Volverás a ser mía

8

Dos semanas han pasado viéndose en secreto. Todos los días Diliana encuentra en su oficina ramos de violetas y orquídeas junto a un mensaje hermoso diferente. Él es un hombre detallista y siempre busca sorprenderla, en esas semanas han evitado verse en público, buscan opciones para poder vivir su amor en lo que Kiram puede resolver su situación y aunque Diliana no se siente muy convencida con lo que están haciendo el amor entre ellos es más fuerte, solo espera el momento indicado para poder confesar su verdad. Lo ha pensado bien y aunque fue una promesa que tendrá que incumplir a su difunto esposo, entiende que Kiram tiene el derecho de saberlo. Solo que no sabe en qué momento lo hará.

 —¿Estas ocupada? —pregunta Amanda entrando a la oficina de su amiga.

—Pasa —pide Diliana haciéndola a un lado los documentos que estaba leyendo.

—¿Estas bien? Dili, estoy preocupada, llevas días algo distraída y esquiva. —Diliana asiente. A su amiga no puede ocultarle más las cosas.

—Nunca pensé estar en esta disyuntiva. —explica la pelinegra señalando los muebles de la mini sala que tiene en su oficina.

—A ver, cuéntame. —Diliana suspira agotada. A pesar de saberse amada, no sabe cómo Kiram va a reaccionar cuándo se entere de toda la verdad.

—Kiram y yo —baja la mirada, no por vergüenza a su amor, sino por tener que reconocer que es la amante de su primer amor—. Decidimos estar juntos.

—¡No?! —dice sin creerlo de su amiga—. Al fin decidiste dar el paso. —esta se levanta de la silla para abrazar fuerte a su amiga. Ella es de las que piensa que uno debe luchar por su felicidad.

—Sí, pero es más complicado de lo que piensas. Yo tengo un secreto, uno que pesa y si no lo digo puedo perderlo para siempre. —explica llenándose de valor.

—Espera, ¿De qué hablas? —pregunta interesada la rubia.

—Tienes que prometerme que no se lo dirás a nadie. —Amanda hace que cierra su boca con sus dedos.

— Lo prometo – Diliana suelta un gran suspiro.

—Cuándo conocí a Daniel yo…

—Señora Ovalle, una persona pide verla. —la interrumpe Olivia. Amanda le dio una mirada furiosa a la recién llegada.

—¿Dijo nombre? —pregunta y la secretaria mira su libreta.

—Sí señora, es el señor Aydin, dice que tiene que consultarle unas nuevas remodelaciones. —Diliana asiente.

—Bien, que lo dejen subir. —ordena.

—Bueno, te dejo, pero no creas que voy a dejarte tranquila hasta que no me cuentes. —dice en son de broma desconociendo la gravedad del secreto.

Diliana espera que Kiram llegue, en cuanto este entra da órdenes a su secretaria de no ser molestada. En cuanto la puerta es cerrada Kiram la toma de la cintura para dejar un apasionado beso.

—No podía esperar a verte en la noche. —dice sobre sus labios.

—También te extraño, amor. —Diliana acaricia su rostro con todo su amor.

—Te amo tanto, no tienes una idea de lo mucho que te amo, Diliana. —vuelve a unir sus labios cayendo en el mueble más largo dejándose llevar por sus deseos.

Diferente a Diliana, Kiram por su parte le había contado todo a su mejor amigo Charlie confiando ciegamente en él. En esos días, Kiram empezó son los trámites del divorció. No lo quiso poner por adulterio, más bien lo puso por ruptura irreparable. Kesha está encaprichada con él y alega que todavía pueden arreglar las cosas, pero este se mantiene firme. Kiram le propuso una gran suma de dinero y la ganancia total de cinco de sus hoteles, pero ella no acepta nada, solo se aferra a algo que nunca será.

Terminaron abrazados entre caricias completamente satisfecho.

—Quiero invitarte a cenar, hermosa. —Diliana niega.

—No creo que sea lo correcto, amor mío. Además … —esta se llena de valor, para hablar del tema que les concierne.

—¿Qué pasa, mi reina? —pregunta al ver que la mirada de su amor se llena de lágrimas.

—Tenemos que hablar de algo muy importante Kiram. Es algo que tienes que saber. Te pido que te pongas en mis zapatos y puedas entender por qué lo hice. —esta baja su mirada nerviosa por la reacción que este pueda tener.

—Me estas poniendo nervioso, mi reina. —Este toma su rostro entre sus manos—. Dime lo que sea, yo nunca te juzgaré.

 —Kiram, esa última vez que estuvimos juntos hace quince años atrás, yo …

—¡Abre la maldita puerta! —escuchan que aporrea la puerta de la oficina. Ambos que un están desnudos al reconocer la voz de la mujer que grita como loca comienzan a vestirse.

—¿Llamamos a seguridad? —Diliana niega.

—Vamos a ver como la calmamos. Si la sacamos a la fuerza puede llamar a la prensa y sabes que hasta que no se dicte la sentencia de divorcio yo quedo como tu amante. —explica terminando de poner su ropa y acomodar su cabello.

— ¡Maldita perra! Te dije que es mío. — grita la desquiciada de Kesha en cuanto Kiram abre la puerta.

Diliana enfrenta a la mujer. En realidad, lo que le provoca es lástima. Por más que ame a un hombre nunca se aferraría de esa manera. Si no hay amor, no lo hay y punto. Nadie es propiedad de otra persona.

—No sé cómo llegaste hasta aquí, pero quiero decirte que yo no te he quitado nada. —dice calmada.

— ¡Que te quede claro, maldita infeliz! Yo hago lo que me da la gana, vine por mi esposo y voy a salir de aquí con él. —vuelve a gritar diciendo cosas que nadie le ha preguntado. Diliana blanquea sus ojos.

—Kesha, yo no soy de tu propiedad. —dice Kiram parándose al lado de Diliana.

—Eres un maldito infeliz. —grita tirándose encima para arañando, pero Kiram la detiene tomando sus muñecas.

—O sales a las buenas o envío a Olivia a llamar a seguridad. —explica Diliana llamando a su secretaria ya harta del espectáculo. Si va a llamar a la prensa que lo haga. Qué más puede hacer.

— ¡Entiéndelo bien, perra maldita! Primero lo mato antes de dejártelo. Nunca será tuyo. —escupe una enloquecida Kesha.




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