Volverás a ser mía

2

 

Kiram bajó hasta uno de sus bares favoritos en el hotel. Pide un vaso del whisky, lo necesitaba después de la ardiente discusión con su esposa, no lograba comprender porque después de tantos años Kesha no comprende que él nunca la amará, que su único amor siempre será Diliana y que por más que extendiera la agonía él terminará separándose de ella. Él tenía todo para que firmara, pero quería irse por las buenas para no afectar a su hijo, sus pruebas de adulterio eran más que suficiente para quedar libre de ella. Él sabe que, si las presentaba ante un jurado, ella misma en busca de defenderse anularía ese matrimonio, a él no le importaba tener que mantenerla de por vida si con eso hacía feliz a su hijo, pero él debía pensar en su propia felicidad y esas solo será al lado de Diliana Ovalle.  Esta entretenido pensando en la mujer que está en una de las habitaciones del hotel cuando siente su celular vibrando en su pantalón. Ve la pantalla y es su amigo de la infancia.

— Hola Charlie, ¿Cómo estás? – pregunta a su casi hermano.

— Bien mi hermano ¿Qué inventas?

— No mucho, por cierto, tengo algo que contarte, ¿Por qué no llegas al hotel y nos tomamos unos whisky mientras te cuento? — comenta feliz.

— Dalo por hecho, estoy a media hora del hotel.

— Te espero. – termina la llamada y vuelve a sumergirse en su pensamientos.

     Su amigo puntual llega al hotel, estaba ansioso por saber qué era eso que tenía que contarle, en cuanto Kiram dejó a Kesha sola en su habitación esta lo llamó contándole todo lo que se habían dicho. El conocía a su amigo mejor que nadie y aunque no podía dar crédito al a loca de su mujer, presentía que al fin había encontrado a Dilianita, como él le decía en forma burlona. Entra al bar y lo ve de lejos, se acerca y ve que en su rostro se dibuja una enorme sonrisa. Algo inusual en Kiram, pues desde que se casó con Kesha se volvió una persona amargada y gruñona.

— Y bien, ¿Qué eso que me tienes que contar? – pregunta Charlie sentándose en la silla frente a la barra.

— No comas ansias, ¿un whisky? – el rubio asiente.

— Doble y a la roca – Kiram llama al barman para pedir que les sirvieran dos vasos. – ¿Y bien? — vuelve a preguntar.

— Ella está aquí – Charlie palidece, logra disimular bebiendo un poco de su trago.

— ¿De quién hablas? – pregunta, haciéndose el desentendido. Necesitaba escucharlo de su propia boca.

— De Diliana, el gran amor de mi vida. – su mirada se ilumina, Charlie no sabe que decir ante tal confesión.

— ¿En serio? – vuelve a beber de su vaso — ¿Y qué piensas hacer ahora? La última vez que yo la vi no tenías muchas oportunidades de conquistarla. Esa mujer es terca como mula.

— Lo sé, aún no he ideado un plan para reconquistarla, pero de algo si estoy seguro, esta vez no la dejo escapar así se me vaya la vida en ello. – dice un orgulloso Kiram.

— Y ella sabe que este es tu hotel – Kiram asiente.

—  Esta tarde me vio, tenía una cita con ella y dos de sus empleados para llegar a algunos acuerdos para remodelar algunos de los hoteles, es un tiempo prudente para poderla reconquistar.

— Tienes un arduo trabajo amigo. Esa mujer es un hueso duro de roer y más si contamos que te fuiste sin decir ni una palabra, ni una carta, nada.

— Gracias, Charlie – dice con todo el sarcasmo que puede externar.

— ¿Quieres que hable con ella? – se ofrece su amigo de buena fe.

— No, quiero hacerlo yo, quiero ganarme su perdón poco a poco.

— Bien como tú quieras. Después no digas que no quise ayudarte. — dice tomando lo último en su vaso.

Ambos hombres despiden, ya entrada la noche Kiram debía descansar para el próximo día, haría un evento en el hotel para que ella asista y así poder estár un poco más cerca de ella.

 

********

 

Diliana está en su habitación mirando por el gran ventanal que daba al balcón, desde allí el horizonte se veía más cerca, sentía paz a pesar de saber que su ex amor esta varios pisos arriba, siente la puerta sonar, sale de su ensueño y va hasta la puerta, mira la hora en el reloj que hay junto a la cama, era tarde, no esperaba a nadie, solo esperaba que Amanda y Leonardo hubieran podido cerrar el negocio.

— ¿Quien? —pregunta antes de abrir, ni estando realmente desquiciada abriría si es él.

— Soy yo, Amanda. Abre la bendita puerta. – dice entre risas. Diliana abre la puerta— no creas que te vas a librar de contarme. – dice mostrando las dos botellas de vino blanco que tenía en sus manos.

—  Nunca te he dicho que eres verdaderamente insoportable cuando te lo propones. — blanquea sus ojos.

— Ni creas que con eso te vas a librar de mí. Ya te dije que no tendrás excusas. — dice abriéndose paso a la habitación de la mujer.

— Bien tu ganas. — camina hasta el minibar de la habitación para buscar dos copas.

— Tienes que contármelo todo, empieza desde que tenías un año si es necesario. – Diliana sonríe ante las palabras de su amiga y se sienta a su lado mientras está llena sus copas de vino.

— Antes quiero que me cuentes como les fue con el desagradable dueño del hotel. — Bebe de golpe todo el contenido de la copa. Tan solo de pensarlo sentía sed. Una que solo él podía saciar, pero que ni muerta aceptaría delante de nadie.

— Todo normal, el señor Aydin aceptó todos tus términos y condiciones sin protestar. Propuso un presupuesto más alto. – Diliana vuelve a llenar la copa mientras piensa en que trama ese hombre aceptando y proponiendo más de lo que ella había propuesto—. Eso quiere decir que ahora trabajarás directamente con el papacito dueño de los hoteles más prestigiosos de la región ibérica. Aun no entiendo como pudiste hacerle eso y que él haya aceptado todo sin siquiera protestar aun con lo que le hiciste.

— Bueno ya ni hablar, de ese proyecto, se van a encargar Leonardo y tú. Cuando lleguemos a las oficinas centrales en Berlín firmó todo para que queden al frente del proyecto.




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