Soltó las riendas de una de las bestias de cabeza ardiente, está arremetió contra los seres de madera, tiro a un par y los aplastó repetidas veces con sus patas delanteras, la madera no resistió, quebrándose en poco tiempo, el resto de enemigos le rodearon, pero no perdió la cabeza atacó a las amenazantes figuras rojizas con sus patas traseras, uno de los sátiros se partió a la mitad, el otro cayó de espaldas al suelo, la criatura de montura exhalo fuego verde, quemando al resto de ellos. Marloc le transmitía su irá y frustración a la bestia, volviéndola peligrosa.
—¡Eso no es todo lo que tenemos! — bramaba el hombre perdido en su furia.
Cabalgó pasando entre las llamas verdes con miedo a ver el resultado de su estupidez, pero no encontró cuerpos sin vida, sino solo un frasco de sangre roto.
—¡Debió romperlo al intentar atraparlos! ¡Están vivos! — su corazón se sintió más ligero.
¡Mi sacrificio! ¡Mi sacrificio! ¡¡ENTRÉGAME MI SACRIFICIO!!
Escucho la demanda inflexible, Marloc desconocía la identidad de su enemigo, pero ahora no temía de la amenaza.
—¡No se te ocurra ponerles ni un solo dedo encima! — advirtió con la espada maldita en lo alto.
“Si crees ser lo suficientemente fuerte intenta encontrarlos”
Una risa burlona sonó por todo el bosque, el sonido de varios pasos se hizo evidente, ellos venían por él, Marloc se puso en guardia, al igual que sus bestias cuadrúpedas, antes de atacar paso la idea de ser Gilp y Rapan al haberlo escuchado, descuidándose al existir la mínima oportunidad de tratarse de ellos, de entre los arbustos saltaron varias figuras de madera, las criaturas del hombre repararon ante el susto.
—¡Debo tomar el control! ¡Si dejo a ellos al control de sus cuerpos serán asesinados! — al oírse a si mismo se percató de algo obvio — ¿Cómo fue que supe de está habilidad de control? ¿Fue un reflejo remanente de la masa en la casa de Hetros? Debe ser un efecto secundario de la espada.
El temor por la espada creció. ¿Qué sabía realmente sobre ella? Si su efecto era tan grato ¿Por qué Hetros lo tenía lejos de el?
—¿Me estaré perdiendo a mi mismo? — de tan solo pensarlo quedó helado, el miedo era abrumador, sentía como la espada palpitaba, quedó tan blanco como la nieve — ¿Esta viva? O será que ¿tiene mi vida?
Incapaz de tirarla se decidió por guardarla, quería evitar mirarla, olvidar todo eso y pensar en su problema más urgente, los niños. Los enemigos los rodearon aprovechando la apertura de las bestias, se mostraban deseosas de destriparlos.
—¡Aléjense de nosotros! — ambos seres de cabeza llameante soltaron fuego verde.
Los cuerpos de madera se desmoronaban consumidos mayormente por las feroces llamas, los números de enemigos no disminuía, ante la desesperada situación retrocedieron pero solo para verse rodeados por más sátiros de madera.
—¡Fuera de mi camino! — bramaba con desesperación, sin embargo unos gritos vinieron del más profundo en el bosque, eran los niños.
Abriéndose camino dando fuego y los pisotones a los seres de madera, se dirigían a dónde provenían los gritos, llegando a los pies de la montaña, un gran número de sátiros rodeaban a los menores, ellos se defendían soltando zarpazos y tirando a sus atacantes, pero estaban bastante retirados de Marloc.
—¡Bastardos! — se lanzo sin pensarlo contra los enemigos indoloros.
Esta vez la cantidad era más de lo que deseaba, los sátiros rasgaban y tiraban de las bestias, Marloc luchaba por el control, los seres solo deseaban huir, en medio del caos la criatura se levantó en un intento de ser libre del control, tirando a su jinete y siendo víctima de los seres de madera, quienes abrieron el pecho de la bestia, Marloc intento escabullirse en medio del frenesí, pero es sujetado por otros dos seres, la última bestia se retiró del lugar al perderse el control de las campanas, los pequeños y el humano fueron llevados al interior de la montaña.
El hombre mostraba resistencia al ser llevado, pero fue rápidamente reprendido con un potente golpe en la cabeza. Tras esto todo le daba vueltas, veía como los niños eran cargados junto a él por los sátiros, todo poco a poco se volvía rojo, la tierra, las raíces de los arboles, ni existía nada que no tuviera ese tono siniestro, no existía el sonido para el hombre ahora llamado Marloc Bell, todo poco a poco se volvía negro, hasta perder la conciencia.
Luego de un rato se encontraba colgado por los brazos, amarrado con las raíces del techo, los infantes estaban en una jaula en el suelo, hecha con los mismos materiales, solo seis sátiros resguardaban la salida, pero en el interior estaba una enorme masa rojiza con varias bultos y lo que parecía ser vellos, unos se pedían en la tierra, esa cosa le recordaba a la que tenía Hetros atrapada.
—¿Quién eres tú? — su voz sonó quebrada, temiendo al ver el gran tamaño de la criatura parasitaria, podía ser considerada del tamaño de una ballena, pero está si tenía grandes dientes, señal de ser carnívora.
—¡Yo debería preguntarte lo mismo! ¡Posees la habilidad de mi especie! ¡Pero claramente no eres algo común en este mundo! — la áspera voz resonaba por todo el lugar, el corazón de Marloc latía como nunca.
—¿Desea comerme? No, si fuera así no estaría colgado y menos ellos seguirán con vida — pensaba intentando recuperar la calma.
—¿Qué deseas de mi? — hizo la pregunta principal.
La risa burlona de la masa sin brazos sacudió la cueva donde residía, Marloc intentaba mantenerse serenó.
—¡Eres demasiado osado! Pero si es cierto, te tengo un pedido — al oírlo se sintió a salvo del enorme ser — necesito que vayas al sur del bosque y des muerte al “Centauro”.
—¿Pero que gano yo de todo eso? — jugaba con su suerte, pero la raíz que lo sostenía apretó sus brazos y al mismo tiempo la jaula de los niños se volvía más pequeña.
—Debes entender que tú vida y la de tus compañeros — la criatura no se andaba con rodeos.