Capítulo X

Min Yoongi, primogénito heredero de la dinastía Joseon, en el día noveno del mes octavo del año 1904, será coronado emperador de la nación, tomando el trono para fungir su labor de guía y líder del país con labor de dirigir los asuntos reales con firmeza y justicia bajo el decreto y bendición de los dioses.

Esta proclama había sido realizada la mañana del día octavo después de la partida del emperador a la guerra donde falleció en combate junto a sus hombres, motivo por el cual se había tomado la decisión de coronar al heredero lo antes posible para que determinara el rumbo que debía tomar la nación frente a la guerra con los nipones y la inestabilidad económica.

Para Yoongi esta noticia no era un secreto pues la noche anterior a la proclama había recibido el mensaje de que su padre junto con la mayoría de su ejército, por no decir que todos habían muerto en combate dejando así la necesidad de un nuevo rey. Era de esperarse que muchos se enojaran e incluso estuvieran en contra, pero pese a la oposición el sería coronado emperador y tendría el poder de destituir y eliminar a quienes se interpusieran, el único problema ahora sería enviar más soldados al campo para eliminar a los japoneses o al menos hacerlos retroceder, algo que a decir verdad no era nada fácil.

—Felicidades su majestad, ahora que será él emperador tiene el deber de superar a su padre– Comento Namjoon entrando al salón

— ¿Te alegras de la muerte de mi padre?– Cuestionó curioso

—Para nada, su muerte es algo lamentable que recordara la nación por mucho tiempo, sin embargo las cosas deben continuar, y su responsabilidad ahora es garantizarle al pueblo una mejora política y un cambio en las bases del Estado– Respondió con cierta seriedad

—Tenga presente que así será. – Respondió el rubio con sequedad

—Nos veremos en la coronación. – Namjoon se inclinó y con una sonrisa salió de la habitación

Mientras tanto el resto del pueblo y nación lentamente comenzaba a enterarse de la noticia alegrándose los unos y temiendo los otros por el futuro del país. Eran muchos los que pensaban que el príncipe Min era muy joven para el cargo pero no se atrevían a oponerse a las leyes que por años habían fungido de este modo. Fue así como todos se preparaban para celebrar la gran coronación real.

En la fortaleza militar no había excepción, algunos estaban expectantes ante la coronación de un nuevo emperador mientras que otros temían por ir al campo de batalla, después de todo si el mismísimo emperador había muerto ¿Qué les esperaba a ellos? Ni el cambio de emperador les iba a salvar de morir.

Ese día la conmoción estaba en el aire, pero no por ello dejaron de entrenar, esta vez con algo que no habían hecho antes y esto era el uso de armas de fuego. Las armas de fuego que poseían eran portátiles y podían disparar bolas de plomo, flechas y dardos además de los modernos arcabuces que eran más frecuentes en el campo de batalla. También contaban con cañones y artefactos explosivos en general. Estos usados principalmente para defensa naval, sin embargo también estaban presentes para cuidar fortalezas. Estos disparaban proyectiles tanto de piedra como de hierro pero el más común era uno parecido a una flecha de madera con cabeza de hierro y alas del mismo material o cuero. Estas flechas "reforzadas" tenían mayor alcance y precisión a comparación de las balas de cañón corrientes.

También empleaban el lanzacohetes: Hawcha o "Carro de fuego" que constaba de una carretilla con dos ruedas que se usaba de plataforma de lanzamiento para más de un centenar de flechas, impulsadas por pólvora.

Todos estos elementos que eran muy diferentes al uso de la espada o el arco y flecha estaban siendo usados particularmente ese día como una "Finalización de su entrenamiento base". Si bien era cierto que el entrenamiento oficial era de mayor duración el tiempo se les había agotado y tanto como los generales como el heredero se había esforzado por que sus soldados estuvieran preparados en todos los ámbitos.

Curiosamente y debido al afán el día se había ido tan rápido como había llegado, pronto el cielo había oscurecido y todos en medio del temor se habían apresurado a bañarse y encerrarse en la habitación pues sus días allí estaban contados. Por el contrario Taehyung se encontraba en el lugar de siempre a la espera del guardia real del futuro emperador, esperaba que si esa era su última noche al menos deseaba aprender algo más que un combate de espadas.

Particularmente Hoseok tenía el rostro más serio que de costumbre, casi amargo, sin embargo mantuvo la compostura en todo momento y sin mediar palabras lo llevo hasta el lugar de encuentro donde el joven rubio los esperaba, esta vez sin espadas ni ningún otra arma de combate.

Una vez estuvieron lo suficientemente cerca el joven heredero se dispuso a abrir la puerta de su habitación invitando a Taehyung a entrar, como este no estaba para oponerse entro al lugar con cierta curiosidad mientras Yoongi cerraba la puerta tras el dejando a Hoseok afuera, encargándole guardar su seguridad.

—Lo que estoy por decir es altamente confidencial por lo que confió en que no le dirás esto a nadie más, ni siquiera a tus compañeros. –Habló el joven sin siquiera tomar asiento

—No saldrá de aquí. – Respondió Taehyung con firmeza

—Como sabrás mañana es mi coronación, sin embargo no se hará una excepción y ustedes partirán a Daegu el día siguiente, por lo que quiero que vayas al pueblo y te despidas de tu familia. –Declaró finalmente sin tapujo alguno.

— ¿Habla enserio?–Cuestionó Taehyung atónito tras no poder creerlo

— ¿Crees que bromearía con algo así?–Cuestionó enarcando una ceja

—N-no, es solo que...–Taehyung no encontraba las palabras

—No digas nada y solo vete, asegúrate de que nadie te vea y regresa aquí antes de la media noche–Respondió Yoongi dándole la espalda para abrir la puerta y dejar que Taehyung saliera.