Cuadrado. U ovalado si quieres. Así son todas las mañanas dentro de La Cúpula, esta es la ciudad donde yo nací. Hay mañanas en las cuales la lluvia del exterior deja gotitas pegadas a las grandes paredes de este domo gigante, me gustan mirarlas, porque se parecen a las estrellas de las que cuentan los libros de historia que alguna vez se avisoraban en el cielo. Si miras afuera de este domo, solo hay tierra color cerámica, esta nos rodea a kilómetros y kilómetros hasta una frontera de la cual desconocemos todo, quizás solo sea más tierra. Solo nos recibe y despide un sol que no se ve buena parte del año, por culpa de la neblina del cielo. Las casas no son nada de otro mundo, realmente, si has conocido cualquier otra ciudad civilizada, que conoce de elaboraciones arquitectonicas contemporáneas hasta el año dos mil, y sabe tratar con problemas como la neblina matutina y la invasión de privacidad, ya conoces toda La Cúpula.
Por cierto, soy Victor. Victor Avería. Y a partir de ahora, todo lo que leerás, sobre mi, sobre este maldito lugar, y sobre lo que hay más allá de todo esto: Todo, todo es cierto. Sí. Tengo dieciseis años. Sí, no soy capaz de defenderme solo. Sí, actualmente vivo en la aburrida ciudad de La Cúpula con mi padre, como no podía ser de otra manera realmente. Sí, he pasado los últimos años teniendo sueños lúcidos y siendo capaz de mantener mi consciencia aún con los ojos cerrados. Ya olvidé cuándo fui capaz de desarrollar esta habilidad, solo...sucedió.
Esta mañana desperté pensando en esta chica de la escuela. Se llama María. Desde que la conocí, suelo pararme cerca al portón del colegio una vez entro, solo para poder verla a ella. De hecho, últimamente, trato de llegar más temprano y me quedo a drede conversando con Axel, mi mejor amigo del colegio, cerca al portón del colegio, solo esperando a que ella llegue y poder verla un poco antes de entrar a mi aula. Nunca la saludo, simplemente la observo a la distancia más cercana posible. A veces ella me ve mientras yo hablo con él, pero yo aparto mi mirada en el instante que noto su atención en mi. Y cuando sé que ya no me está mirando, la vuelvo a ver, pero claro, de manera disimulada, porque no me gustaría que Axel sospeche de mi. Aunque creo que a estas alturas ya se dio cuenta, y solo no lo menciona. No me preocupa que a él también le llegue a gustar María (aunque no lo culparía, quiero decir, mirarla enloquece a cualquiera) estoy seguro de que no le gusta, pues hace unas semanas me confesó que le gustaba Bianca. Bianca es la chica albina de nuestro salón. Muy, muy blanca. Bueno exagero, su cabello es algo castaño realmente, combina bien con su figura, eh ¿esbelta podría decirse? Ella está en nuestro salón, es la más destacada de todos nosotros, la que se queda en la biblioteca hasta altas horas de la noche, además de eso, es la que sabe cuándo debemos dejar de reirnos en el salón y tomar en serio la explicación del profesor, por eso ellos siempre la toman como ejemplo a seguir para todos los demás mortales. A ella no parece importarle ni incomodarle este asunto, diría que hasta le gusta, aunque no lo haga notar.
Como siempre, cambiar mis sábanas luego de...que se humedecieran, era algo tedioso pero necesario, luego, tuve que esperar al desayuno de mi papá (huevos fritos como siempre), después me vestí con el uniforme que trato de mantener limpio sin mucho esfuerzo, pues no tengo motivos realmente para ensuciarlo, ni sabría cómo hacerlo. Salí temprano como de costumbre, era un día de neblina, así que para alegrarlo un poco me puse los audífonos y dejé correr la siguiente canción de mi lista. "Divina TV Fuhrer" de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. No sé de donde demonios viene en primer lugar, hablo de la niebla. Nisiquiera hay cerca una playa que yo sepa, todo lo que hay afuera es...tierra. Y más allá, mucha más tierra. Realmente no entiendo como hay quienes desean conocer el exterior ¿Qué puede haber más allá de este domo que sea tan importante de ver? Lo vemos siempre en la televisión, solo hay más y más ciudades con domos igual de grandes y fríos como el nuestro. De seguro también tienen este olor a cloro que se siente en el aire matutino y el aire caliente que sale de los ductos del piso. A algunos niños les gusta pararse ahí a drede para jugar.
Miro la pantalla de mi celular, son las siete con quince. Siente, uno, cinco...en realidad, mentiría si dijese que yo nunca me lo he preguntado. Quizás, a veces, solo a veces, pienso, ¿cómo sería la vida fuera de esta cúpula? ¿ellos tienen animales andando por las calles más allá de sucios perros y gatos? ¿algún ave exótica? ¿habrá alguna especie de edifico recubierto en puro oro? ¿Como en aquella película que vi cuando era niño?... son las siete y dieciseis, ya estoy cerca al portón del colegio... pero me pregunto, y quizás esto sería lo más increíble...¿Qué clases de sueños tendría la gente de allá afuera? ¿Qué paisajes podré ver en sus sueños? ¿Habrá cosas más llamativas como Rhinestone Eyes Mt.? bueno, son tonterías, lo sé, pero me llama la atención pensar en eso. Siete, uno, siete...ahí está Bianca, hoy vino con uniforme...voy a saludarla. Eh, sí me vió. Pero me ha ignorado, parece...algo molesta ¿Quién será ese señor de pelo blanco? Quizás es su abuelo...tiene una bata sucia, parece algún científico loco. Me quedó mirando un rato...es raro. Se va en su auto. Me recuerda al de Volver al futuro.
Mi colegio tiene su nombre en grande arriba del portón de la entrada. U.S. Les Thin se llama. No sé quién diablos le puso ese nombre, suena extraño. Tampoco me he parado a pensar en ello, en esta ciudad quien no le pone nombre de algún famoso a sus cosas le pone el nombre de sus muertos. Menos yo. A mí nunca me encontrarás llamándole a nada con el nombre "Alma".
Ese era el nombre de mi mamá.
Oh por Dios, es María. Está tan linda con su uniforme escolar, esa falda, la blusa del colegio, le queda tan ceñido, cómo camina, su cabello lacio bailando en el aire, su mirada tan soberbia, esos labios, me está dando la espalda y...yo...tengo que ir al baño. Me miró de reojo, esta vez me miró de reojo, yo...Dios, tengo que entrar al salón después de esto. Me alegro de haber traído papel higiénico.