Virindia Homiterra: El Guía Del Futuro

3.

El niño lo miró curioso, no entendía tales actitudes pero se sentía bien, supuso en el momento que era la sensación de compañía aparentemente amigable, había recorrido lo que para él era una eternidad solo, llorando, sin que nadie se preocupase en auxiliarlo. Así fue como el joven niño tomó la cornamenta frente suyo con fuerza, Quinihil a pesar de la sorpresa se mantuvo en su lugar con devoción y temor de lastimar a la frágil criatura, hasta que escuchó crujir su cuerno derecho y se apartó con cuidado. Temió que estuviese roto, pero al notar que seguía sujeto a su cabeza se tranquilizó y supuso que solo se habría astillado.

Miró al niño con curiosidad, se veía pequeño y débil, tan vulnerable como una insignificante hormiga, pero al parecer no era tan indefenso como se percibía en su apariencia, el niño aún inmóvil en su lugar no supo que hacer, sin duda algo malo había hecho por lo que cuando el ciervo agachó todo su cuerpo delante suyo no supo cómo reaccionar, no tenía intenciones de hacer crujir al animal nuevamente y que este se marchase asustado como el resto de los ciervos, al percibir esto el animal le señalo que se subiera sobre su lomo y el niño obediente pero cuidadoso le hizo caso.

De este modo Quinihil llevó al niño consigo y lo integró a la gran familia que conformaban, lo presentó por el nombre que su madre le había designado, Virindia Homiterra, el guía y creador. Dentro de la manada existieron los curiosos, quienes querían relacionarse con el niño pero no sabían cómo, ¿acaso los entendería? ¿aceptaría la comida que le ofrecieran? ¿sabría cuando huir y cuando prevalecer? ¿sabría siquiera detectar una amenaza?. También estuvieron aquellos que no parecían agradecidos con la llegada del extraño ser pero no podían desafiar al líder.

Pasaron los años, en los que lograron verlo como a un igual e intentaron instruirlo en el arte de sobrevivir, a pesar de que esto fue problemático cuando el niño cumplió seis años de creado, y ya llamaba la atención de las otras especies. No era algo inesperado, era un simio calvo y rosado viviendo entre ciervos, rompiendo rocas como quien rompe ramas y hablando con los árboles aunque estos nunca le respondieran.

Esta atención trajo consigo las malas intenciones de algunos de los seres fundadores, quienes no tenían intención de ceder el poder ejercido y preparar al novato como estaba dispuesto a hacer Quinihil. Uno de estos fue Sicutis el líder de los leones, el líder sin igual dentro del extenso territorio que compartía con Quinihil, sin tener en cuenta a Periculum un inmenso reptil que habitaba en lo alto de una pequeña montaña.

Así fue como Sicutis ofendido por las alabanzas a la fuerza aparentemente sin precedentes del niño le declaró que tales títulos debían ser ganados, después de todo ¿qué es un rey o héroe sin las personas que creen que lo es, que lo validan? De esta forma algunos de los leones se acercaron cazando a los ciervos de alrededor de Virindia para que Sicutis pudiera acercarse al niño e infórmale personalmente de que tendrían un encuentro, esa misma noche en la que el premio seria la vida, ya que solo los cobardes luchan únicamente por títulos o tesoros y solo los miserables viven siendo perdedores.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.