Volverás a ser mía

3

Diliana sube a su habitación después de una tarde en buena compañía, sus compañeros de trabajo eran todo menos personas serias, había disfrutado como hacía mucho no lo hacía, se dio un baño para quitar los aditivos de la piscina de su piel. Se puso su albornoz y salió del baño para buscar ropa, bajaría a cenar para alguno de los restaurantes del hotel, no le apetecía cenar en la habitación. Escucha la puerta y va a ver quién es, si es el innombrable la iba a escuchar. Cuando abre la puerta se encuentra con un hombre mayor, de algunos 50 años, vestido de traje.

—Buenas tardes, señora Ovalle – mira la lista y el número de habitación para cerciorarse que no estuviera equivocado.

— Sí, ¿en qué puedo ayudarle? — pregunta algo confundida.

—Vengo de parte de la gerencia del hotel para invitarle personalmente a la gran gala que se celebra mensualmente en el hotel para agasajar a los huéspedes. La esperamos a las 8:00 de la noche en el salón de actividades, de más está decir que es vestimenta formal. — expresa le hombre pidiendo a Dios perdón por semejante mentira. Ellos no celebran cada mes gala de nada a menos que sea para una obra benéfica y el señor nunca hace acto de presencia.

—Sí, entiendo, muchas gracias, allí estaré. — confirma Diliana sin ningún problema, ya que no es el primer hotel que hace dicha actividad.

Diliana cierra la puerta cuando el hombre da media vuelta para marcharse. Va a su armario y ve el vestido negro, que había empacado por si acontecía un evento de improviso. Llama a Amanda y a Leonardo para saber si también fueron invitados, ambos confirmaron su asistencia, se dispuso a arreglarse, era bastante tarde para descansar.

Arreglo su cabello en un elegante recogido en forma de flor, maquillo muy sencilla, poniendo como llamativo el labial color rojo carmín y por último se puso el vestido negro, estilo sirena, con el escote en encaje negro con dorado y una apertura en la falda dejando al descubierto una de sus piernas hasta mitad de sus muslos. Ya lista llama a Amanda quien confirma que ya se encuentra subiendo con Leonardo de compañía. Toma su bolso de mano y su llave de la habitación y sale.

— ¡Uy! Qué guapos andan hoy. – exclama Diliana al ver la bonita pareja que hacían sus dos amigos.

— Amiga, tú no te quedas atrás, te ves fabulosa. – dice Amanda dando un abrazo a su jefa.

—Bien, dejemos los halagos y bajemos ¿Les parece? – interrumpe Leonardo un poco más jovial que de costumbre.

— Claro, vamos. – Leonardo les ofrece sus dos brazos para que cada una camine a su lado.

—Les aseguro que voy a ser el hombre más envidiado de la noche. – dice y las mujeres sonríen.

Ya en la puerta del salón de actividades se encuentran una chica, con la lista de invitados y una mesa llena de antifaz.

—Buenas Noches, sus nombres.

— Yo soy Diliana Ovalle y ellos son… — se ve interrumpida por la extrovertida chica.

— Ellos son Amanda y Leonardo, ustedes escojan cualquier antifaz de la mesa, señora Ovalle a usted le designaron este.

— ¿Y si no quiero ponérmelo? – Diliana se cruza de brazos conociendo la razón por la que le piden que se ponga uno en específico.

— Yo sería despedida, jugaría con mi trabajo, estuve esperándola toda la tarde solo para poder mantenerlo, el señor Rodolfo amenazó con que si no lo llevaba puesto yo quedaría desempleada. — dice la chica al borde del llanto. A Diliana no le costó más remedio que ponérselo por las buenas esa chica no tenía la culpa de los problemas con el dueño del hotel.

Diliana entró sola al salón ya que sus amigos habían pasado antes, iría a buscarlos, según ellos irían a buscar algo para tomar, pero algo le dice que esos dos algo planean, desde la tarde se daban miraditas. Camina por el amplio salón, saludando algunos que voltean a verla, la decoración es una muy elegante. Se aprecia que fue algo muy bien planeado, se quitará de la cabeza que es una trampa del señor Aydin para estar cerca de ella. No se dañaría la noche en pensar en quién no lo merece. Toma una copa de champán y camina alrededor de las mesas, había algunas nombradas y otras no. Una de ellas llamo la atención de Diliana, ya que era la única mesa de un color morado fuerte y de decoración tenía una violeta. Sonrío sin darse cuenta, solo un persona conoce cuál es su flor favorita, solo una persona conoce su color favorito y ese era él. El hombre que amó en su juventud. Este hombre que robó tantos suspiros como sollozos. Se sentó en una de las mesas mirando a las personas que entraban para disfrutar del evento, todos se veían muy distinguidos, seguro debería estar haciendo relaciones publicas aprovechando el momento y promocionar su compañía. Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz que le hizo sentir mariposas en el estómago.

—¿Estas disfrutando? – Diliana se pone de pie para tomar distancia de ese hombre que la pone tan nerviosa.

—Acabo de llegar, pero sí, gracias por la invitación. — trata de disimular sus nervios.

—No agradezcas, para mí es un honor contar con tu presencia en este evento. Como debería ser siempre – da un paso adelante para quedar frente a ella. – te ves hermosa. — Acomoda un rebelde mechón de cabello que se había salido de su recogido.

—Kiram por favor, nos están viendo, no quiero hacer ningún espectáculo, ya con el del vino en el restaurante me basta. No me gusta que me miren. — dice avergonzada.

—Mi amor, solo te pido que me dejes hablar. — Diliana niega mirando a su alrededor.

— No vuelvas a decirme mi amor. — lo señala con su dedo índice– entiende yo dejé de ser tu amor cuando me dejaste tirada hace 15 años y sin ninguna explicación. Así que te voy a pedir de favor que no te me vuelvas a acercar. — termina de decir, da media vuelta y se va.

Diliana interactúa con alguno de los presentes, habla de sus contratos y algunos de los negocios que la llevarán a España en esos meses. Muchos se interesan en contratar sus servicios y arreglan citas. Está envuelta hablando con dos caballeros cuando escucha que la llaman.  




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