Vínculo

Capítulo 4: Crisis de opinión pública

Víctor Coleman se sentó frente a la ventana y, en cuanto se refrescó el mensaje en la pantalla de su móvil, sintió que una enorme montaña le oprimía el pecho. Por fin había comenzado la conspiración de Isabel Carter: había dado a conocer el acuerdo que había detrás del matrimonio de Víctor y Vera a través de canales anónimos, y los medios de comunicación se habían vuelto locos, con preguntas a raudales, y la confianza de la opinión pública había empezado a desmoronarse. Un aire de inquietud invade la escena política y, por supuesto, todos los ojos están puestos en él. Después de todo, es él quien está en el punto de mira.

──Se acabó. susurró Víctor, agarrando el móvil con tanta fuerza que los nudillos le iban a estallar.

El teléfono sonó. Era Vera.

──Viktor, los medios de comunicación nos han puesto en el punto de mira. La voz de Vera sonaba aterradoramente tranquila e imperturbable. ──Sé que debes de estar muy ocupado ahora mismo, pero tenemos que controlar esto.

Víctor cerró los ojos, sus tranquilos ojos verdes vinieron a su mente. Ella estaba siempre tan tranquila, como una corriente clara que barría todo el caos.

──¿Qué vas a hacer al respecto? preguntó Víctor, su tono bajo, pero un poco menos por dentro.

──Tengo una idea. El tono de Vera era firme, y no parecía en absoluto ansiosa por el furor. ──Voy a hacer una declaración pública en defensa de nuestro matrimonio.

El ceño de Víctor se frunció en una mueca que podría haber atrapado una mosca. ¿Qué iba a hacer? Parecía un poco arriesgado.

──¿Estás segura? Bajó la voz, tratando de encontrar un atisbo de vacilación en el tono de Vera.

──Si no nos defendemos, los medios se intensificarán. Deberías saber que no soy sólo un heredero del sector financiero, sino que hay una fuerza detrás de mí que puede hacer tambalear los intereses de mucha gente. Vera rió ligeramente, con un deje de provocación en el tono. Sabía que se lo preguntaría, y hacía tiempo que estaba preparada para ello.

Víctor colgó el teléfono y miró por la ventana la ciudad nublada con sentimientos encontrados. Cuando ella dijo eso, obviamente era algo más que defenderse, o su oportunidad de hacerse un hueco en la política. Bueno, ¿quién la hizo tan inteligente, quién la hizo lo suficientemente capital?

──Entiendo. susurró finalmente Víctor, pero sus palabras llevaban cierta complejidad que no podía expresar con palabras. Era un sentimiento que iba más allá de su dependencia de ella, pero empezaba a darse cuenta de que Vera ya no era sólo una herramienta. Se había convertido en la pieza más importante de su tablero político, e incluso en una existencia en la que tenía que confiar de corazón.

Unas horas más tarde, Vera preparó su declaración. No esquivó ninguna pregunta, las afrontó de frente. De pie frente a la cámara, habló en un tono fuerte y cortante, sin inmutarse.

──Sí, nuestro matrimonio se basa en una especie de asociación empresarial y en intereses políticos. Pero eso no significa que no haya respeto y comprensión entre nosotros. Soy una mujer independiente, no necesito el apoyo de nadie. Elegí a Víctor no sólo por sus conocimientos políticos, sino también porque puede caminar a mi lado en el futuro.

Víctor se sentó frente al televisor y la observó con la repentina sensación de que se le aceleraba el corazón. Ella no se había alterado lo más mínimo y estaba incluso más serena que él. Su mirada ya no era simple retórica de relaciones públicas, sino una poderosa confianza, como si dijera al mundo: «¿Quién se atreve a cuestionarme?».

Su respuesta no es sólo ganar tiempo para él, sino también declarar su propia independencia y fuerza. Con todo esto, desplaza el foco de atención del público del cuestionamiento de Víctor a su carisma personal.

De repente, el corazón de Víctor se llenó de cierta complejidad. Ella era realmente más inteligente de lo que él pensaba ── no, no sólo inteligente, ella tenía un poder que le obligó a reexaminar su lugar en su vida.

──Es más poderosa de lo que pensaba. susurró Víctor para sí mismo, sin querer admitirlo en absoluto, pero el sentimiento era cada vez más evidente. De repente, Víctor se alegró de tener a su lado a una compañera tan «útil» como Vera.

La marea de la opinión pública empezó a cambiar, el foco de los medios de comunicación se desplazó gradualmente hacia la valiente respuesta de Vera, y la crisis de la opinión pública fue amainando poco a poco. El público empezó a mirarla con sentimientos encontrados: algunos admiraban su inteligencia, otros se mostraban escépticos sobre sus motivos. Víctor, por su parte, sigue enfrentándose a interrogantes, pero con la ayuda de Vera, la confianza se restablece poco a poco.

Al final de la rueda de prensa, Vera sale del vestíbulo y Víctor la espera en la puerta. La observa caminar con facilidad y una emoción inexplicable surge en su corazón.

──Has hecho un buen trabajo. Víctor habló por fin, con un sincero agradecimiento en el tono.

Vera se detuvo en seco y sonrió levemente, con una pizca de picardía en la comisura de los labios. Pero no mostró demasiados altibajos emocionales.

──Esto es sólo el principio, Víctor. Necesitas más apoyo, y yo estoy dispuesta a seguir dándote esa fuerza.

Sus palabras fueron como levantar el polvo de un rincón del corazón de Víctor, y la sensación de cordura y soledad se rompió al instante. En su lugar había una dependencia sin precedentes que arraigó silenciosamente en su corazón.

──Tu voluntad de estar a mi lado parece ser más profunda de lo que pensaba. susurró Víctor en voz baja para sí mismo, sus ojos siguieron inconscientemente su espalda mientras vagaban, su corazón se agitó ligeramente como si se hubiera dado cuenta de algo indecible.

Lo había comprendido. Vera, no sólo una herramienta, ni siquiera sólo una compañera. En este juego de poder e intereses, ella, se había convertido en la persona en la que más confiaba.




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