Vínculo

Capítulo 5: Un conflicto personal

Víctor estaba de pie frente a la ventana, contemplando el horizonte de la ciudad, la noche tan profunda que se preguntaba si se la había tragado. Sus dedos golpeaban inconscientemente el cristal: da, da, da, aburrido y distraído.

Vera estaba de pie a poca distancia, observándole con desprecio. «Realmente me decepcionas, Víctor». Su tono era inmutable, como el bocadillo que se había comido esta mañana: frío e insípido.

Víctor se dio la vuelta, con la mirada tan fría como un cuchillo de hielo ── «¿Oh? ¿Decepcionada de qué?»

Vera miró fijamente a su espalda y caminó rápidamente hacia él ── «Cada palabra que dices, cada acción que tomas, sólo tienes un objetivo ── el poder. ¿Crees que no me doy cuenta?». Su voz se hizo más aguda ── «¿Por quién me tomas? ¿Un peón? ¿Una herramienta?»

Víctor se volvió lentamente, sus ojos fríos con un profundo cansancio ── «¿Crees que no puedo ver lo que eres? ¿Vera?» Sonrió levemente, el desprecio tirando de las comisuras de sus labios ── «¿Y cómo puedes estar decepcionada por este matrimonio? ¿No lo estás utilizando para tus propios fines?»

Su corazón se aceleró de repente, su rostro apenas visible── «No lo entiendes», susurró, su tono tembloroso── «Nunca te has te has preocupado por los demás. Lo tratas todo como un trato, pero yo no». Ella se acercó más a él, con los ojos encendidos── «No me casé contigo por eso».

Víctor frunció el ceño, sus ojos recorrieron el rostro de ella, un parpadeo de consternación recorrió su corazón ── «¿De qué crees que se trata este matrimonio? ¿De poder? ¿De dinero? ¿O libertad? ¿Crees que algún día te liberarás de esas ataduras?».

A Vera se le cortó un poco la respiración, la ira se apoderó de cada centímetro de sus nervios

──«Nunca me conociste de verdad», apretó los dientes, con una ligera pérdida de control en su voz

──«¡No te importaba! Sólo te importaban tus propios objetivos, no yo».

Victor interrumpió con frialdad, su tono más agudo

──«Y tú también. Cambiaste matrimonio por libertad, por poder. ¿Crees que no veo tus cálculos?». Su sonrisa estaba teñida de frialdad

──«Es una broma si de verdad crees que todo esto es por mí».

Se miraron fijamente, y la atmósfera era como aire helado, pesando sobre la gente. Las yemas de los dedos de Vera temblaron ligeramente, sus ojos se nublaron un poco, la ira y la impotencia se mezclaron juntas

──Ni siquiera lo entiendes», casi susurró.

──«Nunca lo entenderás».

Víctor no dijo otra palabra, y sus ojos se hicieron más profundos. En ese momento Vera comprendió de repente

────Esta discusión hacía tiempo que se había convertido menos en quién tenía razón y quién no, y más en la soledad que reinaba en lo más profundo de cada uno.

Respiró hondo, con los ojos casi llenos de lágrimas, pero se obligó a contenerlas.

──«Siempre serás sólo un frío político». Se volvió hacia la puerta.

Víctor no se contuvo y la vio marcharse. No había ira en sus ojos, sólo un atisbo de agotamiento e impotencia. Tenía los puños apretados, los nudillos blancos, pero no se movió. Era una emoción tan tensa que resultaba asfixiante, pero no se atrevía a liberarla.

Vera se paró en la puerta, se detuvo y miró hacia atrás. Sus miradas chocaron en el aire, los ojos del otro entrelazados con secretos no dichos. Las comisuras de su boca se levantaron ligeramente con una sonrisa amarga.

Ella no dijo nada, sólo empujó la puerta y desapareció de su vista con una ráfaga de viento.

Víctor se quedó quieto y respiró hondo, con el pecho agitado como si no pudiera recuperar el aliento. Sus palabras resonaban en su cabeza, cada palabra como una aguja en sus entrañas. Nunca había estado tan cerca del mundo de las emociones, pero nunca había tenido tanto miedo de perder el control.

Las luces de la ciudad seguían parpadeando al otro lado de la ventana, y él, aún de pie en la oscuridad, parecía un tonto.




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