Volverás a ser mía

Prologo

6 de diciembre de 2000.

 

— Eres el amor de mi vida Diliana, lo eres todo para mí. — Kiram la abraza fuerte.

— Yo también te amo Kiram, no sé qué haré si algún día no estás a mi lado. Si por cosas del destino nos separamos. —ella inhala su aroma para grabárselo en su mente y su corazón, no entiende el porqué de esa opresión en el pecho. Es como si ese abrazo fuera el último.

— No pienses en eso, nunca estaremos separados, tú siempre serás el amor de mi vida, la razón de mí existir. —entrelazan sus manos.

— Tengo miedo, siento un dolor aquí – señala su corazón – prométeme que nunca te irás, prométeme que siempre estarás junto a mí.

—Te lo prometo, siempre serás mi único y verdadero amor. – selló el pacto con un casto beso.

 

*******

 

   Luego de esa promesa Kiram sale de casa de su amada novia a eso de las ocho de la noche, debía ir a su casa, su padre un hombre mayor, dueño de una cadena de hoteles, le llamo para que fuera a su casa en carácter urgente, ya que se ha generado una situación que requería su intervención. Cuando al fin arribó a su casa, vio el auto de su mejor amigo Charlie Guzmán y otro que no sabía de quien pudiera ser. 

Entró a la casa, caminó hasta la sala de estar y vio a Kesha Moretti su compañera de universidad, no tenía confianza con ella, apenas había cruzado algunas palabras en alguna clase. No eran amigos, de hecho, ella se le insinuó unas cuantas veces, pero él la rechazó por el amor que le tiene a Diliana. ¿Que tenía que ver él con esa chica?

— Hijo que bueno que llegas. – dice su padre, en un tono que en ese momento Kiram no pudo identificar, pero no le gustó nada. Todas las miradas se volvieron hacia él.  Una pareja de personas mayores sentadas junto a Kesha lo miraron con desprecio.

— ¿Papá, que sucede aquí? – mira a su padre que niega con su cabeza.

— Kiram, ellos son los padres de Kesha. – dice su padre.

— Padre eso ya lo sé, lo que quiero entender es que hacen aquí, ¿Cuál es el asunto que nos compete con ellos? — nada de eso le estaba gustando.

— Será descarado – escucha a la mujer mayor muy parecida a la chica.

— ¿Perdón? – Kiram la mira de mala manera.

— Hijo, los señores Moretti alegan que su hija, la señorita aquí presente está embarazada y que tú eres el padre de ese niño.

— ¡Que! Eso es imposible – ve que Kesha comienza a llorar – Habla, dile que ese hijo no es mío. Confiesa de quién es, cuenta que nunca he estado contigo. – la zarandea.

— Suéltala salvaje – grita el hombre – tenemos testigos, ya sabíamos que eso iba a pasar. Charlie confirmó que hace un mes te pasaste de copas y terminaste en un motel de mala muerte con la ingenua de mi hija. — escupe el hombre y eso fue como un balde de agua fría para Kiram. Cerro los ojos para recordar esa mañana donde despertó sin noción de lo que había sucedido, solo que había salido a darse algunos whisky con Charlie, pero despertó en esa cama de hotel barato, solo pudo llamarlo a él, pero nunca dijo nada de haberse acostado con nadie.

— ¿Charlie eso es cierto? – voltea por primera vez a ver a su amigo.

— Lamento informarte que sí – Kiram pone sus manos en la cabeza tratando de controlar su ira.

— Ves como sí es tu hijo, — habla nuevamente el hombre canoso — exijo que te cases con mi hija, ella no merece menos después de la deshonra a la que nos has sometido. —  él no podía estar hablando en serio. La sangre a Kiram se le congelo. Casarse con otra mujer que no fuera Diliana, eso no estaba en sus posibilidades.

— No pienso casarme con ella, están dementes. Yo no amo a su hija, puedo hacerme cargo del niño, no le faltará nada, después de la prueba de ADN claro está. — recalca angustiado.

— No padre, no permita qué pase por esa humillación, que dirá la gente de mí, que soy una fácil, que se acuesta con uno y con otro. — interviene Kesha con su rostro empapado por sus lágrimas.

— Está bien mi reina, esto se hará así, o te casas mañana mismo con mi hija o ese niño no nace. — escupe el señor Moretti.

— ¡Que! No, mi hijo se casará con su hija, no permitiré que un nieto mío sea abortado, nunca permitiré que ese niño no nazca. — asegura Nathaniel Aydin, el padre de Kiram.  

— Gracias señor Aydin, no esperaba menos de usted. — sonríe triunfante Kesha.

— Pero padre…— Kiram se ve interrumpido por su progenitor.

— Nada de peros, mañana te casa y viajas a España te radicarás allá y no volverás a Berlín. Es mi última palabra. — ordena el mayor de los Aydin.

— ¿Y si me niego? – desafía Kiram.

— No me restes Kiram, sabe que soy capaz de cerrarte todas las puertas y dejarte en la calle, así que harás lo que yo te diga. Mañana habrá boda y viaje.

Kiram se voltea hacía Kesha, la mira con el rencor más grande que puede tener.

— Te juro por mi vida, que te vas a arrepentir. Nunca te tocaré, nunca serás mi mujer y nunca te amaré. Siempre cargarás mi desprecio porque acabas de matar mi alma. – se volteó a su padre – y si ahora me permite, padre, voy a preparar mis maletas.




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