La intensa luz cegó a Marloc Bells quien sin dudar más salió por la puerta, el ruido de la muchedumbre que dominaba las calles era abrumadora, gritos, murmullos, pasos, sonidos viscosos y pisadas ensordecedoras, era lo común en la villa.
—¡Joder! ¡Esta lleno de esos bastardos! — pensaba iracundo, cerró la puerta y se unió a la multitud.
Existían carpas donde algunos seres con cabeza de mosca ofrecían toda clase de artículos y cosas, allí Marloc se detuvo pero al ver lo que ofrecían palideció, casi pierde el equilibrio ante la grotesca imagen de miembros humanos colgados, piernas, brazos, frascos con orejas, ojos, narices, dedos, inclusive miembros viriles, botellas de cristal llenas de sangre reposaban al lado de tres cabezas en la mesa marrón, estás tenían una expresión de horror.
—¡Bastardos! — musitó dominado por la irá, pero el tintineo de las campanas sonaron en su mente, haciéndole ver qué existía un área de oportunidad.
—¡Extraño! ¡Extraño! ¿Esta usted interesado en algún producto? ¿Es un hechicero? ¿O gusta de comidas extravagantes? — le abordo una de las criaturas humanoides, la cual le abrazo de un hombro con su grumosa mano con varias garras, Marloc sintió desagradó al ser tocado por semejante esperpento.
—Hola, me interesa el origen de “estás cosas”, nunca las he visto — evitaba vomitar al decir esto, la repugnante criatura pareció sonreír, dejando caer baba espumosa al piso.
—Aquí todo tiene un precio, no se regala nada mi amigo — sus múltiples ojos no podían ver más allá de su capucha.
Tras un breve silencio saco una pequeña bolsa con su mano monstruosa.
—Esto debe ser suficiente, todos quieren algo a cambio — el interés de la mosca fue directo a la bolsa, liberando a Marloc.
Tras una examinación el vendedor pareció satisfecho, sin saber que era una parte verdosa del propio Marloc.
—Bien, bien, le diré de dónde vienen estás débiles criaturas — respondió con gran ánimo — las compramos más allá del bosque, pero ese sátiro nos hizo perder bastante mercancía, se quedó con más de diez de estos ¡Y vivos!
—¿Y no lo pudieron detener? — le cuestionó, cosa que no tomo nada bien la criatura.
—¿Nunca has viajado por el bosque carmesí cierto? — le picoteaba el pecho con su garra — el es todo, apenas entras el sabe dónde estás, con quién vas y conoce todas tus pertenencias, lo más sabio es entregar lo que él quiera y sobretodo nunca, pero nunca viajes solo.
Su advertencia le complicaba las cosas a Marloc, ya que no podía viajar con alguien más, significaría un claro riesgo, solo decidió retirarse, siguiendo a la muchedumbre, en algunos puestos tenían algunos pares de batdemon en jaulas, esos estaban muy inquietos dando vueltas incesantemente, algunos incluso mordían las jaulas en un desesperado intento de huir, Marloc al verlo no podía evitar sentirse feliz, luego de todo el sufrimiento recibido por ellos.
El hombre envuelto en pieles se acercó al puesto para ver a la criatura torturada con mayor precisión, pero también notó a dos criaturas encadenadas como perros, no eran grandes, de hecho tenían la estatura de un niño de ocho años, eran seres humanoides con rostros salvajes bastantes peludos, carecían de labios, sus mandíbulas mostraban sus colmillos, sus ojos ámbar resplandecían al hacer contacto con Marloc, le rogaban su piedad, sus cuerpos peludos estaban bastante flacos, incluso uno de estos tenían cicatrices en la espalda, seguramente a causa de alguna clase de látigo.
—Este mundo está bastante podrido — pensó el hombre al ver a esos infantes — ¿Debería matarlos?
Un ser de apariencia de reptil se acercó, pensando en venderle algo, pero se detuvo al ver cómo el acariciaba el mango de su espada.
—¡¿Qué cree que está haciendo?! — le cuestionó con un tono femenino pero imponente.
—Y-yo, yo solo miraba la mercancía — respondió con nerviosismo, pero se percatado de que estaba sujetando su arma.
—Bien, entonces suelta tu arma — su tono era amenazante, la mujer reptil saco las garras lista para entrar en conflicto con el extraño.
—¡Mierda no quiero usar está maldita espada! Si la mato seguramente tendré escamas — miraba atenuado por la situación a la hostil vendedora.
Marloc retiro su mano del arma, pero la mujer reptil solo se abalanzo contra él, cerró su ojo aún humano, pero sus ojo rojo que sobre salía sobre la rama verdosa en su cráneo le hizo reaccionar debidamente, su brazo huesudo se estiró un poco más de lo normal y así conseguir sujetar del cuello a su atacante, sin tener la amenaza de ser dañado por sus filosas garras, ella fue levantada del piso, entrando en pánico al recibir poco aire.
—¡Basta! ¡Basta! ¡Basta! ¡Tu ganas! ¡Te puedes llevar lo que quieras solo libérame! — se retorcía intentando librarse del agarre pero solo conseguía que su cuello fuera oprimido con mayor fuerza.
Marloc abrió su ojo dándose cuenta que estaba ileso e incluso consigo salir vencedor.
—¿Realmente lo conseguí? — se preguntaba a sí mismo.
—Si y no pedazo de carne ambulante — escucho Marloc en su cabeza, cosa que lo aterro.
—¡¿Qué eres?! ¡¿Cómo es posible?! — cuestionaba aterrado, recordando a la cosa postrada en la cama.
—No, no soy él, soy tú, el tú qué sabe lo cruel que debe ser, lo despiadado que se necesita ser para seguir con vida — sus palabras iban cargadas de enojo y frustración.
—¡No tú debes ser parte del efecto de la espada!
—Tu negación y debilidad fueron lo que dieron “vida”, tu penosa mente no es capaz de procesar todo esté calvario y ahora te identificaste con esas bolas de pelo — la voz en su cabeza replicaba molesta — creía que estábamos encaminados en una sola meta al salir de esa prisión.
Marloc recordó su juramento.
—¡Si! ¡Ese mismo! ¡Traer mísera y dolor a todos en este miserable mundo! — hacia énfasis en su meta, ambos notaron como Marloc flaqueaba — ¡Ellos no merecen un respiro! ¡Míralos bien! ¡Todos son como Hetros!