Virindia Homiterra: El Guía Del Futuro

6.

Por lo que Virindia tuvo una única y poco audaz idea, esta no era propia de su naturaleza pero las circunstancias exigían soluciones drásticas por lo que el joven se dirigió a esos lugares que nadie quería pisar, tierras que prefería pensar que nunca tendría la obligación de ir, de este modo llegó a los alrededores de los nidos de víboras, sobre la montaña junto al río de la vida.

Periculum no era difícil de encontrar era un ser gigantesco y tenebroso en medio de las estructuras, las demás serpientes colgaban de los árboles reptando a su alrededor, como si lo orbitasen, Virindia se sorprendió de que ninguna lo atacase pero supuso que estaban más curiosas por su presencia que atemorizadas, el joven estaba en su territorio y le ganaban en número, si tuviese cualquier mala intención no llegaría a siquiera dar un paso antes de morir envenenado.

En cuanto Periculum se percató de su presencia se acercó de forma imponente y sorprendentemente ágil para su robusto cuerpo, pero Virindia no retrocedió.

–Bienvenido sea usted, ¿qué os trae por tierras tan lejanas y ajenas? –preguntó con una amabilidad forzada el líder serpientes.

–Pues bien sabe señor, el motivo por el que me encuentro en vuestras tierras, vosotros conocéis perfectamente el peso de vuestras acciones y las consecuencias de las mismas en los ajenos. Vengo a rogarle la cura, vosotros que habéis visto crecer el mundo juntos, habéis presenciado la creación de gran parte de lo que aquí se encuentra, os suplico que le otorguéis otra oportunidad al gran Quinihil, no es provechoso perder su conocimiento –pidió Virindia intentando ocultar la repulsión que le generaba el ser frente a él, su piel viscosa, sus ojos como rendijas y sus escamas sobresalidas.

–Mi interés por las viejas amistades es tan bajo como mi miedo por las consecuencias de mis acciones, vuestro líder ha de ser más cauteloso con el uso de tal inteligencia, más soy consciente de vuestro destino y comprendo vuestras preocupaciones por el futuro, una pequeña llama en mi interior se encoge al escuchar su ingenua y cenutria esperanza, en mi osada ignorancia me atrevo, incluso, a llamarle fe, pero la fe es la asesina de los tontos. Aun así optaré por brindarte una pequeña oportunidad, mas debes contestar correctamente para tener la posibilidad de salvar a vuestro amado líder, con completa sinceridad deseo que no dejéis en vergüenza la incomprensible inteligencia del gran Quinihil –propuso el reptil sin dejar de sisear, mientras comenzaba a caminar y Virindia a seguirlo de cerca.

–Contestaré cualquier pregunta que os propongáis realizarme.

–Lo que os propongo no es responder una pregunta, sino un acertijo.

–Sea lo que sea os lo responderé correctamente, señor –respondió de forma confiada Virindia, era un joven seguro e instruido en diferentes ámbitos, a pesar de su corta edad se sentía bastante seguro sobre su conocimiento.

–Me agrada vuestra confianza, recuerdo uno sencillo, decía algo como “Crezco, mas no estoy vivo, no he de tener pulmones y aun así respiro, ¿quién soy?”




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