__¿Sigues aquí?
Rebeca se apoyo sus caderas sobre el marco de la puerta y clavo su mirada en ella.
_Estoy por terminar este informe y estoy lista para ir a casa.
Tecleo un par de minutos sobre su laptop y guardo la información en un usb el cual, coloco alrededor de su cuello para posteriormente guardarlo dentro de su camisa.
_¿Qué sigues haciendo aquí, Rebeca? no es común que hagas turno doble.
Aliso su mini falda y camino hasta llegar al escritorio de trabajo, tomo asiento sobre el escritorio y, le entrego un sobre.
__No digas nada. Solo, acepta este pequeño incentivo. Me lo agradeces mas tarde.
_No estoy interesada en ese tipo de incentivos Rebeca, lo sabes mejor que nadie.
La pequeña sonrisa seductora de Rebeca, se borro de inmediato de su rostro y paso a ser completamente carente de emoción. Aunque sus ojos, gritaban.... odio.
__Es una lastima. Esperaba poder convencerte esta tarde.
Sonia se llevo ambas manos hacia su boca con gran sorpresa.
_Siempre he sido muy clara en mis convicciones Rebeca. No quiero entrar a jugar ese juego tuyo. Al menos, no aun.
Sonia, cerro su laptop de golpe tomo su gabardina negra y bolso y salió de la oficina. Eran las siete de la tarde. Se había quedado a terminar un trabajo urgente. Aunque sabia que el quedarse tan tarde conllevaría que Rebeca apareciera frente a ella y le entregara el famoso sobre con varios miles de pesos.
Nunca lo aceptaría, al menos que se viera en la necesidad de aceptarlo, huiría lo mas rápido posible lejos de ese sobre.
Se dirigió a la parada de autobús y espero a que el siguiente llegara.
El autobús no tardo mucho tiempo en llegar. Se abrieron las puertas y subió de inmediato, realizo su pago, un par de monedas y listo.
Se fue de inmediato hasta la parte trasera del autobús, el cual, estaba casi completamente vació. Eso la hizo fruncir el entrecejo. Normalmente suele estar repleto a esas horas, pero la tarde de hoy, no era así. Casi siempre le toca ir parada, y estar a merced de todos aquellos granujas que le tocan el trasero como si fuera un pandero.
Tomo asiento y paseo su mirada por todo el autobús. Se quedo pensando unos instantes y sin darle mucha vuelta al asunto, abrió su bolso y saco su espejo y reviso su maquillaje. Aplico un poco de labial y lo guardo de nuevo.
Le tomo media hora llegar a casa. Mucho menos de lo esperado.
Antes de subir, se quedo mirando hacia el cielo, el cual estaba a punto de cubrirse de su color nocturno y se pregunto ¿Por qué diablos busque vivir en un quinto piso? lo bueno que, era viernes y los fines de semana no trabajaba en la oficina del señor Lancaster.
Subió a su apartamento y, lo primero que hizo fue quitarse los zapatos de tacón y aventarlos donde no los volviera a ver hasta el día lunes por la mañana. Se coloco un pijama, se destapo una botella de vino del mas barato que venden en el super mercado y una bolsa de frituras las cuales baño con salsa Valentina.
Por unos momentos se quedo mirando su mano izquierda, especialmente el dedo anular, el cual estaba completamente desnudo. Forzó una pequeña sonrisa débil.
Encendió la televisión y empezó a mirar su serie favorita....
__Señor. misión cumplida. Ha llegado a su hogar.
_Bien. No la pierdan de vista.
__Como ordene señor.
_Tienen lo que les pedí.
__Por supuesto señor.
_Déjenlo frente a la puerta de su hogar. Que no los vea, pero asegúrense de que lo reciba ella.