Virgen Embarazada

Capítulo 17.

Capítulo 17.

Liam.

No debí decirles nada a estos idiotas.

—¡Mueve el trasero Liam!

El grito de Ángel me hace resoplar de mala gana. Desde que le dije que Miley y yo nos casaríamos ha estado insistiendo en que, si iba a llevar a cabo este espectáculo, debería al menos hacerlo bien. Lo que implica, que debemos tener una fiesta de compromiso, unas despedidas de solteros memorables y luego una boda inolvidable. Lo habría ignorado, pero mis padres y los de Miley parecen pensar lo mismo.

¿Dónde esta Miley? Cuestiono luego de mirar alrededor y no encontrarla.

Menciono que iba a estar en el área de comida. — Lo escuche murmurar mientras miraba que pétalos de rosa se verían mejor.

Este chico es raro.

—Sigo sin encontrarle sentido a esto. Nos casamos dentro de dos semanas, la fiesta de compromiso es completamente innecesaria. Además, las invitaciones de la boda ya fueron enviadas. — Comente recordando como mi madre me entrego la invitación a mi propia boda, diciendo que se había encargado de todo.

Incluso fue capaz de advertirnos a Miley y a mi evitar hacer una escena delante de los invitados porque perderíamos el privilegio de andar libremente por la casa.

Esto era, sin duda, una táctica de manipulación bastante baja de su parte. Pero, ¿Qué podíamos hacer al respecto? Absolutamente nada.

—Ya lo se. Pero si vas a continuar con esta estupidez, hazlo bien. Además, ni siquiera estas usando tu dinero, es el de tus padres, no le veo el problema. — Dijo con una gran sonrisa traviesa.

—Ya que lo dices, escoge todo lo ridículamente caro en la decoración. Iré a buscar a Miley y Alfred para que hagan lo mismo con la comida.

 

Miley

—Estos canapés de pollo están muy ricos.

—Has dicho lo mismo de todo lo que has probado Miley.

Rodé los ojos ante el comentario de Alfred, estaba siendo exagerado. Así que, sin ningún remordimiento, me dirigí a probar el pastel. Termine seleccionado el bizcocho milky way y solicitando una porción para llevar a casa. Estaba exquisito.

Y dado que no parezco tener una opinión valida sobre los eventos que transcurren en mi vida en este momento, tener la opción de escoger lo que deseo o no comer es básicamente lo único que puedo hacer. Así que, con una sonrisa, volteo hacia Alfred para mostrarle lo que elegí. Lo visualizo hablando con Liam, en la mesa de bocadillos, así que emprendo mi camino hacia allá con una sonrisita en el rostro que desapareció al ver la cara de Liam en cuanto me acerque.

—Estas…sangrando.

—¿Qué?

—Estas sangrando Miley. — Lo escucho decir esta vez con más fuerza.

Con algo de miedo corriendo en mis venas, observo como el pantalón blanco que traigo puesto esta manchado de sangre en el medio de mis piernas.

Sin saber muy bien cómo, siento escozor en mis rodillas. Ahí es cuando noto que yo caí sobre ellas al piso. Soy capaz de escuchar el latido de mi corazón bombeando en mis oídos, así como mi respiración acelerarse.

—Miley, mírame, estaremos bien. ¿Me escuchas? — Escucho la voz preocupada de Liam mientras roza constantemente las palmas de sus manos en mis brazos.

—Liam, si estoy…no funciono. No… no hay bebé.

Mi susurro hace que detenga el roce de sus manos, por lo que busco su mirada. Puedo ver como sus ojos azules luchan por contener las lágrimas, pero una de ellas se resbala por su mejilla. Y con eso basta para que todas las demás sigan su curso y salgan incontrolablemente.

—Liam…— Me escucho decir con voz rota, sin saber que hacer o decir realmente.

El me abraza. Y yo soy incapaz de hacer algo mas que abrazarlo de nuevo cuando lo escucho murmurar en mi oído:

—No quiero pasar por eso de nuevo. No quiero que nadie me toque para obtener mi esperma.

Al escucharlo decir aquello, no puedo hacer más que abrazarlo con mas fuerza. Recién dándome cuenta de que yo no fui la única abusada ese día.

—Yo tampoco quiero que se repita. — Respondí recordando lo invadida que me sentí cuando desperté de la anestesia con un procedimiento hecho en mi cuerpo sin mi consentimiento.

Nos quedamos abrazados por lo que me parecieron horas, buscando fuerza para seguir con esto el uno en el otro. Cuando me soltó, las lagrimas en su cara se habían secado, pero sus ojos se mantenían rojos, al igual que su nariz.

—Tenemos que ir a la clínica. — Lo escuche decir mientras se ponía de pie al tiempo que hacia lo mismo conmigo. Unos brazos extras nos ayudaron con la tarea.

Alfred y Ángel nos ayudaron a llegar al vehículo sin cuestionar nada, lo cual agradecí profundamente. Aunque una vez cómoda en el asiento, hable de manera que los tres hombres en el vehículo me escucharan:

—No iré a la clínica. Solo necesito cambiarme y dormir.

—Miley…— Comenzó a protestar Liam, pero lo detuve:

—Estaba advertida de que esto podría pasar. Ante tal situación, solo debo reposar. Si el sangrado se vuelve agresivo, entonces iremos.




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