Vuelve a mi

Capítulo 2: Reaccionando

—¿Kat? ¿Estás bien? — La voz me sacó de mi letargo y me di cuenta que era mi mejor amigo Alex. Le sonreí y al fin pude relajarme de verdad.

—Solo me asusté al ver una sombra al lado de mi puerta. No deberías hacer eso. No te pude ver—. Lo aparté de la puerta para poder poner la llave y entrar a mi pequeña morada.

—Vine para ver como te encontrabas... Lo siento si te asusté... Últimamente estás muy rara. ¿Sucede algo? — me preguntó preocupado. Me sentí tan mal por haberle contestado así. Era mi único amigo, además de Hana,y no tendría porqué estar tratándolo de esa forma.

—No es nada, solo estoy teniendo pesadillas muy recurrentes con Luca— le conté mientras le ponía un vaso de agua. Él se sentó en el sofá y me vio con cara de pocos amigos.

—¿Otra vez? ¿Con el hijo de puta ese?—soltó rabioso. —Deberías olvidarlo de una buena vez, solo te está haciendo sufrir como nunca te he visto Kat. Reacciona un momento. Llevas cuatro años así—.

Tenía tanta razón, ya no podía seguir así. Me estaba consumiendo en la miseria y cada vez me estaba hundiendo más, sin saber como salir.
 

—Él nunca te mereció. Te lo dije en su momento Kat. No me parecía trigo limpio y al final tuve razón. Fue un cabrón contigo y mira como te dejó—.

Me acerqué a él y lo abracé, asintiendo a todo lo que me estaba diciendo. Tenía un nudo en la garganta y si emitía una sola palabra comenzaría a llorar.

—Sabes que tengo razón, ¿no Kat?—. Alzó mi mentón y vi sus ojos azules tan penetrantes. Volví a asentir, sabiendo que tenía razón. No podía seguir así, destrozándome el alma. Pero cómo conseguía salir del infierno en el que me había sumergido. Estaba tan al fondo...

—Tus padres están preocupados por ti. Sara me llama todos los días porque tú no le coges el teléfono. No sabe que más hacer para que vuelvas a hablar con ella. Está todo el mundo pendiente de ti por si cometes alguna locura. Ese cabrón no merece ni un pensamiento tuyo —. 

Se aferró a mi temblando al haber soltado toda esa retahíla. Seguramente temía mi reacción. Ya sucedió en el pasado con mi hermana Sara. Me dijo lo mismo y por eso dejé de hablarle. Ahora me di cuenta que fue una estupidez.

—Sé que no merece mi amor, ¿pero qué hago con el, Alex? ¿Cómo lo arranco de mi corazón?—comencé a sollozar al darme cuenta que seguía enamorada de él.

Yo ya no podía seguir así. Todo hubiese sido más fácil si me hubiese enamorado de Alex como toda mi familia quiso. No estaría sufriendo de esta manera.

—Seguramente esa nota fue una excusa barata porque no sabía cómo dejarme. Es como dijo Sara, fue un cobarde y no quiso decírmelo. Tengo que hablar con ella y disculparme— dije apoyándome en el pecho de Alex para así poder escuchar su corazón latir y relajarme como siempre lo hacía cada vez que venía a regañarme. Comenzó a acariciarme la cabeza y empezó a besar mi coronilla.

 


—Sabes que te quiero un montón Kat—.

Asentí, yo también lo quería, pero no de manera sentimental sino como un hermano, mi mejor amigo. Volvió a besar mi coronilla y yo me acurruqué más a su cuerpo. Solo quería dormir. Anu observaba todo desde la lejanía. No se llevaba bien con Alex y no sabía que más hacer para que se pudiese pudiesen convivir pacíficamente.

—Ese perro sigue odiándome— me dijo sonriente.

—Es que es un perro celoso... seguro que si tuviese otro amigo estaría igual—. 

Me levanté y lo miré una vez más fijándome en su cara. La barba de tres días que llevaba, esa mandíbula tan pronunciada y su nariz recta. Pero lo que más atraía de él eran sus ojos. Parecían de cristal. Alboroté su cabello castaño, lo hacía parecer más juvenil y no un chico de 24 años. 

¿Por qué no pude enamorarme de él?

—¿Qué te apetece cenar?—le dije mientras me dirigía a la cocina.
—No te preocupes Kat, vienes cansada del trabajo. Había pensado en pedir chino, ¿qué te parece la idea? —

La sola mención de comida china hizo que mi estómago rugiese y lo escuchase Alex. El rio, con esa risa tan profunda que tenía y no pude evitar sonrojarme.

—La pequeña leona parece que tiene hambre—.

—Imbécil— dije enseñándole el dedo de en medio.

Llamamos al chino y media hora después estábamos devorando nuestra cena en silencio. Seguramente luego veríamos alguna peli hasta que nos quedásemos dormidos. Suspiré sin darme cuenta, y él me observó de manera inquietante.

—No es nada Alex. Estoy bien. Te lo prometo—.Volvió a mirar intentando adivinar que es lo que pensaba y solamente le sonreí.

— ¿Cómo es que viniste? La última vez me dijiste que estabas muy ocupado con el trabajo—le reproché medio en broma. Sabía que estaba ocupado en el bufete de abogados en el que lo habían escogido. Estaba tan contenta por él, al final había conseguido trabajar en lo que quería y donde quería.

—No seas dramas...—me dijo mientras rodaba sus ojos,— si solo nos vimos hace una semana. Además, ¿no puedo venir a ver a mi persona favorita? —.

Una pequeña sonrisa apareció en mis labios. De repente vi que sus manos iban para sus bolsillos traseros y dos pequeños papeles aparecieron en mi visión.

—Sé que empezarás a quejarte por haber hecho esto sin tu permiso, pero creo que era hora de hacerte reaccionar... y en esta casa, con tantos recuerdos no es lo apropiado—. Me miró preocupado, viendo mi reacción mientras yo seguía con mi vista fija en esos especies de boletos.

—Compré unos pasajes para España, creo que es hora de que veas a tu familia. Llevas cuatro años sin verlos y ellos no merecen esto—.

De mis ojos comenzaron a salir miles de lágrimas y empecé a hipar como nunca. Había comprado unos pasajes para irme a ver a mi familia. Al dejar de trabajar en el orfanato mis ingresos dejaron de entrar. A duras penas conseguía pagar el alquiler y la comida por lo que me era imposible comprar un pasaje de vuelo para verlos. Además la última vez que los vi, no terminamos muy bien. Los echaba de menos. No me había dado cuenta hasta ahora que quería un abrazo de mi madre, un te quiero de mi hermana y un beso de mi padre.
Intente tapar mis hipidos con mis manos, pero me resultó imposible. Alex preocupado se acercó a mi.
—¿No quieres ir? No voy a admitir un no por respuesta. Ya hablé con tu jefe y te ha dado libre dos semanas—me aseguró y rápidamente lo abracé sin poder contenerme más. Cuánto deseaba enamorarme de él. Empecé a llorar como una niña y me aferré más a él.



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En el texto hay: amor-odio, amor, traicion celos

Editado: 27.09.2024

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