Wade

Capítulo 7

Wade
— Te voy a colgar de un árbol — prometí mirando a Axel mientras hacíamos cola en el McDonalds.
— ¡Venga ya! — me pegó un codazo sacándome de la fila india — Un polvo hoy no nos vendría mal. Yo busco a las chicas, no te preocupes.
Me tenía harto.
Podría haber ido a recoger a la camarera hace muchísimo tiempo. 
Pero... No me apetecía.
Esa niñata me a costado dos de mis hombres. Se merecía sufrir un poco.
Estábamos en el restaurante de comida rápida porque Seth estaba muy pesado con llevarle algo de comida antes de ir a por ella.
¿Que porque le había ayudado? No tenía ni idea. Me deje llevar por las palabras de Adam. Le dije a cuatro de mis hombres que vigilaran el apartamento.
La mirada desoladora de Diane me hizo ponerme de los nervios. Ella fue la que me empujó a ayudar a la camarera.
Cuando Iván me llamó para decirme que una de las furgonetas de Edler había pasado por ahí, me esperé lo peor.
Y ahora ella estaba encerrada en uno de mis tantos garajes esperando liberación.
— Me apetece un McFlurry — lloró Axel exageradamente en mi hombro — Me tienes aquí a dos velas. Llevo cuatro horas sin probar bocado.
— Que falso eres — replicó Seth cruzado de brazos, suspirando — Si cuando estabas disparando con una mano con la otra mantenías un bocadillo de chorizo.
Axel lo miró mal. Seth era el más sensato de los tres. Era uno de los únicos que tenía las agallas de enfrentarse a mi. Pero también era el más inocente.
Y eso era un problema.
—¿Que vamos a hacer con Adam y su hermana? —preguntó Axel intentando cambiar de tema. Miré hacia atrás y supe el porqué: un grupo de niñas de nuestra edad estaban mirándonos mientras sonreían.-
— Los mantendremos en el chalet —contestó Seth por mi. Lo fulmine con la mirada pero este solo sonrió — ¿Y con Elizabeth? No la vamos a dejar en ese garaje mucho más, ¿no?
Lo que más odiaba de Seth era esto. Le gustaba salvar y proteger a las personas que él pensaba que podían ser importantes en su vida.
Y eso en estos tiempos era un suicidio.
— Vamos a ir a por ella y después la dejaremos en su apartamento —me crucé de brazos al ver como Seth frunció el ceño. A él no le agradaba dejar a Elucilda sola, pero a mi no me agradaba ella — No intentes replicarme, maldita sea. La he ayudado y eso ya es suficiente.
— ¿Por qué no la quieres ayudar? — preguntó Seth acercándose a mi. Realmente no sabía como reponder a su pregunta. Algo me decía que me tenía que alejar de ella, y no pensaba en darle la espalda a mi sexto sentido— Tú no eres así. Eres un hijo de puta, eso ya lo sabemos todo el mundo... Pero no sueles dejar a las personas a su suerte. 
— No la voy a ayudar. Y punto —finalicé la conversación. Seth frunció el ceño pero sabía que no había nada más que hablar. Se dio la vuelta y prestó atención a la pantalla donde pondrían los pedidos ya preparados.
Me daba pena, no lo iba a negar. Esa chica no sabía nada de nuestro mundo. Aquí las armas y la droga son problemas día tras día. Aquí no hay problemas de dinero como en una casa normal, aquí los problemas eran solucionados con peleas de vida o muerte.
No me gustó ni un pelo aceptar a Diane en mi casa, pero lo hice por Adam. Era su hermana, no podía dejarla a su suerte.
Me habían rogado que la aceptara y le ayudara, pero cada vez que recordaba como se había enfrentado a Edler...
Algo me hacía cambiar de opinión.
Nuestro pedido apareció en la pantalla y mientras Seth corría a por él, Axel y yo nos dirigimos al coche para ir a buscar a la niñata.
— Ey, tío — me llamó Axel jalándome de antebrazo— No se lo que te ocurre con esa chica, o lo que te hace pensartelo dos veces... Pero tomes la decisión que tomes, la voy a respetar aunque no esté de acuerdo.
Se lo agradecí con la mirada y abrí el coche entrando en él. Axel se sentó a mi lado y encendió la radio.
«El dinero a mi me llueve...Las putas a mi me llueven.. Los envidiosos a mi me llueven...»
Cuando escuché la puerta de atrás abrirse, encendí el motor poniéndolo en marcha.
— Maldita sea. Me encanta esta canción —gritó Axel muy animado, dándole más volumen a la radio.
Comenzó a bailar en el asiento, haciéndonos reír. Delante de las mujeres no era así, era el típico chulo que solo buscaba el polvo de la noche.
Con nosotros era diferente, era una persona graciosa y prácticamente un payaso.
Cruzamos por la calle del apartamento de Elusive y vi como Iván estaba en la cera. Supuse que esperando a otro de mis hombres para llevarlos a la fábrica.
Pise el freno parando el coche enfrente de él. Bajé la ventanilla del copiloto y este se acercó.
— El apartamento está muerto, tío — informó este con un cigarro en su mano derecha — Todo está tirado por los suelos, y algunas cosas están quemadas... Lo único que pude coger útil de ahí es una bola de pelo.
— ¿El pelo de Elizabeth? — preguntó Axel con el ceño fruncido. Iván soltó una carcajada y negó con la cabeza— 
— Un gato, imbécil.
Esto estaba muy mal. Esto ya era jodidamente imposible.
¿Qué cojones iba a hacer con Elucilda y además con el mierda de gato?
— Guarda el gato en el maletero — ordenó Seth. Intenté replicar pero este cerró la ventanilla dejándome con la palabra en la boca— Cállate. Esto es el karma, hijo de perra.
Bufé frustrado. Cuando escuché el sonido del maletero cerrarse, acelere.
No podía hacerme cargo de ella y mucho menos de su maldito gato.
¿Nadie me entendía o que?
Aparqué enfrente del garaje, y bajé del coche con Seth y Axel detrás.
Golpeé la puerta de metal y se escuchó un ruido de algo caerse dentro.
— ¡Eliana! ¡Llegaron tus príncipes! — grité golpeando aún la puerta.-
Abrió la puerta con dificultad. Cuando lo hizo, salió con una mueca en sus labios.
Seth le entregó una cajita feliz y esto hizo que se enojara más.
— ¿Os ha dado tiempo de ir al McDonalds y no para recogerme? — gritó indignada — ¡Sois unos imbéciles! ¿Sabéis cuantas horas llevo ahí metida? ¡Maldita sea! ¿Y ahora que? ¿Me vais a dejar en mi apartamento para que entren y me maten por la noche? — estaba chillando como una histérica. Tenía las mejillas rojas, pero aparte de eso tenía ojeras bastante pronunciadas. Se notaba que había llorado. Algo se me encogió en el corazón. — ¡Joder! ¡Lo estoy pasando fatal y vosotros no ayudáis en nada! — explotó. Vi como algunas lágrimas salieron de sus ojos haciendo un recorrido. Se llevó las manos la cabeza, frustrada —¿Qué vais a hacer conmigo? — preguntó con un susurro lleno de dolor. Me miró y mi corazón comenzó a bombardear más rápido— ¿Qué vas a hacer conmigo Wade?
No lo sé.
No lo sabía.



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En el texto hay: mentiras, risas, amor

Editado: 13.06.2018

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