?.
-todo cool. Habrá una fiesta hoy en la casa de McKinsey, todos están emocionados por ir.-me acerco a ella para besarla en la mejilla.
-¿tú no?.-
-No, no sé si iré, no es lo mío.-
-lo sé, cariño, pero has dedicado tanto tiempo a la escuela, me parece justo que te diviertas un poco. Quien sabe, a lo mejor y hasta te consigues una chica.-suelta en tono juguetón-
-hm, muy graciosa.- digo y tomo una manzana de la nevera.-¿y papá?.-
- en el garaje, no ha soltado ese auto en toda la mañana, a veces siento que lo quiere más que a mi.- suspira sarcásticamente.
-no me sorprendería.- rio y muerdo la manzana.
-¡Ha!, que grosero.- dice y me golpea con la toalla con la que secaba los platos.
Salgo de ahí y voy al garaje.-hola pa.-digo mientras lo veo salir de debajo del auto.
-oh, ahí estás.- expresa.-¿quieres ayudarme con Antonia?.- una carcajada sale de mi sin dudarlo.
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Editado: 08.08.2019