Vientos de Pasión - Versión española

Episode 20

El amanecer se asomaba por las cortinas del cuarto de Lilian, proyectando sombras sobre el suelo de madera. Sentada al borde de la cama, sus dedos se deslizaban nerviosamente sobre la tela del vestido sencillo que había elegido. No era apropiado, lo sabía. Salir de casa de madrugada para encontrarse con un hombre no era algo que una dama hiciera. Aun así, allí estaba, incapaz de ignorar lo que Gabriel había despertado en su interior.

No podía olvidar el encuentro que él había marcado. En el bosque. Sin máscaras. Solo tú y yo.

La intensidad de su mirada, sumada al tono grave y envolvente de su voz, la había tocado de formas que no podía explicar. No era solo la invitación o el desafío, sino una promesa implícita, algo que hacía que su corazón latiera con más fuerza.

Inspiró profundamente y se levantó. Ajustó el manto sobre sus hombros y abrió la puerta con cuidado, intentando no hacer ruido mientras se movía por los pasillos silenciosos de la mansión. Cada paso parecía resonar más fuerte de lo normal, pero finalmente logró llegar al exterior.

La brisa fresca de la madrugada acarició su rostro cuando cruzó el portón de la propiedad, guiada por el recuerdo de dónde Gabriel había dicho que estaría.

Cuando llegó al bosque, su corazón latió con más fuerza al divisar la figura alta y relajada de Gabriel. Él estaba sentado en un tronco caído junto al arroyo que serpenteaba por el bosque, los codos apoyados sobre los muslos y la cabeza ligeramente inclinada, como si reflexionara. El sonido suave del agua se mezclaba con la serenidad del lugar, creando un escenario casi irreal. La luz tenue destacaba los rasgos definidos de su rostro, mientras la camisa desabrochada en el cuello le daba un aire relajado, pero irresistiblemente seductor.

Gabriel levantó la cabeza al oír pasos y sonrió.

—Viniste.

—No debería estar aquí —respondió Lilian, esforzándose por parecer altiva, pero el leve temblor en su voz la traicionaba.

—Probablemente no —coincidió él, levantándose y caminando hacia ella—. Pero estás. Y eso me dice más de lo que las palabras podrían.

Ella alzó el mentón, luchando contra el calor que sentía subirle al rostro.

—Si quieres hablar, será mejor que digas algo que valga el riesgo que estoy corriendo.

Gabriel dio un paso más, su sonrisa volviéndose aún más envolvente.

—El riesgo no siempre es algo que deba evitarse, Lilian. A veces, es donde se encuentran las mejores recompensas.

Ella cruzó los brazos.

—¿Y qué quieres de mí, Gabriel? ¿Que confíe en ti? ¿Que crea que estás aquí solo para ayudar?

Él dudó un instante antes de responder.

—Quiero que creas que estoy aquí porque no podía seguir lejos, sabiendo lo que estás enfrentando. Sé que no volví cuando debí, pero nunca dejé de pensar en ti, Lilian. Nunca.

Ella desvió la mirada, mordiéndose el labio inferior. No podía ignorar la sinceridad en sus palabras, pero aún había tanto que no entendía.

—Sé que no fue tu elección irte… pero aun así, no volviste cuando pudiste. ¿Crees que es fácil para mí confiar en ti después de todo esto?

—No creo que sea fácil —respondió él, con voz baja—. Pero no espero que confíes en mí de inmediato. Quiero demostrarte que puedes confiar. Y, más importante, quiero que sepas que no estás sola.

Sus ojos se encontraron con los de él de nuevo, y Lilian sintió que el mundo a su alrededor desaparecía. Había una intensidad en esa mirada que la hacía cuestionar todo lo que creía saber.

Gabriel dio otro paso, hasta que la distancia entre ellos fue casi inexistente.

—Lilian, no quiero que elijas el camino que ellos trazaron para ti. Eres más fuerte que eso. Siempre lo has sido.

Ella respiró hondo, el corazón latiendo descompasadamente.

—¿Y si no lo soy? ¿Y si no puedo cambiar lo que ya está decidido?

Él se inclinó ligeramente, su rostro ahora tan cerca que ella podía sentir el calor de su respiración.

—Eres suficiente. Y, si me dejas, te lo voy a demostrar.

Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, y antes de que Lilian pudiera responder, Gabriel acortó la distancia entre ellos. El beso fue suave, pero cargado de emoción, como si él estuviera transmitiendo todo lo que no podía decir con palabras. Lilian se sintió atrapada en ese momento, incapaz de apartarse, aun sabiendo lo impropio que era todo aquello.

Cuando finalmente se separaron, Lilian respiraba con dificultad, sus ojos fijos en los de él.

—No debería haber venido —murmuró ella, dando un paso atrás.

—Pero viniste —respondió Gabriel, con voz firme, pero con una mirada que revelaba una vulnerabilidad que no podía ocultar—. Y eso significa más de lo que estás dispuesta a admitir ahora.

Lilian desvió la mirada, sintiendo el corazón oprimido.

—Necesito tiempo.

Gabriel asintió, respetando la distancia que ella había creado.

—Tienes el tiempo que necesites. Pero recuerda, Lilian, el tiempo no siempre es nuestro aliado.




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