Wildflower

Capítulo 4

. . . . . . Fecha desconocida

Acaricio las mariposas que tiene mi vestido, son de color blancas con pequeños destello azules, es esponjado, y me hace sentir como Cenicienta, mis zapatillas son bajitas con un moño enfrente color blanco, mi cabello está recogido en un moño muy apretado.

Papa ordeno que así lo hicieran.

Y cuando el ordena algo, se tiene que hacer.

Estoy en mi habitación esperando a que Ev venga a felicitarme.

El me dijo que traería un regalo para mí, solo que tuviera cuidado para que papá no me lo quitara.

Comienzo a mover mis pies de un lado a otro, me veo muy graciosa sentada en el sofá.

Escucho como abren la puerta de mi habitación…

—Bianca… —dice papá con su voz profunda—, camina, se nos hace tarde.

Me bajo del sofá y al llegar a su lado, una corriente de felicidad inunda mi ser en cuanto el me da su mano para que la tome, y comencemos a caminar.

Es raro que papa demuestre afecto a las personas, gran parte del tiempo solo grita, y cuando lo hace me da miedo.

Voy de su mano con una gran sonrisa en mi rostro, todos hacen una reverencia cuando comenzamos a bajar las escaleras, y entre esas reverencias, lo veo.

Va con un traje que le queda a la medida, su cabello esta de lado, y cuando me ve, puedo observar el asombro en sus ojos.

Le doy una sonrisa que me devuelve de inmediato pero que elimina cuando papá le dice:

—No mires a quien nunca podrás tener —dice con su voz profunda que intimida a cualquier persona—. Comienza a mentalizarte desde este momento.

—Si señor, disculpe. —dice aquel niño sin bajar la cabeza.

Caminamos sin detenernos hasta llegar al jardín trasero, la casa es muy bonita, lastima que solo pueda salir cuando papa lo ordena.

Mientras nos adentramos más, observo como varias personas tienen cubierto el rostro, me miran como si fuera una pequeña diversión para ellos, otros en cambio, miran a papa con señal de respeto.

Todos tenemos diferentes formas de pensar.

Me dijo Ev.

En medio de todas las miradas, se encuentra una fuente, nunca la había visto hasta hoy.

—Mi señor —se inclina un señor con canas y hace una reverencia, después enfoca su mirada en mi—, es un placer tenerla señorita Bianca.

—Spencer, comienza.

Asiente. —Señorita Bianca, como sabrá, usted viene de una de las familias más importantes en el mundo de la mafia como en el de los negocios, y cada uno de estos, tiene su reglamento.

>Como se indica en la mafia, cada miembro que pertenezca a esta será obligado a traer a su descendencia a la edad de 4 años, a firmar el pacto de sangre, que consta de un corte recto en la palma de la mano de forma horizontal, se lleva a cabo esto, dando a entender que si usted esta dispuesta a traicionar a cualquier miembro de la mafia, seria ejecutada de inmediato y al mismo tiempo, haciéndola conocer como única heredera y todo aquel que le haga daño, será ejecutado.

>Aun cuando escape, la mafia los encontrará y serán condenados a múltiples practicas dentro de esta.

—Ya comienza y deja tus palabrerías para otro momento. —dice papá.

—Faltan 5 minutos para que comencemos.

—No me interesa, solo hazlo.

—Señor, son las reglas y no puedo desobedecer.

—Harás lo que te diga ya si no quieres a tu hija 50 metros bajo tierra. —dice sacando su arma y apuntando su cabeza.

—Usted no puede hacer eso, no son las reglas…

—Me importa un carajo lo que digan las malditas reglas, harás lo que te ordene y no es una pregunta.

El señor hace lo que ordena papa y toma una navaja entre sus manos y se acerca a mi lentamente.

Toma mi mano, y sin esperar, hace un corte provocando que varias lágrimas comiencen a fluir por mis mejillas.

—Papi… me duele mucho.

—Silencio. —demanda mirándome enojado.

—Por el poder que me confiere, ante la ley de toda la mafia, declaró a Bianca Argov como única heredera de Bruno Argov, dueño de uno de los clanes más poderosos y al mismo tiempo peligrosos. Logrando así, que cualquiera que intente asesinar a su legado, será sentenciado a muerte, pues bajo ninguna regla está permitido que los mafiosos mueran sin tener descendencia alguna.

>Si en dado caso, la señorita Bianca llegase a morir, por algún ataque de los pueblos vecinos, en automático se dará la autorización para que todo aliado de su padre, el señor Bruno, comiencen a buscar a los responsables.

No puedo entender todo lo que dice, porque me duele mucho m9i mano.

La sangre no deja de fluir, y más lágrimas caen de mis ojos.

A Ev no le gusta verte llorar, dice que pierdes tu sonrisa.

De repente, un disparo hace que grite de miedo y corra a refugiarme detrás de papá, pero él se quita y me tomá de mi mano que sangra.

—Escúchame bien Bianca, porque no volveré a repetirlo: Tu asesinaste a ese hombre de allí. —señala al señor Spencer que tiene un orificio en la frente.

—N-no… no fui yo…

—Fuiste tú, todos aquí lo vieron. Eres una asesina. —dice mirándome muy feo.

—No… no soy una asesina. Yo no lo asesine.

—Fuiste tu ¿Y sabes por qué? —niego— Porque si no te hubieras quejado sobre lo mucho que te dolía tu mano, y si no hubieses llorado, ese hombre de ahí no estaría muerto y estaría yendo a casa con su única hija. Y tu —me señala— le has quitado eso a ella.

Niego mientras no paro de llorar, no es verdad lo que papa esta diciendo, yo no pude dejar in papá a una niña… yo no sé manejar un arma.

Solo tengo cuatro años.

Cuatro años y ya eres una asesina.

No fui yo.

Tu asesinaste a ese hombre.

Corro hacia la casa, sin importar que todos me vean, solo quiero irme de aquí.

Llego a mi habitación y veo mi vestido: está lleno de sangre.

Ya no parezco una princesa.

Sangre de Spencer.

Comienzo a llorar y me acurruco en el sofá.



#1130 en Thriller

En el texto hay: infidelidad, odio, amor dolor

Editado: 15.04.2025

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