Watanabe Chan

Buscando a mi esposa

Capítulo 47

Ran Masaharu apretó el teléfono contra su oído, sintiendo una mezcla de furia y desesperación. Sabía que tenía que hablar con su hermano y que la conversación no iba a ser grata. Marcó el número y esperó con impaciencia a que Azaki contestara. Al tercer tono, la voz grave se escuchó al otro lado de la línea.

—¿Como estás, Ran? ¿Todo va bien? —le saludó contento. Por un momento Ran dudó. No entendía la alegría de Azaki.

—Necesitaba… hablar contigo de forma urgente. No, las cosas no están bien. ¿Donde está mi esposa?

Un suspiro pesado, que sonaba a cansancio y estupor, precedió a la respuesta de Azaki.

—No sé donde está tu esposa, Ran, ¿En la universidad? ¿Es un acertijo esto?

 —No lo es… tu esposa se llevó a la mía y quiero que me la devuelva, y no sé si es que tú no sabes nada del asunto o es que me quieres ver la cara para proteger a Rous. Pero esto no lo voy a pasar por alto, ¿entiendes?

Azaki se quedó procesando la locura que su hermano le estaba diciendo mientras iba encajando piezas. Rous se había marchado precipitadamente a uno de sus viajes de trabajo, según le contó. La habían llamado para un documental en el centro de África y estaría un par de semanas fuera y desconectada. Era habitual que ella viajara, así que no puso en duda nada de lo que le dijo. ¿Ahora su hermano le estaba diciendo que Rous se había llevado a Aiko?

—Vas a empezar por el principio, si quieres que comprenda lo que dices, porque según lo que sé, mi mujer está en África por un trabajo —le dijo despacio.

Ran se sumergió en una explicación atropellada de lo que había pasado la noche anterior y le envió las imágenes que tenía. Se veía claramente a su mujer siendo atropellada por los guardaespaldas cuando intentaba que soltaran a Aiko. Cuando Ran terminó, hubo un momento de silencio incómodo antes de que Azaki hablara entre dientes, iracundo. Pocas veces se había dirigido a su hermano pequeño de esa manera.

—¿Me quieres decir que me estás llamando para reclamar lo que mi mujer hizo? ¿De verdad tienes cara para plantarte ante mí? Lo que yo he visto es a tus guardaespaldas arrastrando a mi hermosa cuñada contra su voluntad y de paso atropellando a mi otra cuñada y a mi esposa, atacándolas e hiriéndolas. No sé exactamente qué está pasando esta vez con tu mujer, aunque claramente has vuelto a maltratarla. Pero lo que sea que hayas hecho, lo que sea que hayas causado, no voy a respaldarte ciegamente esta vez.

Ran intentó explicarse, pero Azaki lo cortó.

—No me importa lo que pienses que justifica tus acciones. Esto va más allá de un conflicto con Aiko. Has cruzado los límites. También con Rous y Alexa, y esto ya es demasiado.

Ran sintió una punzada de frustración, pero Azaki continuó con determinación.

—Eres mi hermano, Ran, te quiero y siempre te he apoyado, incluso viéndote cometer los errores mas tontos. Pero esto ya pasa de castaño oscuro y no quiero respaldar esta locura. No te reconozco, y eso me asusta. Te recomiendo buscar ayuda antes de que causes mas daño.

—No necesito un psicólogo. Necesito que me entiendas.

—Necesitas ayuda profesional, Ran. Esto no es algo que puedas resolver solo. Estás dañando a todos a tu alrededor, y si no te detienes, perderás a las personas que te importan de verdad. —Ran guardó silencio, sintiendo una mezcla de enojo y rabia—. No sé qué te pasó, pero no puedes seguir así. No voy a permitir que lastimes a Aiko ni a nadie más. Por primera vez, voy a proteger a mi cuñada en lugar de encubrirte.

La tensión entre los hermanos se palpaba incluso a través del teléfono. Ran finalmente habló, su voz cargada de amargura.

—No esperaba esto de ti, Azaki. Siempre has sido el justo, el bueno, el que sigue las reglas. Pero no entiendes lo que siento. Esta vez me siento… traicionado por ti. Soy tu única familia, ¿y me haces esto?

—No, no te equivoques. No eres mi única familia. Somos mas. Mis hijos, mi esposa, mis cuñadas, también son mi familia y la tuya, no lo olvides. Te entenderé cuando busques ayuda y te enfrentes a lo que sea que te está pasando porque te digo que has perdido la cabeza completamente. Pero hasta entonces, no puedo respetar ni aceptar tu comportamiento. Consigue ayuda, Ran, antes de que sea demasiado tarde. Yo voy a hacer lo que debí hacer hace tiempo y lo que es correcto.

Y con eso, Azaki colgó, dejando a Ran con sus pensamientos tumultuosos y la dura realidad de que sus acciones estaban empezando a tener consecuencias irreversibles.

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Las tres mujeres se encontraban en la habitación, ansiosas. Raúl se había marchado después de dejarlas a pesar de que no quería, porque las hermanas sabían que era una de las primeras personas que Ran buscaría. A él no lo habían visto, así que podía mentir para mantenerse fuera y a salvo.

Rous y Alexa compartían miradas nerviosas, porque sabían que no tenían mucho tiempo antes de ser localizadas. No era cuestión de desestimar el poder que Ran Masaharu tenía en la ciudad de Tokio, y era claro que en ese momento estaba desplegando a todo su poderoso séquito. Especialmente era de temer al jefe de seguridad de Ran que había demostrado mil veces lo capaz que era en su desempeño. Mientras, Aiko, sentada en aparente calma, se sumía en un silencio cargado de alivio, por un lado, y culpabilidad, por otro.

Rous rompió el silencio, expresando las preocupaciones que las rondaban. 

—Tenemos a Aiko aquí, pero sabemos que no podemos escondernos por mucho tiempo. Ran nos está buscando, y tarde o temprano dará con nosotras.

Alexa asintió.

—Además, nos acaban de decir que el jet de la familia tiene prohibido salir de Japón. Tu esposo está jugando fuerte —le dijo a la chica—. La situación se está complicando, eso es cierto, pero no hemos llegado hasta aquí para ahora dejar que te lleven. 

Se agachó frente a la linda muñeca que ahora parecía a punto de llorar. Le acarició la cabeza para tranquilizarla. 




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