Wade

Capítulo 4

Wade
Le di la última calada a mi cigarrillo intentando relajarme. Llevaba dos días sin ir a Amdyle* y por lo tanto, sin ver a Adam.
Este había exigido verme, preocupado por lo que había pasado con Edler.
Entrar en el juego del hijo de puta ese no era muy bueno para la salud. Él disfrutaba viendo como la gente sufría a su alrededor, sin importarle nadie más que él mismo.
Y Adam sabía que su camarera había entrado en el juego.
Sabía para lo que me había llamado.
Tome mi tiempo antes de cruzar esas puertas.
Unas campanas sonaron alertando de mi llegada. Los ojos de Adam no tardaron en fijarse en mi, asintiendo con la cabeza de saludo.
Se sentó en la mesa de billar número veinte, como siempre hacíamos. Su camarera y su hermana estaban tan atareadas sirviendo que no se dieron ni cuenta.
Me senté enfrente de él. Adam estrecho sus dedos encima de la mesa, nervioso.
Suéltalo ya, chaval.
—No puedes dejar que Elizabeth pase por esta mierda. — bramó, muy decidido. Era uno de mis principales hombres en la banda, más que un integrante era mi hermano. Lo miré y este tragó con dificultad.— Ella no se merece esto, Wade — cuando dijo mi nombre note que estaba aterrado por lo que podía pasar. Por sus ojos pasaron muchas cosas, pero era mi hermano. No lo iba a tocar.
—Yo no tengo la culpa de que tu camarera sea tan bocazas. — escupí, alejándome de él. Estaba siendo un hijo de puta, lo sabía. Pero no podía brindarle mi protección por que él me lo pedía. Ella se había enfrentado a Edler sin pensar en las consecuencias, sin saber quién era en realidad. En este lío se metió ella solita. — Demasiado que hice evitando que la golpeara. —Y es cierto, me había interpuesto para que el puñetazo nunca llegara a ella.
Los ojos de Adam me escanearon. Intentaba analizarme para saber que decir para intentar ablandarme. Lo que no sabía, era que eso es imposible.
Pegó su espalda al respaldo de la silla, cansado y frustrado. Al fin iba entendiendo que no iba a mover un dedo para salvarla del lío que se había metido ella solita.
—No me hagas esto tío. —rogó mirando hacia sus pies, frustrado.— Es la mejor amiga de mi hermana, y la quiero como si fuera una hermana. Ella no pensó en las consecuencias que tenía enfrentarse a él, pero solo quería evitar una discusión en el bar.
Ella había tenido las agallas que no había tenido nadie, eso no es discutible. Nadie le peleaba a Edler. Todos menos yo y mi grupo, eso estaba claro.
—Si eres listo alejaras a tu hermana de esa bomba. — aconsejé. Este me miró confundido y seguí hablando.– Cuando vengan a por ella, aquí — recalqué — todos los que estén con ella morirán. Si no eres tú, será tu hermana.
—¡Wade! — se quejó este, levantándose de la silla de un salto. Puso sus dos palmas en la mesa, enfadado. — Si no me quieres ayudar esta bien, pero no la voy a dejar sola justo ahora. ¡Justo cuando ella está en peligro! 
—Es tu guerra, no la mía. — dije simplemente.  Adam estaba cogiendo un color rojo en su sien, mostrando su enfado conmigo.
Una sombra se reflejó en la mesa. Giré mi cabeza para saber quién se había tomado la molesta en joderme la charla con Adam.
Lo único que pude ver era a la camarera que se había jodido la vida enfrente de mi.
Sus ojos chocaron con los míos. No los apartó, ni si quiera parpadeó, solo se quedó mirándome con confusión.
—¿Qué ocurre, Adam? — exigió saber. Sus mejillas estaban algo rosadas a causa de haber servido las mesas rápido. Me di cuenta que estaba más pálida de lo normal, y que tenía unas ojeras bastante pronunciadas en sus ojos.–
