Tras un desayuno Mediterráneo , me di una ducha rápida y salí a la calle en busca de algunas prendas de abrigo que necesitaba.No tardé mucho ya que para mí, ir de compras es un fastidio.Solía comprar mis cosas en el mismo sitio desde hace unos años, con un par de pantalones y algunos jerseys podría apañarme.
Una vez terminadas las compras me dirigí a una cafetería que frecuentaba a tomar un té y aproveché para llamar a papá.
—¿Cómo estás?—Le contesto su padre con su voz jovial.
—Deseando tener unas vacaciones.Dentro de una semana tendré quince días libres.
—Genial, has trabajado demasiado desde lo de tu… divorcio.
—¿Qué te parece si hacemos una excursión al lago donde íbamos de pequeños?—propuse ilusionada.
—Lo siento tesoro,a Gema no le gustan mucho las acampadas. —Yo pensaba en una excursión, los dos sólos, pero no tuve valor para decírselo.
—Tenemos reservado para el puente de noviembre una habitación en un Spa rural de Santillana de Bermeo, pero... ¿Cómo tú tienes quince días porque no terminas tus vacaciones aquí? Estamos deseando que nos reunamos toda la familia, vendrá tu hermano.
—Lo pensaré, aún tengo que cerrar algunos flecos en la agenda.
—¿Donde irás, no pensarás viajar al extranjero tú sola?
—No, no, voy con Rosa. —Mentí para no preocuparlo. Esta vez no salgo al extranjero, quiero visitar más a fondo Asturias, no sé porque me llama la atención ver algo más que lo que ofrecen los paquetes turísticos.
—Te dejo, Gema me reclama, vamos a hacer nuestra sesión de meditación.
—Besos para los dos.- Dije sintiéndome un poco desplazada.
Por la tarde, me fui al cine, aunque a la salida pensé que podría haber hecho algo más provechoso. La película era aburrida y con pretensiones.
Estuve tentada de ir a la tienda de mascotas pero ante el inminente viaje aplace la idea para más tarde.
Recordé que aún no había comprado nada de lo que necesitaba para él viaje,ese del que había mentido a mi padre, pero sé que se preocuparía si supiera que para eso necesito todo un combo de vacunas.
Anduve hasta la calle Carrizo a degustar un té en El Ristreto. Bruno, el camarero me sonrió al reconocerme y después de atender a una joven pareja que bebían dos lattes machiatos, tomó nota de mi pedido y regresó detrás de la barra.
Tonteaba con mi escasas compras, visionándolas y complaciéndome de ello, cuando mi teléfono sonó. Rosa, me saludó de forma efusiva, invitándome a tomar una copa esa noche.
—Vamos, ¿Cuanto hace que no sales a distraerte?
—Me pillas en ‘El Ristreto’ después de una tarde de cine y compras.
—Ese sitio¿Está en la calle de atrás del parque de San Esteban?—Sí, pasado el parque.
—Porque me estoy comprando ropa interior en ‘La Linguerie’ espérame, en 10 minutos llego y tomamos algo.
Rosa llegó embutida en unos vaqueros con supertaconazo y las ondas cobrizas de su pelo volando a su ritmo. Se sentó y pidió un batido de caramelo y nueces que Bruno trajo junto a mi segundo Early Grey,esta vez acompañado de un par de croissants.
Después de un rato de charla insustancial, en el que dimos repaso a las compras y en las que volví a meterme en papel de chica frivola por un rato.
Rosa me dijo que había algo que tenía que decirme. —Me explicó dejando su cara de fin de semana a un lado y adquiriendo la seriedad y eficacia de un lunes.
—Rosa, no me pongas esa cara,¿Qué pasa?
—Bueno, pero prométeme que no te vas a enfadar.
—Si me dice eso cuando voy a enfadarme, vamos, suéltalo ya.
—Hace mucho que no salimos.
—Eso ya me lo has dicho por teléfono.
—Yo, bueno, esto es con buena intención y mi cariño, aunque seas mi jefa.
—Rosa dime de una vez donde va a parar esta conversación.
—Te inscribí en una página de citas, me hice pasar por ti y recibí varias citas y elegí por tí.
-¿¡Que tú has hecho,qué!? —Dije alzando demasiado la voz.
—Lo sé, lo sé, te conozco bien, así que cuando los cité me presenté yo, para comprobar que no mentían o eran unos pirados.Tu no creo que estés preparada para distinguirlos.
—¿Y a nadie le extrañó que mientras la mayoría pone fotos de una chica fantástica y luego la realidad no es así, en tu caso pones fotos mías y apareces tú?
—No voy a contestar esa tontería. A lo que iba, a todos al verme les dió igual si aparecías tú o yo. A todos los dejé con la miel en los labios, excepto a uno, que pareció muy decepcionado y sintiendo que deseaba conocerte. Eso me alegró y pensé que quizá debía seguir adelante con la cita. Le expliqué mi encerrona y me ofreció una cena a cambio de información sobre tí, estuvo encantador, pero sin pasarse, solo parecía interesado en tí.
—Estoy pensando en perdonarte, pero a todo esto ¿Estaba bueno?
—¿Lo ves? yo tenía razón, la abstinencia te nubla el cerebro. Cuando volví a casa, pensé que todo era muy bonito, demasiado. Miré de nuevo su ficha, no una vez, sino muchas y mi sentido común me gritaba que algo fallaba, que había algo que no encajaba.
—¿Estaba casado?
-—No, bueno, no lo sé, en mitad de la noche de ayer, recordé que era.Cuando fue al pagar y sacó su tarjeta, su nombre no coincidía con el de su ficha de la página. Al principio pensé como tú, un hombre casado que desea tener una aventura, pero claro luego me di cuenta de que en esa página es difícil inventarse una identidad, así que recordé su nombre: Alberto Cifuentes. Lo busqué en internet pero nada, me volví a la cama, pero solo dormí un poco, cuando recordé una cosa, esa tarjeta que me enseñaste, la que te habían dejado en tu despacho estaba escrita a mano, cuando tocó su tarjeta para pagar se le cayó una tarjeta escrita, la tarjeta era del mismo tipo de papeles, juraría que era la misma letra.
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Editado: 11.10.2024