Voz que clama

Llamados a hablar

Voz que clama en el desierto; preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. Mr.1:3.

¿Una voz clamando en medio de un desierto sin vida?

¿Un hombre utilizando su tiempo y gastando su saliva en medio de un lugar tan desolado?

¿Podría algún Predicador sentirse emocionado o siquiera motivado al ver que Dios le ha enviado a predicar a un lugar donde no hay nada, donde no se avista ni una sola alma, donde no solo escasea el alimento sino también el agua?

¿Cuántos responderían a ese llamado?

Sin duda, sincerándonos, ante tal panorama diríamos: Señor te equivocaste, creo que esta vez no son las cosas como crees. O incluso comenzariamos con las conocidas dudas: ¿Dios en verdad me llamó? ¿Habrá sido su voz la que escuché? ¿O solo habrá sido mi imaginación o un simple impulso humano?

Este llamado ante nuestros propios ojos está destinado al fracaso, pareceriamos Ezequiel siendo enviado a predicar a ese valle de huesos secos. ¿Acaso se podía esperar algún brote de vida en medio de tanta muerte y decadencia?

Pero estos profetas tenían fe en Dios y seguridad en su llamado. No importó que sus ojos le mostraban solo ruina, no escucharon a su sentido común que daba el veredicto: “No hay nada que hacer aquí, todo está perdido”, ni siquiera escucharon a la historia que solo daba cuenta de todos los que lo habían intentado y habían fallado.

Ellos solo escucharon la orden que venía de arriba, no entendían que pretendía el Señor, ignoraban el propósito en aquel lugar, no podían imaginar que pudiera ocurrir algún cambio. Pero la orden era: predica…clama…anuncia…, así que cerraron sus ojos y abrieron sus bocas, dejaron que las palabras salidas del corazón de Dios comenzaran a fluir a través de ellos.

Y tan rápidamente la Palabra viva comenzó a vivificar aquellos huesos y en medio de la ardiente arena hermosas flores comenzaron a asomarse.

¿Acaso será que nos hemos olvidado que somos meros instrumentos?

¿Estaremos tratando de hacer todo nosotros?

¿Habrá tantas voces y pensamientos en nuestras mentes que no somos capaces de oír la orden que permitirá que florezcan almas arrepentidas en el desierto y vidas restauradas en el valle de huesos secos?

Oh, Señor. Hasta donde ha llegado nuestro orgullo, hasta donde ha llegado la confianza en nosotros y en nuestros métodos. Cuanto tiempo andando por nuestros caminos, siguiendo los pensamientos de nuestro corazón.

Pero tu pueblo gime, la sociedad se destruye, las señales se cumplen. Y... Señor... Señor.... necesitamos volver a ti, necesitamos negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguirte.

Señor ayudanos a vaciarnos tanto de nosotros mismos, para podes ser llenos de ti.

Señor ayudanos a seguir sólo tu voz, a seguir sólo a tu Espiritu Santo guiándonos a toda verdad y justicia, quebrantandonos por las almas perdidas, a ser sensibles a tu presencia, y anhelar ser más como tú.

Ver las almas que se pierden sin salvación y ser quebrantados.

 



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En el texto hay: reflexion dios jesus

Editado: 21.04.2020

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