La tarde ya estaba avanzada cuando Lilian entró en el gran comedor, sus pasos resonando suavemente sobre el suelo de mármol. La luz tenue de la tarde inundaba el espacio, destacando los detalles intrincados de la decoración preparada para la cena de bienvenida. Los sirvientes se movían con discreción, ajustando los últimos detalles bajo la atenta mirada de Lilian.
Clara estaba a su lado, sosteniendo una lista en la que confirmaba mentalmente los elementos ya revisados.
"Las flores están en su sitio, Lilian. La platería ha sido cuidadosamente pulida, y las copas de cristal están alineadas. ¿Hay algo más que quieras revisar?" preguntó Clara, con voz tranquila pero atenta al estado de ánimo de Lilian.
Lilian suspiró, pasando los dedos por la superficie de la mesa principal.
"Está todo como planeado, Clara. Solo espero que esta noche transcurra sin sorpresas desagradables."
Hizo una pausa, la mirada perdida por un momento antes de girarse hacia Clara.
"Pero, incluso con todo esto perfecto, hay algo que no puedo aceptar. Mi padre quiere que anuncie mi compromiso con Lord Sebastian Whitaker esta noche."
Clara abrió ligeramente los ojos, pero rápidamente se recompuso, fingiendo sorpresa.
"¿Qué? ¿Lord Sebastian? Pero... pensaba que aún estabas considerando otras opciones."
Su voz mantenía un tono neutro, pero por dentro, su corazón latía con fuerza. Sabía que debía escoger bien sus palabras.
Lilian dejó escapar una risa amarga.
"¿Opciones? No hay opciones, Clara. Mi padre ya lo tiene todo decidido. Y lo que más me irrita es que todos parecen aceptarlo."
Clara dudó, sin querer revelar que ya había escuchado las conversaciones del Duque sobre sus planes.
"Estoy segura de que encontrarás una solución, Lilian. Eres fuerte e inteligente. Tal vez logres convencer a tu padre de reconsiderarlo."
Lilian negó con la cabeza, cruzando los brazos.
"No lo sé, Clara. Me siento acorralada."
Un silencio incómodo se instaló entre ambas, interrumpido solo por el sonido distante de los pasos apresurados de los sirvientes. Lilian enderezó los hombros, como si intentara alejar la sensación de vulnerabilidad.
"Bueno, creo que ya hemos visto todo aquí. Vámonos antes de que me enfade aún más."
Clara asintió, doblando la lista y guardándola en su delantal.
"Claro, Lilian. ¿Necesitas algo más? Si no, iré a terminar mis tareas."
"No, Clara, puedes irte", respondió Lilian, desanimada.
Ambas salieron de la sala y, mientras Lilian subía lentamente hacia la biblioteca, Clara se dirigió a sus quehaceres, aunque su mente estaba en otro lugar. Pensaba en la revelación de Lilian sobre el compromiso y en las palabras que había escuchado entre el Duque y Claremont. Las implicaciones sobre el carácter de Lord Sebastian no la dejaban en paz.
"¿Cómo voy a contárselo?" pensaba, mientras ajustaba las sábanas en una de las habitaciones.
En la biblioteca, Lilian se acercó a una de las estanterías más altas, sus dedos deslizándose por los lomos de los libros hasta elegir un volumen de tapa azul. Era una novela que adoraba en su juventud, pero que ahora parecía incapaz de brindarle el consuelo de otros tiempos. Se sentó en un sillón junto a la ventana, dejando que la luz de la tarde iluminara las páginas. Intentó concentrarse, pero las palabras parecían escurrírsele.
La cena de bienvenida de Gabriel y el inminente anuncio de su compromiso con Lord Sebastian llenaban sus pensamientos. Cerró el libro con un suspiro profundo y apoyó la frente en la mano, con los codos sobre las rodillas.
"¿Cómo voy a salir de esto?" murmuró para sí, la voz ahogada por el vacío de la sala.
Pensó en huir. Era una idea que ya le había pasado por la cabeza, pero ¿a dónde iría? ¿Cómo podría escapar sin arruinar su reputación y la de su familia? Su mente trabajaba frenéticamente, explorando posibilidades, descartándolas casi de inmediato.
"Necesito ayuda", pensó, aunque no sabía a quién acudir.
El sol comenzó a ponerse en el horizonte, tiñendo la sala de tonos cálidos de naranja y dorado. Lilian miró por la ventana, sintiendo el peso de las expectativas sobre sus hombros. Finalmente se levantó, devolviendo el libro a su estantería con un movimiento casi mecánico. Era hora de enfrentar lo inevitable, aunque su corazón le suplicara luchar contra su destino.
Abandonó la biblioteca y se dirigió a sus aposentos. El día daba paso a la noche, y el aire fresco que entraba por las ventanas abiertas traía consigo un aroma a gardenias. En el dormitorio, comenzó a prepararse para la cena. Retiró cuidadosamente el vestido elegido del maniquí y lo colocó sobre la cama. Mientras se arreglaba el cabello frente al espejo, escuchó un golpe suave en la puerta.
"Adelante", dijo ella, con voz ligeramente desanimada.
Clara entró con pasos vacilantes, trayendo una pequeña bandeja con té.
"Pensé que podrías necesitar esto antes de la cena", dijo, dejando la bandeja sobre la mesa y observando a Lilian con atención.
Lilian esbozó una sonrisa débil.
"Gracias, Clara. Siempre estás cuidando de mí."
Clara se acercó y comenzó a ayudar a Lilian a vestirse, ajustando con cuidado los detalles del vestido. Mientras trabajaba, notó que su amiga seguía abatida.
"Estás muy callada, Lilian. ¿Aún preocupada por el compromiso?"
Lilian suspiró profundamente, encontrando la mirada de Clara en el espejo.
"No puedo dejar de pensar en ello."
Su reflejo le devolvía la imagen de una mujer elegantemente vestida, el maquillaje suave realzando su belleza. Así era como el mundo la veía. Perfecta, impecable, sumisa a su destino. Pero por dentro, se sentía como una prisionera. Pasó los dedos por el collar de perlas que adornaba su cuello.
"¿Era esto lo que querías para mí, mamá?"
El pensamiento le hizo doler el pecho.