Episode 21

Los primeros rayos de sol despuntaban en el horizonte, iluminando débilmente los contornos del jardín, mientras la mansión permanecía en silencio. Solo se oían a lo lejos las voces apagadas de los sirvientes, indicando que el día ya había comenzado. Lilian se movía por el pasillo con pasos ligeros, el corazón aún agitado por lo que había compartido con Gabriel.

Al girar la esquina para subir las escaleras hacia su habitación, casi tropezó con Clara, que bajaba con una jarra vacía en la mano, probablemente camino a la cocina. Clara se detuvo bruscamente, sus ojos castaños se fijaron en Lilian con una expresión de sorpresa.

—¿Lilian? ¿Qué haces despierta a esta hora? —preguntó con curiosidad—. ¿Estás bien?

Lilian se detuvo sin saber qué responder. Intentó disimular, pero las mejillas sonrojadas y el gesto nervioso de retorcer el manto la delataban.

—Estoy bien. Solo... me desperté temprano y necesitaba un poco de aire fresco.

Clara frunció ligeramente el ceño, claramente intrigada.

—¿En el jardín? ¿Sola? No es propio de ti.

—Sí, pero hoy me desperté más temprano… —repitió Lilian rápidamente, desviando la mirada mientras comenzaba a subir los escalones.

Clara la observó con una mirada aguda. Había algo raro. Lilian hablaba demasiado rápido, sin su habitual seguridad. Sin dudar, dejó la jarra sobre la mesa del pasillo y subió tras ella.

—Lilian —la llamó, con una voz más suave pero insistente—. No me digas que todo está bien, porque no lo está.

Lilian suspiró, pero no respondió, apresurándose a abrir la puerta del cuarto. Sin embargo, antes de que lograra cerrarla, Clara entró tras ella, cerrando la puerta suavemente.

—Clara… —comenzó Lilian, cansada, pasándose una mano por el rostro.

—No intentes escaparte de mí —la interrumpió Clara, cruzándose de brazos—. Estás actuando raro. Y sé reconocer cuando tienes algo que esconder.

Lilian volvió a suspirar, desviando la mirada. Se sentía expuesta, como si Clara pudiera ver directamente dentro de su corazón.

—Clara, yo... —titubeó, mordiéndose el labio.

Clara se acercó y le tomó las manos con firmeza.

—Lilian, sea lo que sea, estoy aquí.

Lilian cerró los ojos por un instante y, cuando los volvió a abrir, había un brillo de indecisión en sus ojos verdes.

—Gabriel me besó.

Clara parpadeó, sorprendida, antes de que una sonrisa lenta y cómplice iluminara su rostro.

—¿Te besó? ¿Y tú...?

Lilian se alejó, llevándose las manos a los labios en un gesto inconsciente.

—Yo... no sé. Todo fue tan inesperado. Y ahora siento que perdí el control, y no sé si puedo dar marcha atrás.

Se detuvo, respirando hondo.

Clara se sentó al borde de la cama, los ojos brillando de curiosidad.

—Lilian, ese beso no te dejó indiferente, ¿verdad?

Lilian desvió la mirada, pero no pudo negarlo.

—No... Pero no debería sentir esto, Clara.

Clara le apretó las manos de nuevo, con un tono más suave.

—El corazón tiene una forma extraña de tomarnos por sorpresa, Lilian.

Lilian no respondió. Clara suspiró y soltó sus manos, levantándose.

—Voy a dejarte descansar. Pero piensa en lo que sientes, Lilian. Porque, lo quieras o no, eso no va a desaparecer.

Con una última mirada cómplice, Clara se dirigió a la puerta y salió, cerrándola tras de sí.

Lilian se quedó en silencio, perdida en sus propios pensamientos.

—¿Cómo puede alterarme tanto? —murmuró para sí misma, la voz casi inaudible.

Confía en mí. Dame una oportunidad.

Lo que más le molestaba no era lo que él había dicho, sino cuánto deseaba creerle.

Se sentó en la cama. Sabía que debería estar enojada por haberla besado. Pero, en cambio, se sentía... viva. El beso, la forma en que él la miró y habló —todo la hacía sentir como si el mundo hubiese salido de su eje.

¿Y si no es sincero? —se preguntó, apretando el manto contra sí. La incertidumbre la corroía, pero, al mismo tiempo, algo dentro de ella suplicaba por arriesgarse. Porque, por primera vez, el futuro parecía contener una elección.