Virindia Homiterra: El Guía Del Futuro

5.

Virindia utilizó todas las fuerzas que le quedaban para regresar a su hogar, donde fue bienvenido por todos antes de que sus piernas cedieran dando paso al suelo, rápidamente se acercaron a socorrerlo. Se podía considerar suertudo por ser hijo de aquel ciervo, si hubiese que clasificar a Quinihil entre los demás seres pensantes de aquella antigua tierra, él era el curandero.

Las heridas con el pasar de los días dejaron profundas cicatrices que al llegar a la pubertad sólo se volvieron más finas para poder ocupar toda la extensión de su espalda, pero ninguna cicatriz hubiese sido tan profunda como la de su orgullo. El altercado había logrado que reflexionara sobre sus decisiones, su moral y sus creencias, cuanto más tiempo pasaba menos se reconocía, como había sido capaz de deshonrar de tal forma a la madre tierra, lo último que deseaba era decepcionarla, le debía todo y lo único que le dio fueron disgustos.

Por suerte o esfuerzo Virindia llegó a la pubertad siendo un joven aún delgado y con aspecto frágil pero ya más astuto, más empático y dando rasgos de quien sería en la adultez. Pasaba sus tardes recogiendo hiervas y pescando para comer en un río junto al lugar donde recurrentemente buscaban comida los ciervos, de este modo se encontró sumamente extrañado cuando la mano derecha de Quinihil le pidió que lo acompañase, el chico debió dejar su actividad para dirigirse con su padre, al entrar a la habitación hecha con ramas y malezas en la que se encontraba el líder quedo perplejo ante el aspecto de su padre usualmente jovial, Virindia era consciente de que se encontraba enfermo, pero no creía que estuviese tan mal, el pelaje se le había emblanquecido y tenía los ojos rojizos y entre cerrados.

–Lamento que os hayáis enterado de esta forma y aún más lamento que me debáis ver así, en estos momentos desearía ser capaz de daros mi conocimiento para que podáis hacer algo mejor de lo que he podido en mi vida entera. Oh hijo mío, hay tanto que aún no os he podido decir, tanto que tengo para enseñaros –Quinihil debió hacer una pausa para recuperar el aliento, se encontraba agitado todo el tiempo debido a la enfermedad–, les he mentido, no he querido que me veáis débil, pero ya no puedo sostener este enredo en el que yo mismo me he inmerso. No he enfermado, he sufrido un desagradable encuentro con Periculum y ha querido castigarme de una de las formas más crueles que se puede castigar a uno de nosotros, con la muerte provocada. Hijo mío, en serio espero que este no sea mi destino, pero si es así no tengo más que aceptarlo.

–Oh padre, yo puedo ayudarlo, estoy seguro que debe haber una cura, usted que todo lo sabe, ilústreme y lo conseguiré–Pidió Virindia.

–Jamás he logrado curar a nadie de la rabia del gran Periculum, esa criatura es simplemente mortal. Nadie sobrevive a su veneno, ni sus propios secuaces que son quienes tienen una gran resistencia al veneno.

–Yo puedo ayudarlo, se lo mostraré señor, le enseñaré que soy digno de su afecto.

Virindia comenzó su viaje con un único fin, era de conocimiento general lo mortal del veneno de Periculum principalmente por el desconocimiento alrededor de este, todo ser infectado por el moría casi al instante, era sorprendente la resistencia de Quinihil.




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