Capítulo 12: La Canción del Agua Dormida

Escaparon hacia las Tierras Límite, donde los elementos se mezclaban sin orden. Tierra flotante, ríos que subían al cielo, fuego que cantaba en espirales. Era un lugar fuera del control del Consejo, olvidado por muchos.

—Aquí —dijo Cael— no pueden seguirnos. Pero no por mucho tiempo.

Lysiane observó un lago de superficie cristalina. Al tocarlo, el agua cantó. Literalmente. Una melodía suave, triste. Una voz femenina susurrando palabras en un idioma antiguo.

—Escucha… —dijo, cerrando los ojos.

Cael la oyó también. Palabras flotando en el aire:

“Luz y sombra, sangre y cielo,
donde nace el amor, muere el miedo.”

—¿Qué significa eso?

—Es una advertencia —murmuró Lysiane—. O quizás una profecía.

Esa noche, Lysiane se sumergió en el lago. No por necesidad, sino por instinto. El agua no la empapó. La envolvió como un abrazo familiar. Allí, en el fondo, encontró una piedra tallada con el símbolo en espiral.

Cuando la tocó, otra visión la invadió: una joven muy parecida a ella, de pie frente al Consejo, gritando mientras sellaban su magia. Vio cómo dividían su poder en cuatro fragmentos: uno para cada elemento… y uno más, oculto.

El quinto fragmento: el del amor.

Cuando emergió, Cael estaba esperándola con una capa cálida. Sus ojos grises estaban fijos en ella con una intensidad diferente.

—¿Qué viste?

—Que no soy solo una heredera. Soy la portadora del fragmento perdido. El Consejo nos hizo creer que el amor era solo un vínculo emocional, no un poder. Pero estaban equivocados.

—¿Crees que por eso nos encontramos?

Lysiane asintió.

—Sí. Porque el amor… es el único elemento que no puede controlarse. Y tú y yo… estamos unidos por él.

Cael no respondió con palabras. Solo la abrazó, envolviéndola con sus alas y las de ella. Y en ese gesto, el viento y el agua se entrelazaron, como dos partes de un mismo hechizo.

Esa noche, por primera vez, Lysiane no soñó con el pasado… sino con el futuro. Uno que no existía aún, pero que estaban a punto de crear.