Volverás a ser mía

4

 

 La mujer despierta con la luz del sol, una sonrisa se posa en su rostro, hoy va a casa con sus hijos, Daniel y Fabio su vida, Se pone cómoda, no le gusta estar con ropa incómoda para estar en un aeropuerto, se puso unos vaqueros, un top sin tirantes y tenis rosa pálido en combinación con la top. Verifico que todo estuviera en orden, que no se quedara nada y salió al encuentro de sus compañeros de viajes, todos viajarían por la misma línea ya que los pasajes lo habían sacado la compañía.

Amanda y Leonardo la esperaban en un restaurante para salir desayunados, la espera en el aeropuerto desespera y era mejor llegar listos para eso. Después de un rico desayuno los tres tomaron sus maletas y salieron, Diliana había solicitado el servicio de una limusina, quería ir cómoda junto a sus acompañantes, el chofer de esta le abre la puerta, ella deja la maleta para que este la ponga en el baúl del auto y monta, inmediatamente monta el chofer cierra la puerta y escucha los seguros, mira al frente y lo ve, su sonrisa se hace de oreja a oreja.

—¿Que pretendes Kiram? — pregunta llena de rabia.

—Que me escuches. —Este se acerca.

— No me interesa nada que venga de ti, déjame ir con los chicos. — dice señalando a Leonardo y Amanda que están montando en otra limusina.

—Me escucharás, lo que vistes ayer…

—Nada Kiram, sé perfectamente lo que vi ayer, no terminabas de besarme cuando ya estabas besando a tu esposa, amante o lo que sea. No quiero saber nada de un perro infiel como tú. -escupe enojada.

—¿Estas celosa, mi amor? —pregunta con sorna. Deseoso que esta le diga que sí, que lo está, que no puede vivir sin él.

—Ni en tus más profundos sueños estaría yo celosa de alguien como tú. Al contrario, la que me da pena es la ingenua que te cree todas tus mentiras.

—Kesha no es ninguna ingenua, he sido muy claro con ella. Jamás podría verla como mi esposa. -escupe comenzando a enfadarse. El no puede justificar lo que su mujer hace para retenerlo.

—Y eso a mí ¿qué? Mira Kir, si vamos a realizar este negocio tienes que entender que lo nuestro murió hace años atrás, ahora ambos tenemos vidas diferentes.

—Diliana, yo siempre te he amado. —esta bufa enojada.

—No se te ocurra volver a decir eso. Entiende que el amor no es un capricho, es algo más, es algo que se siente en el corazón, por amor se lucha, se enfrenta a todo sin importar las circunstancias. Yo me la iba a jugar por ti, por alguien que a la primera oportunidad se marchó sin decir una sola palabra. Yo sí puedo decir que te ame, yo sí puedo…

—Decir, que me sigues amando.

—No Kiram, ya no más, ya no puedo amarte sin pensar en todo el dolor que me causaste. Te lo entregué todo de mí, te di todo. —dice recordando esa noche en la que se entregó por completo bajo el engaño de que se casaría con ella, ¿Para qué? Para dejarla tirada con un gran secreto a cuesta.

—Diliana, tienes que escucharme, no tuve otra opción, no quise hacerte eso, el dolor que tú sentiste yo también lo sentí, yo sin ti estoy muerto, yo sin ti no tengo vida. Tú fuiste, eres y serás mi único amor. —dice al borde de la desesperación.

—Ya no mientas más. —grita llena de dolor al recordar todo lo que ha pasado todo estos años.

—Te lo juro, mi amor. – Kiram se acerca más quedando muy pegado a ella—. Te lo juro, eres el amor de mi vida. – la abraza fuerte.

—¿Por qué Kiram? ¿Por qué me dejaste sin una carta, un mensaje? Nada.

—Porque así me lo impusieron.

—¿Quién? ¿Quién nos alejó tan vilmente? — sus lágrimas comenzaron a bajar por su rostro. Su corazón duele de una forma inexplicable, era como si se estuviese rompiendo en millones de pedazos.

—Mi amor, no llores – Kiram levanta su rostro y ve sus hermosos ojos color miel, cambia su mirada a los labios de la mujer que están entreabiertos en una clara invitación a poseerlo, cosa que no dudó. Se aferró a ellos como si necesitara de ellos para vivir. Ella correspondió con la misma hambre, con la misma sed.

Después de un largo rato, separaron sus labios buscando poder llevar aire a sus pulmones, aun con los ojos cerrados este pone su frente sobre la de ella.

—No sé cómo he podido vivir tanto tiempo sin tus besos. —susurra sobre sus labios.

—Kir, esto no puede ser, yo soy viuda con dos hijos, y tu…

—Yo me divorciare de Kesha y todo volverá a ser como antes. Solo dame una oportunidad.

—No Kiram, no quiero ser yo quien rompa ese matrimonio. No quiero vivir con el miedo que me hagas lo mismo, que llegue alguien y tú me dejes como lo hacer con ella.

—Diliana, no te compares con ella, a ti ni en un millón de años te dejaría. – Diliana se separa por completo.

—Ya lo hiciste una vez, me dejaste por ella, ahora nadie me garantiza que no me hagas lo mismo. No Kiram, lo nuestro no tiene futuro, esto fue un verdadero error. —explica decidida a no volver a caer. Ya ella no tiene dieciocho años.

—Por Favor Diliana, no digas eso, nuestro amor nunca ha sido un error. Error son todos los que se han puesto en nuestra contra. — llegan al aeropuerto, el viaje lo había sentido corto. — deja y te acompaño.

—No – dice firme y decidida—. La conversación muere aquí, ya no más, esto no va a ser. Cuídate, por favor, respeta mi decisión, no me hagas volver a odiarte.

—Amor – Diliana pone su dedo en los labios del hombre que la mira con tristeza.

—No Kiram, ya nuestro tiempo paso y mientras más rápido lo aceptemos mejor. —Diliana baja de la limosina más fuerte que nunca. Por un momento pensó que él se iría tras ella, pero no fue así, él se mantuvo en la limusina mirando a distancia su entrada al aeropuerto.

Las horas pasaron rápido, llegaron a Berlín, en la tarde casi noche. Diliana recogió su auto en el estacionamiento del aeropuerto. Amanda y Leonardo tomaron un taxi hasta su casa, la más lejos que vivía era Diliana por lo mismo era más económico pagar el estacionamiento.




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