Watanabe Chan

Un raro encuentro

Capítulo 29

Pronto se dio cuenta Ran de que sus ilusiones se iban a quedar en eso. La idea de dormir junto a su pequeña le hizo crearse expectativas sobre estar acurrucados, mimosos, despertar el uno en brazos del otro, como antaño. No fue nada de eso. Su mujer se encargó muy bien de separar espacios y mantener distancias entre ellos, incluso estando tan cerca en la cama.

Él intentó acercarse un poquito aprovechando que su esposa roncaba bajito, sabiendo que estaba profunda. Pero la maldita, en cuanto sintió su cuerpo pegado al de ella, le lanzó tremendo empujón y siguió durmiendo como si nada. El esposo estaba frustrado. Sin sexo, sin cariño, sin mimos… No sabía como iba a aguantar más tiempo con este matrimonio así de mal.

Necesitaba consejo urgente. Y sabía donde encontrar a los mejores consejeros del mundo.

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Las tres mujeres caminaban apresuradas por el centro comercial, mirando a todos lados y deteniéndose casi en casa, escaparate, señalando cada prenda que veían, emocionadas como chiquillas. Hacía tiempo que ninguna de las tres tenía un día así. Estar de compras sin pensar en nada más. Lejos de problemas y obligaciones, niños, trabajos o, en el caso de Aiko, su matrimonio fracasado antes de empezar.

—Ahora nos vas a contar con pelos y señales que está pasando. No te dejaremos volver a casa sin respuestas, Aiko —le dijo Rous. 

Se habían sentado por fin en una pastelería de la cuarta planta a tomar té y cualquiera de los dulces que se exponían en las cristaleras iluminadas. Necesitaban descansar los pies después de recorrer kilómetros dentro del gigantesco comercio. Aiko suspiró. No sabía por donde empezar.

—¿Recuerdas cuando sufrí el ataque en una discoteca y fui drogada? —Las chicas asintieron. Claro que sabían— Pues ahí es donde empezó todo…

Y así, punto a punto, les fue contando desde ese día hasta el encuentro con un hombre llamado Katsume, el secuestro aterrador que finalmente resultó ser un teatro orquestado por el propio Ran, hasta llegar a la parte del ataque en la mansión por parte de su antiguo profesor y finalmente, la verdadera razón de su matrimonio.

—¿Así que estás casada por protección? —preguntó Rous.

—Exacto. Era la única manera de mantener a salvo a mis papás y a toda la familia, en realidad. La yakuza no se toma a broma las venganzas, y sí se toma muy en serio su código de honor. 

—Y ahí es donde entra el abuelo de Azaki y Ran —dijo Alexa, esta vez.

—Sí. Es un protegido de la realeza y eso se extiende a todo su clan familiar. La causa exacta no la conozco. Pero el jefe yakuza más poderoso juró lealtad al anterior emperador y eso implica proteger a sus personas cercanas. Al parecer el ojisān lo es.

—¡Ese hombre siempre está en medio como la una! —exclamó Rous. Arrugó su bonita nariz para expresar el desagrado que le causaba ese hombre, con toda la razón. Casi los mata a ella y a su esposo, y aunque después se lamentara y fuera a disculparse, ella nunca lo perdonó del todo.

—No cabe duda de que es un hombre tremendamente poderoso. Su vida debe haber sido sumamente interesante. No imagino como pudo llegar a ser protegido por el mismísimo emperador de Japón.

Alexa decía esto pensativa, con una mano en la barbilla. Las tres chicas, sentadas en una mesita redonda y con una bandeja de tres platos llena de dulces de todo tipo, se quedaron calladas, cavilando que realmente el tipo era sorprendente. Igual ninguna lo perdonaba por sus desmanes anteriores. Sabían que seguía confinado en su casa y constantemente vigilado. No se fiaban nada de él. 

—El asunto es que todo ha sido un teatro. El secuestro, el matrimonio. Ran me tuvo encerrada por meses, según él, por mi seguridad. No quiere entender que nadie puede ser confinado contra su voluntad “por su seguridad”. Y en fin… Después de eso no hemos vuelto a ser una pareja.

—¿O sea que están casados, pero de mentiras? —quiso saber Alex.

—Solo en el papel. No quise saber nada con él desde el momento que me mintió y me encerró. No puedo con eso.

—Ran se pasa… —dijo Rous.

—La verdad, lo desconozco —habló Alexa—. Te juro que conmigo jamás se comportó de esa manera. Nunca.

—Él cambió mucho después de romper contigo. No hemos hablado mucho de ello, pero sé que quedo profundamente dañado. Fuiste su primer amor de verdad y le costó superarlo. No lo digo para que te sientas mal.

—Lo sé. No se pudo hacer nada. Lo nuestro fracasó por un error involuntario y bueno… Ya es pasado. Lo que creo es que no sanó del todo ese miedo a perder a la mujer que ama.

—Eso creo yo también —intervino Rous—. Nunca le vi contigo, Alex, pero sí lo he visto con Aiko y es casi obsesivo. La ama, pero no sé si la ama bien.

—¿Por qué estos hombres son así, diosito? —suspiró Alexa—. ¿Y ahora, cómo están? Porque delante de nosotras actúan como si todo estuviera bien y duermen juntos y demás.

—Es que Ran no quiere que su familia sepa que estamos mal. Dice que por mis suegros, que están delicados —Aiko bajó la cabeza un poco avergonzada por el engaño a ambas.

—Eso sí es verdad, Aiko. En los últimos tiempos los he visto desmejorados y como cansados. Supongo que necesitan creer que todo va bien con sus hijos y que son felices.

—Por eso, les ruego a las dos que no hablen de esto fuera de aquí. No sé si hago bien contándolo, pero necesito consejo. ¿Qué hago? No me imagino viviendo en esta guerra para el resto de mi vida. Y no podría divorciarme de él, por lo que ya sabemos. Pondría en peligro a toda mi familia y ami misma. 

—Difícil decisión, peque —aseveró Rous. Afirmaba con la cabeza y miraba a Alexa a ver si se le ocurría algo. Ella era la de las estrategias y Rous la de la acción.

—No sé si lo amo o si solo es que estoy ofuscada y decepcionada. Reconozco que aún me late algo. Estas noches a su lado, sin dormir, marcando distancia y al mismo tiempo oliéndolo, sintiendo su calor ahí al otro lado… —la chica puso los ojos en blanco. Ran era un hombre guapo, de verdad—. Ese hombre me tiene comido el seso.




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