Virindia permaneció en silencio, sin conocer la respuesta, era capaz de responder preguntas complicadas a pesar de su corta edad, pero nunca le habían realizado un acertijo, estaba acostumbrado a las usuales consignas claras no a las complicadas y enrevesadas cuya respuesta podía ser más de una.
–Lo siento –tartamudeó Virindia– podría repetirla…
–De acuerdo, me apiadaré de vuestra juventud y lo pondré más fácil para usted. Le propongo un nuevo acertijo “Habla sin boca, corre sin pies, está ahí pero no lo ves, es nada y todo a la vez, puedes oírlo si escuchas bien, más si estás desprevenido como un traidor te golpea en la espalda y ni aun así lo ves” –finalizó Periculum antes de dar un latigazo con su cola en la espalda de Virindia.
El joven atravesó con fuerza unos arbustos pero no tocó el suelo que esperaba, sino que cayó percatándose por primera vez de que el nido de las serpientes estaba en la cima sobre el lago de la vida, justo encima de este, incluso durante la caída ya se preparaba para el golpe mientras el único sonido era una risa seseante y la corriente que quizás era obra del contexto, pero Virindia tenía la sensación de que nunca había sido tan aterradora y fuerte como ese día, pero probablemente era la sensación que le daba el saber que pronto sería la causa de su muerte.
El agua estaba helada contra su piel y se sentía más pesado de lo normal, como si una fuerza lo llevara hacia el fondo, luchaba con todas sus fuerzas dando brazadas hacia lo que creía que era la superficie, pero todo estaba tan oscuro que no estaba seguro hacia donde estaba intentando ir, la corriente lo hacía dar vuelta tras vuelta por lo que situarse era aún más difícil.
Cuando Virindia sentía que el aire se terminaba dentro de sus pulmones y como lo remplazaba el agua notó como una fuerza lo lanzaba hacia la superficie donde logró tomar una rama y sacarse a sí mismo de aquella trampa mortal, comenzó a escupir agua sobre el césped en el que se encontraba, completamente agotado tras el gran esfuerzo.
Pasó allí un rato quizás incluso unas horas, en un inicio necesitaba recobrar el aliento, pero pronto su cabeza dejó de latir por la falta de oxígeno; se sentía avergonzado de su inocencia, y aún más se sentía tonto, quizás simplemente no estaba hecho para eso. Estaba perdido sobre cómo podía salvar a su padre y cuanto más tiempo dejaba pasar sabía que más lejos estaba de encontrar una cura y Quinihil se encontraba más cerca del final de su vida.
El cielo se oscurecía poco a poco y el único sonido era el del peligroso lago de la vida, pronto la luz surgió al final del túnel de la perdición en el que se encontraba Virindia, solo había alguien que tenía todas las respuesta, alguien a quien él le debía todo.
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Editado: 09.07.2025