Vínculos Peligrosos

Final del comienzo

     El lugar preferido para ocultar la amarga tristeza. En las sombras de lo más profundo del ser. Peligrosa y hasta hermosa amiga oscuridad, guarda lo peor de ti, mientras más se confía en ella más se agranda, hasta que te traiciona, quiere tu cuerpo, toma control… ha reducido el alma a una pequeña luz semejante a la llama de una vela. Es entonces cuando tienes dos opciones a elegir: ¿morir o sufrir?.

Es de noche y es unos de esos fastidiosos días de lloviznas intermitentes, en la casi solitaria ciudad alguien está a punto de decidir. Camina lentamente, cojeando, su rostro no se deja ver bien, las personas no le dan importancia. Por el camino que va deja un rastro de sangre proveniente de heridas de bala al costado de la frente, en el brazo izquierdo y en el dorso. Siguiendo de cerca va un perro, un pastor alemán algo triste que de vez en cuando lanza de reojo miradas lastimeras a su acompañante.

Llega finalmente a un parque poco iluminado pues unas ramas cayeron dañando en parte las vías eléctricas, sin embargo ya se puede distinguir quien es, una muchacha, con el rostro muy magullado; boca rota e inflamada, al igual que su pómulo izquierdo, de su nariz brota también sangre y sus ojos hinchados, un poco más el derecho tiene un tonalidad morada, está totalmente empapada, ha caminado una gran distancia, azotada por el viento y la lluvia pero no lo suficiente para quitar la sangre y suciedad de su pelo, piel y la ropa, es como si la hubieran revolcado en lodo.

Simplemente se sienta en un banquillo y con su chaqueta se protege inútilmente del frío. Solo está ahí, con el rostro cabizbajo y la mirada perdida (tal vez ya tomó su decisión) llorando sin hacer gestos. De pronto reacciona y se seca las lágrimas, busca en su bolsillo algo. Un revolver. Le tiembla la mano, al verlo echa a llorar aún más bajando su cabeza hasta sus rodillas. Luego de drenar un tanto el dolor, toma nuevamente el arma, su decisión es acabar allí con su exigencia. El perro solloza un poco y le lame la mano, ella lo acaricia y después lo ahuyenta lanzándole una patada, a lo que el animal se aleja hacia unos arbustos.

Hace falta mucho valor para enfrentar a la muerte pero requiere mucho más que eso para ir por ella. Irónicamente el suicida se desprende de todo, incluido el valor.

Esta desgraciada chica, le dice adiós al mundo, por eso llora, por los buenos momentos que vivió en él y que desearía poder seguir recordando aún después de muerta. Pero todo eso a este punto ya no importa. Ahora lo que debe pensar es como halar el gatillo. Así que sube el cañón hasta su sien, la mano todavía le tiembla, ¿será por el frío o por su inexperiencia, tal vez sea la cordura agonizando tratando de detenerla?. El cielo se ha despejado revelándose parcialmente la luna y las estrellas, ella ni se da cuenta. Cierra los ojos, suspira y el dedo índice comienza a retraerse… cuando detiene abruptamente el accionar y guarda el arma, alguien toca con un bastón el otro extremo del banquillo y luego se sienta. Es un hombre mayor de unos 70 años, vestido con un abrigo negro, con sombrero y lentes oscuros. Levanta el rostro mientras se quita el sombrero para admirar la luna.

 

— oh — se extraña de la presencia a su lado — disculpe, buenas noches — dijo. Parece una persona muy educada.

— bu… buenas noches — dijo ella con algo de dificultad y se giró con algo de temor a que la viera.

 

El anciano estuvo un instante más mirando al cielo.

 

— ¿has visto lo hermosa que es la luna? — dijo el anciano.

 

La chica no le contestó.

 

— hm es de poco hablar… yo tengo una nieta que tampoco habla conmigo muy seguido.

 

Ella le prestó atención y contempló la luna un instante.

 

— si, pero hasta ahora es que recuerdo lo hermosa que es.

 

El anciano sonrió  — no se preocupe, a mi también me pasó — dijo, mientras encendía un cigarrillo — usted no está para nada bien, ¿cierto?… pero dime hija ¿que vas a hacer para saber quien eres?.

 

«¿que vas a hacer para saber quien eres?» «¿que vas a hacer…» «…para saber quien eres?» «¿quien eres?» retumbó de repente esa pregunta, haciendo eco en la mente de la chica, sin tener idea por qué esto le intrigaba. Era como si él supiera todo lo que le había ocurrido.

 

— ¿que significa señor? — le preguntó, mirando al anciano directamente.

 

— que me haga esa pregunta quiere decir que es una buena persona, pero que carga con mucho sufrimiento y rencor — dijo y desechó el cigarrillo al que solo le había dado tres fumadas — el significado no es más que el que usted le dará. Está perdida y debe reencontrarse.

 

Se notaba confundida por lo que le decía, la herida en su cabeza no le provocó un derrame interno, su memoria no estaba dañada y aunque le revelara su nombre se sentía como una mentirosa, como si dentro de sí misma se desconociera.

 

— ¿quien soy…? — murmuró, contemplando sus manos sucias y rasguñadas.

 

El anciano luego le dijo  — dicen que no hay que mirar atrás, dicen «que el pasado es pasado» pero hay ocasiones en la que es preciso conocer a esa "joven" para saber en quien te has convertido, en que fallaste, quienes te fallaron y te traicionaron, quienes te amaron y los aborreciste, todo… cuando te des cuenta sabrás quien eres y que hacer.

 

 

Vuelve… A contemplar el pasado que te trajo aquí.



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En el texto hay: traicion, amor, venganza

Editado: 13.06.2020

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