Capítulo 2
Miley
Me encontraba en mi nueva habitación con la mirada perdida, mirando... a la nada en realidad.
No puedo creer lo rápido que cambió mi vida. Hace apenas una semana que estaba molestando a Nana en la cocina y ahora estoy aquí, en la casa de los Smith con un futuro aterrador para cualquier adolescente. Y es que ¿embarazada?
¡Y para colmo de alguien a quien apenas conozco!
Aún recuerdo lo poco que le importo a mis padres que casi perdiera la voz gritando para que me bajaran de la camioneta en la que me obligaron a entrar. Y qué decir de los gritos de Liam a sus padres para que le explicaran de qué iba todo aquello. Pero ambos hicieron oídos sordos a nuestros gritos y súplicas.
La única a la que vi destrozada por mi partida fue a Nana, ella siempre es la que está ahí para mí. En mis cumpleaños, graduaciones, bailes, incluso en las bromas que realizábamos a mi guardaespaldas, quien resultó ser su esposo. Después de lo que pasó ellos son las únicas personas que extrañaré de esa casa: Nana y Jorge.
Siento mi estómago gruñir producto de no haber probado bocado en toda la semana, tal vez si me enfermo ya no le sirva para traerle un descendiente al mundo a la familia Smith.
Percibo el sonido del cerrojo ser abierto y dirijo mi mirada hacia la puerta, a la espera de la entrada de la sirvienta que viene todos los días a traer el desayuno, al igual que las demás comidas. Sin embargo, la única que se lleva a medio comer es la del desayuno; todas las demás se las lleva intactas.
Pero al ver que quien entra por la puerta es Liam con la chica de servicio detrás de él, no puedo evitar rodar los ojos. Esto es justo lo que me faltaba, no había visto a ningún miembro de su familia en toda la semana y aparece el que menos quiero ver. Y es que, ¿Qué tal si quiere que le dé un hijo ahora?
—Buenos días, señorita. — murmuró la chica, mientras Liam se dedicó a observarme.
—Buenos días. — dije dirigiendo mi mirada hacia ella con la primera sonrisa sincera de la semana.
Mi sonrisa hace que la chica me observé con ojos desorbitados y Liam arruga sus cejas, al parecer ninguno de los dos esperaba que respondiera.
—Con permiso, me retiro. — dicho esto salió a paso apresurado de la habitación dejando que su peculiar cabello rojo se moviera un poco.
Miré a Liam y me doy cuenta de que me está observando detenidamente, así que me limito a ignorarlo y esconder mi cabeza entre mis rodillas.
—¿No piensas comer? — murmura a pocos centímetros de mí, ni siquiera note cuando se movió.
—¿Quieres que me alimente para dar a luz a tu hijo? — cuestionó alzando una ceja.
—Me voy de viaje una semana y cuando llegó mi novia apenas ha probado el desayuno en las mañanas. —dice con una sonrisa arrogante.
—¿Podrías salir de mi habitación? Apenas logró conseguir el apetito y tu estúpida sonrisa solo hace que se esfume. — dije mirándolo con todo el odio que pude reunir en mis cansados ojos.
—Por si no lo recuerdas, esta es mi habitación querida, al menos hasta que nos casemos.
Reí sin poder evitarlo, su comentario me resultaba de lo más estúpido.
—Soñar no cuesta nada niño. — solté con la voz cargada de ironía.
El por su parte se limitaba a mirarme furioso, eso produjo en mí una pequeña alegría. No entendía a qué venía este comportamiento siendo que ambos estábamos en esto sin el consentimiento del otro, pero al parecer la semana que pasamos separados lo hizo cambiar de opinión.
¡Vaya suerte la mía!
Quien pudo servir de aliado ya está en mi contra.
Y no tengo la más mínima idea de por qué.
—Hay unas personas que quieren conocerte, así que vas a comportarte como una buena novia ¿Entendido?
—¿Qué te hace pensar que me interesa conocer a alguien? La última vez que lo hice terminé en casa de una familia de idiotas que planean embarazarme. — le dije irritada, ya me estaba dando jaqueca.
—Sólo compórtate o lo pagarás muy caro. — dijo en un tono amenazante que logró irritarme aún más.
—¿Y qué se supone que vas a hacerme? ¿Alejarme de mi familia? ¿Tenerme de esclava? No tengo familia, amigos o algo por lo que luchar, así que no tengo absolutamente nada que perder. — grité, haciendo que el dolor de mi cabeza aumentara.
Él se limitó a tomarme del brazo de manera brusca y pegarme a su cuerpo, pegó su frente a la mía y me miró desafiante. A pesar de que el terrible dolor de cabeza había aumentado considerablemente con esos movimientos, no bajé la mirada en ningún momento.
—Voy a ponerte algo en claro, a menos que quieras que tu querida Nana y su esposo Jorge terminen sin trabajo por tu culpa vas a comportarte.
—Pero ellos no son tus empleados. Ellos trabajan para mis padres. — dije esperanzada de que sus amenazas no fueran serias.
—Los despidieron en cuanto te fuiste de la casa y no dudaré en hundirlos para que no encuentren trabajo nunca. — dijo con una sonrisa.
—¿Qué podría hacer un don nadie como tú, hijo de puta?
—Pruébame. — Murmuro con esa maldita sonrisa arrogante que comenzaba a odiar profundamente.
—¡Eres un....!
—Cuidado con lo que dices cariño, recuerda quienes pagarán las consecuencias de tus actos.
Definitivamente odio a este idiota.