Watanabe Chan

La boda

Capítulo 26

La novia entraba por el pasillo, hermosa y con un aura de dignidad que la hacía ver grandiosa. Quienes la conocían bien, como Rous, sabían que caminaba hacia el altar, no con alegría, sino con mucha tristeza, aunque no quedaba claro el porqué. Si quisiera negarse al matrimonio, todos la apoyarían, visto el trato del novio hacia ella. Pero Aiko aguantaba todo sin quejarse y no dijo lo que pasaba a nadie. Tampoco pidió ayuda.

Rous la visitó unos días antes, pues toda la familia se trasladó para estar presente en la celebración. Ran había anunciado la fecha del matrimonio y después de eso todo se había precipitado. Ella quiso verla y hablar con la pequeña en persona. Algo no iba bien y toda la familia era consciente.

—Aiko. Pero si no estás segura, ¿por qué sigues adelante? No lo hagas, amiga. No te condenes a una vida que sería una cárcel para ti. Este es el mejor consejo que te puedo dar.

La pequeña Watanabe Aiko la miró apenada. Era la cuñada de su futuro esposo y no le parecía correcto implicarla en sus problemas y cargarla con eso. Las cosas con Ran estaban realmente mal, pero no había nada que hacer. Lo que pasaría después estaba en manos del destino.

Ahora todos los presentes en la boda, que eran muchos, observaban el bodorrio con diferentes perspectivas. Los menos allegados, creyendo realmente que era un matrimonio por amor. Los más cercanos, con muchas dudas. Todos ellos, la familia Masaharu e incluso los Sánchez, sabían que algo pasaba, pero si ninguno de los contrayentes hablaba y si, además, habían llegado hasta allí, claramente era porque habían tomado una decisión. Los padres de Ran, suspiraron, compungidos y emocionados. Azaki, el hermano, apretó la mano de su esposa recordando su propia boda y dándose cuenta de cuan diferente era, esta de la suya. 

Los padres de Watanabe hacían ver que todo estaba bien y mantenían el tipo, a pesar de la inquietud que les generaba pensar que todavía Yamada podía presentarse a la mitad, intentando impedir el evento. La mamá de Aiko sentía pena por su niña. La mujer suspiró, pensando que más le valía a su hija madurar y espabilar si quería tener un matrimonio medianamente feliz. Ella también pasó las de Caín con su esposo, pero los años la enseñaron a llevar la situación a su terreno y con el tiempo ellos empezaron a sentir cariño el uno por el otro. Aconsejaría a su hija antes de que se fuera con su esposo. 

Aiko miró a Ran, con total frialdad, y él a ella con algo de pena, mientras le colocaba el anillo. No estaban felices, ninguno de los dos.

................

 

—¡Raúl! Dime de inmediato que ha pasado con tu novia. No creas que puedes esconderte de mí. Soy tu hermana y sé perfectamente que estás pasándolo mal y sospecho los motivos —decía Alexa, tocando la cabeza de su hermanito con cariño, aunque él trataba de esquivarla lo mejor que podía.

Su hermana siempre fue así con él. Consentidora y molesta a partes iguales. Siempre supo la manera de pensar y de sentir del chico, quizá porque eran los más cercanos y ella cuidó de él muchas veces cuando eran pequeños. Quería a sus dos hermanas locas por igual, pero sentía más afinidad con Alex, desde siempre. 

Ahora le estaba haciendo un tercer grado intentando sonsacarle el motivo de su tristeza todos estos días. Ella era la única que sabía que estaba saliendo con alguien y se había alegrado por él cuando se enteró y lo vio tan feliz y tan pleno. Como nunca antes lo había visto. Pensaba que les iba a dar una sorpresa a todos presentando en algún momento a la muchacha, pero eso no había sucedido y era claro que algo pasó. 

Efectivamente, pasó algo, pensó Raúl. Pasó que se había caído con todo el equipo y que la primera vez que se había enamorado se había equivocado pro completo al elegir. Estaba sumamente triste y deprimido. Tenía el corazón completamente roto y para colmo su ex no dejaba de acosarlo, haciéndole llamadas constantemente, presentándose en su oficina o pretendiendo abordarle a la salida del trabajo como si nada hubiese pasado. Incluso intentaba besarle o colgarse de su brazo como si siguieran teniendo algo. El chico no era nada agresivo y no le gustaban los conflictos, pero se había visto en la necesidad de apartarla de él bruscamente en varias ocasiones. Eso lo tenía un poco al límite también. 

—Hemos roto —confesó por fin, por lo bajo y con un suspiro triste.

—Ya… se veía claro —contestó su hermana. 

Estaban los dos sentados juntos un poco apartados del resto de la familia que se lo pasaba en grande bailando unos y saludando otros. Aprovechando esa magnífica fiesta que organizaron los novios y que iba a ser la comidilla de todos los periódicos al día siguiente. El enlace Masaharu-Watanabe no era un acontecimiento cualquiera. Incluso en la enorme ciudad de Tokio, donde era fácil no ser visto, incluso siendo de la jet set, este matrimonio era sonado.

—No fue bien la separación. Y ella me está acosando No me está dejando hacer mi duelo en paz —le contó un poco avergonzado.

—¿Es un asunto irreparable? —fue lo único que preguntó ella.

—Totalmente. No hay vuelta atrás, incluso teniendo algunos sentimientos por ella aún. Hizo algo imperdonable —categorizó sin querer entrar en detalles que no valía la pena ni mencionar.

—Siendo así, lo mejor es que te cubras las espaldas. Sé bien por experiencia que si es una loca de la pera, como lo que me estás contando, el asunto puede ir a más y a peor. ¿Me entiendes, peque? —él dijo sí, con la cabeza y con los ojos muy abiertos. No tenía experiencia en relaciones ni en separaciones y no se le ocurrió pensar que esa mujer podría querer dañarlo si llegado el momento se daba cuenta de que él no iba a volver con ella de ninguna de las maneras.

—No sé qué hacer Alex. Esa es la verdad.

—Tú no, pero tus hermanas sí, mi lindo príncipe —le tocó la nariz con cariño—. Hoy no nos preocupemos de eso. Vamos a bailar y a disfrutar de este… —miró a la pareja de novios, sentados en la mesa principal con cara de vinagre y afirmó con ironía— … Este maravilloso bodorrio lleno de felicidad y alegría desbordante.




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