P1. Capítulo 8
Labios de cereza
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Nicolás había preparado la pequeña pulsera en una cajita de regalo, a la cual le había colocado un lazo rojo con mucho cariño; ¿estaría exagerado?. Ean ya le había expresado sus sentimientos y aunque precipitado se sentía muy alagado.
Desde su mudanza las cosas habían empezado a funcionar; en su trabajo como maestro en el taller de pintura le estaba yendo bien y aunque había días que regresaba exhausto sentía que últimamente tenía un refugio a través de la figura que empezó a representar Ean en su corazón.
Lo único que lamentaba era no poder hablar tan seguido con él, pues Ean si acaso contestaba de día por medio, pero era entendible, de seguro estaba ocupado.
Finalmente y vencido por el sueño Nicolás se prepara para dormir; sin embargo, al volver a ver la rosa regalada por Ean, esta ya había perdido todo su color y vialidad, por lo que optó por colocarla en una pequeña cajita. Pronto compraría alguna especie de marco, después de todo esta flor era la que los había unido, por lo que la quería conservar lo más que pudiera, ya que para él también era sinónimo del nuevo giro que estaba tomando su vida. Que ojalá fuera para bien.
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El día de la cita había llegado, y esta vez Ean había avisado que le era un poco complicado ir a recogerlo directamente a su casa, por lo que su nuevo punto de encuentro había quedado al oeste de la ciudad, frente al centro comercial. El tiempo parecía avanzar despacio mientras Nicolás creaba en su mente un sin fin de situaciones, lo cierto era que él había estado esperando con ansias esta cita.
Conforme las manecillas de su reloj avanzaban se hacía cada vez más evidente el retraso de Ean, el cual hasta el momento no había dado ni una sola señal de vida. Con el trascurso de cada segundo su próximo encuentro parecía cada vez más improbable, como si sus fantasías fueran siquiera un gran espejismo de sus aspiraciones, después de todo ¿qué le había visto Ean para enamorarse de él? (como solía afirmar). Finalmente en el transcurso de 40 minutos el celular de Nicolás suena, haciéndolo volver a sus sentidos
Ean - ya estoy aquí afuera, sal
Aquella conversación fue demasiado rápida, Ean ya había colgado sin siquiera esperar la respuesta de Nicolás ¿acaso había algo que lo habría puesto de mal humor? Nicolás salió rápido a la entrada principal, observando que el ostentoso y elegante auto negro de Ean ya esperaba por él.
Su conversación fue en extremo superficial habiendo ocasiones en las que Nicolás sentía que sus suaves palabras no eran capaces de llegar hasta aquella apuesta estatua que se encontraba al frente suyo.
No obstante, sus pensamientos se vieron interrumpido cuando Ean detuvo su coche frente a uno de los hoteles más prestigiosos de la ciudad
Ean - Vamos para que lo veas por dentro - Decía con tono seguro - este hotel que tienes en frente es uno de los más exclusivos y prestigiosos del país, es una de las innumerables sedes que está bajo mi supervisión - comentaba con un aire de superioridad que a Nicolás le parecía por más que adorable. Para él era como si Ean tratara de impresionarlo y mostrarle su valía con el fin de ganarse su afecto; aunque siendo honestos no estaba muy alejado de la realidad...
Nicolás - es sorprendente - dijo con una sonrisa mientras miraba directamente a esos profundos ojos oscuros que tanto le habían gustado.
De inmediato Ean confiado empieza a relatarle sobre lo lujoso de aquel majestuoso edificio mientras que con paso seguro caminaba hacia el interior. Ahondaba en cada pequeño detalle que le era sorprendente que un solo hombre pudiera manejar toda aquella información, era simplemente fascinante escucharlo, cada palabra que decía era como un poema que proyectaba todo el amor y esfuerzo que le había dedicado al hotel.
Al ingresar Ean le sugirió a Nicolás darle un pequeño recorrido por las instalaciones, el cual aceptó gustoso. La alegría que embargada el cuerpo de Nicolás era algo que hace mucho no había experimentado, de cierta manera lo hacía sentir algo incómodo, pero no deseaba soltar aquel sentimiento.
"Cada vez que veía a Ean sentía como mi agitado corazón se calentaba, era un ser qué iluminaba por completo el camino y hacía que aquel ya deporsí majestuoso hotel desprendiera un aura sumamente agradable." Pensaba Nicolás
Ambos siguieron hasta llegar a un balcón, donde se podía admirar la piscina
Nicolás - es sorprendente
Ean - ni que lo dudes, fue diseñada por..... - sin prestarle más atención a las palabras de Ean Nicolás posaba su mirada sobre aquellos labios de cereza, ¿serían tan dulces como aparentaban? A simple vista se veían muy suaves y el deseo de tocarlos se iba encendiendo conforme avanzaban los segundos, aquellos labios que una vez rechazó por temor ahora los deseaba con locura.
Ean - Nic, Nic, ¿siquiera me estas poniendo atención? ¿De qué estoy hablando?
Nicolás - Disculpa! Me distraje un poco, estábamos hablando sobre la historia de la piscina y el diseñador quien la hizo, por cierto, es muy hermosa - comentaba Nicolás mientras apenado y con sus mejillas enrojecidas volteaba a ver a la piscina - es muy refrescante...
No obstante, el inesperado acercamiento de Ean cortó sus palabras, arrinconandolo con suavidad entre la pared y la baranda del balcón.
Ean - me temo que te equivocas - dijo bajando el tono a uno que resaltaba lo áspero de su voz - te preguntaba si querías ir a nadar, soy capaz de apartar todo el lugar por ti - acto seguido su mano acarició suavemente el cachete de Nicolás teñido de la preciosa tonalidad rosada que encendía sus deseos, finalmente su dedo se posó sobre sus dulces labios - ¿crees que no me había dado cuenta en la manera que me miras?
Nicolás - eh? Perdón, yo... No sé en qué...
Ean - yo también te deseo, ¿me dejarías besarte?