Capítulo 3
Miley
Me encontraba bajando las escaleras junto al idiota de Liam para recibir a sus amigos de toda la vida, así que supongo que deben ser igual de engreídos y manipuladores que él. Tenía en mi cara la sonrisa más falsa que había utilizado en mucho, mucho tiempo; por lo general me enfrenté a personas con el mismo nivel social que yo, y bajarles los sumos a niños mimados era uno de mis pasatiempos favoritos. Sin embargo, dadas las circunstancias creo que este no será el caso. Así que según lo que se dignó a explicarme Liam, tenía que fingir estar feliz siendo su novia y hacer de "nuestra relación" algo creíble.
Si no me otorgaron un Oscar a la mejor actriz por el trabajo que ya he realizado, sin duda alguna me lo darán hoy.
—¡Chicos! Miren quien se dignó a aparecer.... y trajo una chica— vociferó uno de los chicos que estaba en los muebles con una linda sonrisa.
Los observé mejor y me di cuenta que había alguien idéntico a él del otro lado de la habitación, pero este llevaba el cabello más largo y rubio. También una chica rubia, de más o menos mi edad que miraba con odio la mano que tenía entrelazada con Liam.
—Vaya, ¿Ella es tu nueva mascota Liam?— murmuró la rubia mirándome altiva.
Mi primer día aquí y ya tengo que lidiar con una zorra que se cree dueña del mundo.
Esto es sencillamente hermoso, nótese el sarcasmo.
Por mi parte sólo le di la sonrisa más grande que me permitían mis mejillas mientras que Liam decidió responder.
—Ella es mi novia Miley, amor ellos son mis amigos Ángel, Alfred y ella es Melanie.
—Encantada de conocerlos. — murmure tranquila, aún tenía un fuerte dolor de cabeza.
—¿Segura que quieres estar con el idiota de Liam? Yo puedo ser mejor novio que él. — murmuró Ángel con una sonrisa coqueta.
—No lo creo Ángel, yo ya escogí. — le dije con una sonrisa.
A este paso me van a doler las mejillas.
Y ni hablar del sin número de mentiras que he dicho hoy. Y eso que apenas es medio día.
Luego de eso mantuvimos una charla tranquila, los chicos eran personas extremadamente simpáticas y graciosas. Así que o eran buenos actores o en realidad eran personas agradables. Incluso Liam se comportaba diferente con ellos. Melanie por su parte mantenía su mirada asesina sobre mí.
Si supiera lo poco que me importaba.
—Liam, no me siento bien, quiero irme a la habitación. — murmure en su oído, él sólo bufó y me ignoró.
—¿Qué tal si vamos a la terraza? — cuestionó Ángel entusiasta, los demás asintieron.
—¿Qué dices Miley? — preguntó observando con una sonrisa.
—No me siento bien, iré a mi habitación. — dije con una sonrisa y pude sentir la mirada de Liam sobre mí.
—Sólo será un momento amor, vamos. — dijo tirando de mi brazo para que me pusiera de pie.
Apreté los dientes siendo consciente de quienes pagarían las consecuencias si me oponía, así que me zafé de su brazo y comencé a subir a paso lento tras ellos. Liam iba a la cabeza y Melanie se las arregló para quedar a su lado, los gemelos iban tras ellos y yo iba casi arrastrando los pies con desgano.
Iban manteniendo una conversación de una travesura que hicieron en la escuela cuándo sentí mi cuerpo frío y que el dolor de cabeza aumentaba.
—Ángel...— murmuró mientras tocaba su hombro.
Él y su hermano voltearon a verme y antes de que pudiera explicarles algo, sentí mis piernas débiles ceder ante mi peso.
Luego la oscuridad me consumió.
Liam
─¡Miley!
El grito de Ángel logró espantarme lo suficiente para hacer que volteara, alcanzando a ver a Miley aparentemente inconsciente en brazos de Alfred.
¿Qué rayos?
—¿Qué le pasa?
Ángel apenas y despegó sus ojos de ella para mirarme y rodar los ojos. Alfred por su parte se tomó su tiempo para encogerse los hombros y responder de mala gana:
—Y yo que voy a saber.
—Ella te advirtió que no se sentía bien y aun así la obligaste. — Objeto Ángel mientras Alfred se hacía camino hacia mi habitación.
Después de todo, éramos amigos desde hace bastante tiempo por lo que conocía esta casa tanto o más que yo.
—No vi que pusieras resistencia. — Respondí intentando defenderme.
—No es mi novia, es la tuya Liam. — dijo molesto al tiempo que Alfred la depositaba en la cama y salía de la habitación.
Lo ignoré y me dispuse a poner una mano en su frente para comprobar su temperatura. Y efectivamente tenía fiebre.
Entonces no está fingiendo.
¿De qué va todo esto?
Se supone que ella quería esto.
Es claro que se veía mal desde antes, pero yo estaba demasiado ocupado en mantener el jodido teatro en el que ella me obligó a participar para enterarme.
Alfred volvió con un botiquín en manos y Lola a su lado, por lo que Ángel quien hasta ahora había estado tratando de despertarla dando palmadas en sus mejillas se dio la tarea de mojar su rostro con algo de alcohol.
Pero nada pasó.
Cinco minutos después Lola miraba el termómetro con una mueca en el rostro.
—Tiene 39° de temperatura. Sería bueno ir a un hospital.
—No tienes que decírmelo, ya lo sé. — gruñó de mala gana para tomarla en brazos y dirigirme hacia la entrada de la casa.
Los chicos me seguían de cerca mientras que Melanie decidió irse a casa. La verdad, había tenido ciertas discusiones con ella por su actitud posesiva hacía mí. Sin embargo, ahora la que estaba comenzando a preocuparme era Miley. En la media hora de viaje a la clínica solo murmuraba incoherencias debido a la fría, supongo.