Vínculo

Capítulo 2: La pareja hipócrita

Kevin estaba de pie en un rincón del salón de baile, con la mirada aguda, como si pudiera penetrar en cada pieza de la preciosa araña de cristal, en aquellos elaborados manteles y en cada hipócrita rostro sonriente. De todos modos, nada de esto significaba nada para él. Esta noche, su corazón no estaba aquí. Se alejó. De vez en cuando volvía a Leah, pero rápidamente era arrastrado de nuevo por ansiedades más profundas. Esta noche tenía que ser perfecta, como el último deseo de su madre. Y Leah, la falsa esposa, simplemente le revolvía un poco el estómago.

Leah iba vestida como una modelo de pasarela, con un vestido de noche negro hecho a medida, ojos fríos y una de esas sonrisas que uno nunca podía entender del todo en la comisura de los labios. Estaba a su lado, como una extraña. Como si fueran dos extraños un poco incómodos en el mismo sitio. Ni siquiera había un atisbo de entendimiento tácito. Ni siquiera la confianza más básica.

──«Eres todo un actor». susurró Kevin, con una sonrisa inescrutable en la comisura de los labios. Quién sabía si era admiración o confusión.

Leah le dirigió una mirada, con un brillo significativo en los ojos. ──«Si necesitas que sea más así, no me importa». Su tono era tan ligero que daba ganas de reír.

Kevin tragó el vino que tenía en la boca y no respondió. ¿Quién necesitaba seguir hablando cuando la conversación ya había terminado? Lo sabía en el fondo de su corazón: aquel matrimonio, desde hacía mucho tiempo, ya no era tal, sólo una elaborada patraña, en la que todos actuaban, ¿y para quién?

De repente, el rostro de Jack Howard, que siempre lucía una sonrisa perfecta, apareció en su campo de visión. Llevaba traje, una copa de vino en la mano y se acercaba con paso elegante, como si controlara toda la situación. Al ver su mirada confiada, Kevin no pudo evitar pensar: si alguien se atrevía a arrancarle esa sonrisa a Jack, debía de haber un estúpido escondido debajo.

──«Kevin, Leah». Su voz era provocativa, «Es increíble lo unidos que estáis como pareja hoy en día. ¿Es vuestro matrimonio realmente tan fuerte?»

Un destello frío brilló en los ojos de Leah cuando las palabras de Jack claramente la picaron. Kevin, por su parte, se limitó a sonreír levemente, frío como el hielo. ──«Jack, si estás aquí hoy para cuestionar a mi familia, sé directo». El desdén en sus palabras era claro como el agua.

La sonrisa de Jack seguía siendo la misma, pero no podía ocultar el borde provocativo en sus ojos ──«¿Estás seguro de que puedes confiar en ella, Kevin? Después de todo, con esto del matrimonio, ¿quién sabe lo que se esconde realmente detrás?».

Cientos de pensamientos desagradables acudieron directamente a la mente de Leah al oír aquello. Lo soportó. En apariencia, permaneció tranquila, y la sonrisa en la comisura de sus labios era incluso un poco desagradable. ──«Deberías haber sabido que este “falso matrimonio” es más peligroso de lo que crees».

Kevin no respondió, bajó la mirada y bebió un sorbo de su vino, con los ojos clavados en Jack. La provocación de Jack tuvo poco efecto en él, pero fueron las palabras de Leah las que hicieron que su corazón tartamudeara. El desafío que acechaba en su tono ante la frase «falso matrimonio» le hizo sentirse un poco incómodo. ¿En qué demonios estaba pensando?

En ese momento apareció Victoria. Caminaba con elegancia hacia ellos, con el pelo gris plateado brillando a la luz como una reina de una antigua leyenda. Su aura era fría, su sonrisa ligera, pero sus ojos no mostraban ningún atisbo de calidez.

──«Leah, Kevin». Dijo en voz baja, sus palabras llevaban una presencia intimidante que no podías ignorar, «Esta noche, ustedes dieron un buen espectáculo».

Leah se obligó a mantener una sonrisa en la cara, preparándose mentalmente para lo peor. Victoria, aquella mujer imponente, no era en absoluto un personaje sencillo. No era sólo la madre de Kevin, parecía una jugadora de ajedrez que podía manipularlo todo y darte la vuelta en cualquier momento.

──«Recuerda el papel que estás representando ahora mismo». La voz de Victoria era grave y amenazadora, sus ojos escondían algo profundamente calculador.

A Leah se le aceleró un poco el corazón mientras intentaba mantener la calma y asentía con la cabeza, levantando ligeramente las comisuras de los labios. ──Entiendo.

Cuando Victoria se marchó, Leah finalmente respiró aliviada, pero su corazón estaba lleno de inquietud. Sabía que el juego había comenzado, y ella, hacía tiempo, se había quedado sin opciones.

Kevin finalmente giró la cabeza para mirarla, y algo complicado parpadeó en sus ojos. El corazón de Leah dio un vuelco al captar el cambio momentáneo: un complejo sentimiento de miedo, como un monstruo oculto tras el «matrimonio» que la miraba fijamente.

El ajetreo de la fiesta continuó y el sonido del tintineo de las copas enmascaró los latidos de su corazón. Sabía que ya no era una espectadora. Era un peón en este juego de poder, y lo peor era que le gustaba el papel.




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