Volverás a ser mía

Capitulo final

Seis meses después

 

— ¿Lista? — Me pregunta el padre de Diliana — Sabes que ese muchacho nunca me gusto para ti, pero ha demostrado que te ama de verdad. Lo único que deseo es que seas feliz cariño. — dice depositando un beso en su frente. — Te amo hija.

—Gracias papá! — una lágrima amenaza con salir.

— Estas hermosa — dice su madre entrando a la habitación.

— Gracias mami, no sigan porque no voy a poder dejar de llorar. – los abraza y los tres se echan a reír.

— ¿Vamos? — pregunta su padre extendiendo su brazo.

— Vamos— contesta Diliana aceptando El brazos de su ya anciano padre.

A bajo la esperan sus hijos Daniel y Fabio. Cuando la vieron no tuvieron palabras expresar como se sentían, pero su cara de asombro se lo dijo todo. Habían escogido un vestido crema, era tipo cola de sirena, con encajes color violeta claro, un recogido estilo griego. Y un maquillaje natural que hacían resaltar sus facciones.

— Vamos, suban al auto, vamos tarde – dice el padre de la novia aún conmovido.

—Espera papé, espérame en el auto. —el padre frunce el ceño—. Tenge que hablar algo con Daniel. —Todos salieron regalándole privacidad.

—Dime mamá. —Diliana suspira rendida, era ahora o nunca, su hijo debía saber que su padre biológico es Kiram y no Daniel, aunque este no le acepte, peor será si lo descubre por alguna indiscreción.

Ya habían pasado mas de seis meses pensando en como decirle, pero ese día era crucial pues ella necesita empezar de cero y que mejor que dejando los secretos a un lado.

—Mi amor, no sé cómo decírtelo sin dañar la imagen de Kiram o mía. —Comienza y Daniel comprende menos—. Bueno, como saben el amor que Kiram y yo nos tenemos es de hace más de quince años. Él y yo queríamos casarnos, vivir una vida juntos para toda la vida, pero como supieron hace meses atrás la madre de Alejandro le dijo que estaba embarazada y el tuvo que casarse con ella sin saber que yo también esperaba un hijo suyo. —el rostro del chico se desfiguró, el ya no es un niño para entender lo que su madre quiso decirle.

—Comprendo, ¿El lo sabe? —Diliana asiente.

0Y te ama mucho, esta triste por que yo no dejé que te lo dijera, pero desde que se enteró solo quiere pasar mas tiempo contigo y demostrarte que te ama.    

— ¿Por qué hasta ahora me lo dices? —Diliana toma su mano.

—Porque Daniel me hizo prometer que nunca te lo diría, pero hoy comienza una nueva vida para nosotros, no quiero mas secretos que en un mañana nos alejen, por eso te lo estoy diciendo. Kiram no sabe que tú lo sabes, así que, si no deseas llamarlo padre, no hay problema. Tú y solo tu decidirás si lo aceptas o no. —le guiña el ojo a su hijo que solo asiente y sale del lugar algo pensativo.

Diliana se sintió mas tranquila al ver que tampoco su hijo odiaba a Kiram, no lo había tomado mal, salió de su casa para entrar en la limusina en la que la esperaba su padre.

 Decidieron casarse en Berlín, en la ciudad que los vio nacer, la misma que los acunó y les enseñó el significado del verdadero amor. El amor más grande que persona alguna puede sentir. Al ser viudos pudieron casarse por la iglesia. Los nervios de la novia estaban a flor de piel. El novio por su parte camina de lado a lado en la iglesia aguantando que su hijo Alejandro se mofara de él y de sus nervios.

—Vamos cariño – su padre le extiende la mano para ayudarla a bajar.

Cuando bajan de la limusina, tanto su madre como sus hijos la abrazan y besan deseándole felicidad. No podía sentirse más bendecida. Su padre aprovecha el tiempo de la entrada para decirle lo orgulloso que se siente de haber tenido a una hija como ella. Se paran en la puerta y entonces se ven, Kiram parado frente al altar junto a Alejandro. Diliana camina junto a su padre hasta llegar al hombre que la espera con ansias.

—Te entrego la mano de mi hija para que la hagas feliz y seas un ejemplo para mis nietos. – dice el señor Ovalle entregando la mano de su hija.

—Solo viviré para hacerla feliz y ayudarle a criar a nuestros hijos. – se miran a los ojos tratando de aguantar el deseo de besarse. Se acomodaron frente al altar para que el sacerdote comience con la boda.

 Todo fue bello, pasaron la hora entre miradas cómplices y sonrisas. Se juraron amor eterno frente a sus familiares y amigos cercanos.

— Puede besar a la novia. — dice el padre.

— ¿Puedo, Señora Aydin? – Diliana asiente al mismo tiempo que su corazón comienza a latir fuerte por la emoción. La toma de la barbilla para mirarla a los ojos.

Kiram pone su mano libre en su cintura pegándole al mientras une en un cálido beso sus labios. Cuando se separan Kiram pega su frente a la de Diliana y dice que la ama. Toma su mano para salir de la iglesia hasta la limusina.

    Llegan a la recepción donde compartieron con los invitados. Bailaron, comieron, cantaron y disfrutaron el día como nunca. Dio la noche y partieron hasta el hotel donde tenían reservado la habitación presidencial para pasar su primera noche como marido y mujer ya que al día siguiente partirán hasta Grecia a su mes de Luna de miel.

 Cuando salieron del ascensor Kiram cómo todo un esposo enamorado la toma entre sus brazos, abre la puerta y cruza a el umbral de la habitación, dejando un dulce beso.

— Me hace tan feliz tenerte en mis brazos, señora Aydin.

— ¿No te cansas de decirlo, ¿verdad? – niega con una hermosa sonrisa

— Nunca me cansaré amor, no saber cuánto soñé con este momento.

La pone en la cama, se acuesta a su lado para dejar un beso, pero de deseo, de pertenencia, uno lleno de lujuria. Sus habilidosas manos quitan el cierre del hermoso vestido. Quitándole hasta dejarla desnuda para él. Comenzó a llenar su cuerpo de besos hasta llevarla a alcanzar el cielo. Diliana cayó en su pecho, jadeante. Kiram levantó su barbilla para dejar un beso en sus labios.

— Te amo Diliana, gracias por hacerme el hombre más feliz de este mundo.




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