Vuelve a mi

Prólogo

–Por favor, no me hagan daño.– Comencé a llorar mientras forcejeaba contra mis atacantes.

Uno de ellos me agarró las muñecas más fuerte mientras que otro sujetó mis piernas para inmovilizarme completamente. Me sentí mareada, no podía pensar correctamente, sentí todo ajeno, mis extremidades no me pertenecían, dejaron de responder. Dejé de luchar. Hice un último intento para que mis atacantes apelasen a la pena.

–No os conozco, no diré nada solo soltadme. – Supliqué una última vez.

Una risa siniestra explotó en toda la habitación haciendo eco.

–Pequeña Katia, nadie va a poder salvarte. Estás a nuestra merced. Has sido una niña muy mala y por ello debes pagar.– Volvió a reírse junto a otras nuevas risas.

No sabía cuántas personas había en la habitación quizás eran cuatro o cinco. Sollocé sabiendo que era mi final. Tenía que haber sido más humilde y no tan malcriada. Tenía que haber dado las gracias más veces y no haberme peleado con mi familia ni con mi mejor amigo. Noté un fuerte pinchazo en mi brazo y como mi alrededor comenzó a dar vueltas. Mi cuerpo temblaba y un sudor frío me recorrió todo el cuerpo. No saldría de esta.

Me desperté acalorada, con ese vacío en el pecho que siempre me acompañaba como mi fiel amigo. Dirigí mi mirada hacia la mesita de noche donde se encontraba el reloj y vi que solo eran las tres de la mañana. Suspiré con pesar, otra noche en la que no podría dormir. Y todo se debía a la misma pesadilla que resurgía desde hacía ocho años. La oscuridad volvió a engullirme sin piedad y comencé a llorar de nuevo, esperando que el vacío en mi pecho se disipara.

Me levanté de mi cama y me dirigí a mi pequeña cocina americana para tomar un vaso de agua. Ya era la segunda vez que tenía el mismo sueño desde hacía un mes. Sabía que no era real pero no podía hacer desaparecer el nudo en el estómago. Esto no me sucedía desde hacía cuatros años, cuando él desapareció completamente de mi vida. Como si nunca hubiese existido y fuese todo producto de mi imaginación. Sabía que tenía que dejar de pensar, solo haría que me arrastrase más a mi autocompasión y la desesperación aparecería sin poder eliminarla completamente de mi ser. Miré el vaso de agua sin poder tomarlo aún hasta que una bolita de pelos llamó mi atención.

–Perdón Omfis te volví a despertar.– Agarré a mi pequeño perro y comencé a acariciarlo dándole pequeños besos en su cabecita negra.

Era un perro que adopté hacía cuatro años, se parecía a la raza pincher. Conformé lo vi con esos ojos negros, me enamoré de él y no pude dejarlo ahí. Era mi única compañía en mi diminuto departamento. Gracias a él salí de la depresión en la que me encontraba. No quise pedir ayuda, no me veía con la fuerza necesaria y mi única solución fue la de adoptar un animal de compañía. Y fue una de las pocas buenas decisiones que había tomado.

Agarré el vaso sin habérmelo acabado completamente, mientras Omfis me seguía moviendo su colita. No pude evitar soltar una pequeña risa, pensaba que íbamos a salir. Me metí en la cama mientras dejaba el vaso en la mesa y vi como Omfis se acomodaba en su camita al lado de la mía. Sin darme cuenta agarré el colgante con el anillo que llevaba siempre conmigo y una lágrima inesperada cayó por mi mejilla.

–Te extraño tanto Luca, no sabes cuánto...

No pude evitar abrir el cajón de la mesita y vi la foto con aquella infernal nota amarilla.
Siempre recordaré ese día como si fuese ayer. El día en el que volví a caer en el infierno.

Había salido del trabajo tan agotada que lo único que quería era llegar a mi casa, tomar una ducha caliente mientras mi novio me preparaba una bebida caliente. En diciembre las calles de Londres estaban vacías. Mi móvil marcaba las 21:40 y supe que Luca se preocuparía. Mi jefa Lisa me había atrapado y comenzó a contarme su último fracaso amoroso. Aceleré mi paso para intentar llegar antes al piso. No quería que Luca se preocupase de más. Últimamente había habido varios robos en nuestra zona y siempre que podía Luca me llamaba para saber que me encontraba bien mientras volvía a nuestro apartamento.

Cuando llegué al portal de mi bloque suspiré y vi mi reflejo en el espejo del pasillo. Mi cabello estaba hecho un desastre. No estaba acostumbrado a la humedad de Londres. Era imposible domar mis característicos rizos oscuros. Intenté hacerme una coleta, pero desistí en el momento que noté un nudo en él. Parecía que había salido de un suburbio, si no fuese por mi vestimenta. Una camisa azul cielo que combinaba con mis vaqueros de pata ancha y unas converse negras. Debía ir cómoda para el trabajo ya que cada día era una nueva experiencia.

Adoraba mi trabajo, ser voluntaria en el orfanato del distrito era fascinante. Hacía cuatro años que había comenzado a estudiar la carrera de magisterio y dos desde que comencé a trabajar en este orfanato gracias a la recomendación de un profesor. Acababa agotada, pero los pequeños hacían que valiese la pena. Me encantaba estar con mis niños y ayudarlos en todo lo que estuviese en mi mano, desde enseñar a leer hasta cocinar con los mayores. Escuché el pitido de la llegada del ascensor y me subí a él. Volví a mirarme en el espejo, no quería ser egocéntrica, pero quería verme bien para Luca. Odiaba cuando veía lo indomable que eran mis rizos, que según él le encantaba.

Estaba tan enamorada de este chico como nunca hubiese podido imaginar. Era la única razón por la que seguía luchando contra mi propia oscuridad. Él había conseguido que volviese a soñar y querer construir un futuro juntos. Sabía que me estaba volviendo muy dependiente a Luca, pero no me importaba. Nunca me haría daño y me lo había demostrado desde hacía cuatro años. Él se había llevado toda mi tristeza y solo hacía que hubiese alegría en mi vida. Discutíamos, al final tenía mi carácter, pero era imposible estar más de un día sin hablarnos. Había veces que cedía él y otras que yo.



#228 en Joven Adulto
#3629 en Novela romántica

En el texto hay: amor-odio, amor, traicion celos

Editado: 27.09.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.