La miré con arrogancia. Ella me odiaba, no era difícil adivinarlo,
Pues yo te salve la vida, bonita.
—Nada pequeña... — la voz de Adam cambio totalmente. A mi me hablaba con dureza, con un tono de voz diferente. Con ella era suave, con cariño.— No te preocupes bonita, volvamos a la barra.
Se iban a marchar, pero quise divertirme un rato. Emití un silbido y se dieron la vuelta, esperando a que yo hablase.
—¿Sabes lo que pasa, Elisa? —pregunté dispuesto a reírme de ella. 
—¡No me llamo Elisa! — gritó enojada, pero aún así se quedó esperando a que yo hablara.–
—Si, como sea. — me encogí de hombros. Me daba igual como se llamara, solo quería molestarla.– Lo que pasa es que no quiero ayudarte. Te has metido en un problema muy grande, y créeme, acabarás muerta.
Había sido algo duro con ella, pero era el momento que dejara de mirar esto como si fuera una novela con final feliz.
Ella la había cagado de tal manera que su vida estaba en la cuerda floja.
Sus ojos se cristalizaron, pero se notaba a kilómetros que ella odiaba llorar enfrente de la gente. Miró hacia el techo y cuando bajó de nuevo su cabeza para mirarme, ya no le brillaban los ojos como instantes antes.
—Jamás pedí tu ayuda — lo dijo tan segura que por un instante me lo creí. — Y no te preocupes, que si tengo que morir lo haré. — Me sorprendieron sus palabras. Sonaban tan sinceras que por un momento me replantee si ayudarla o no.– Moriré con la conciencia tranquila, mientras tanto tú te sentirás culpable de mi muerte —miré sorprendido a Adam, este me devolvió una mirada llena de orgullo. La adoraba, era cierto que la quería como si fuera una hermana.– Me recordarás todas las noches y te sentirás mal, porque pensarás que podrías haberme salvado, pero por ser un gilipollas preferiste dejarme morir.
¿Qué?
«¡Pero vamos, no te preocupes! Seguro que estás acostumbrado a sentirte culpable de muchas cosas. — sonrió como si estuviéramos hablando de una cosa normal —
Algo de razón tenía que darle, que ella hubiera conocido a Edler había sido mi culpa. Yo era el que estaba aquí y él me buscaba a mi. 
Pero ella había sido una bocazas.
Me levanté poniéndome enfrente de ella.
Era bastante bajita, me llegaba al cuello. Pero esta elevó la cabeza mirándome a los ojos. No me temía, no se lo pensaría dos veces en golpearme si me pasaba con ella.
Un estruendo nos sorprendió a todos. Los cristales de la ventana se quebraron. La hermana de Adam gritó, la gente se puso debajo de las mesas en busca de seguridad.
Y en menos de dos segundos, estamos siendo bombardeados de balas sin destino alguno.
Una bala me rozó haciendo una herida en mi brazo izquierdo. La sangre estaba manchando mi camiseta blanca favorita.
La niña que estaba enfrente de mi miraba sorprendida la ventana.
Esta niña era idiota.
—¡Al suelo! —gruñí. Todas las personas que estaban de pie, se tumbaron en el suelo menos ella.
Ella se mantenía viendo el desastre que ella había causado.
La empujé y cayó al suelo debajo de mi.
—No empieces a sacar mierda de esa boca, preciosa. — le advertí.
A lo lejos pude ver como Adam hacia lo mismo con su hermana, protegiéndola.
Estaba a centímetros de sus labios.
Y por un momento, olvide lo que estaba ocurriendo. El peligro que corríamos.
Olvide todo.
Y solo me apetecía besarla.
Amdyle* : Capítulo número uno. El nombre del bar donde trabaja Elizabeth. Los dueños de dicho bar son Adam y Diane.



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En el texto hay: mentiras, risas, amor

Editado: 13.06.2018

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