Capítulo 13: La Guardiana Caída

A la mañana siguiente, guiados por un mapa antiguo grabado en la piedra del lago, Lysiane y Cael emprendieron camino hacia una región olvidada del Reino de Liria: el Bosque de Silencio, donde supuestamente vivía una antigua Guardiana que había desaparecido tras desafiar al Consejo.

—¿Crees que aún esté viva? —preguntó Lysiane, con el colgante de su madre brillando débilmente.

—Dicen que las Guardianas Caídas son como estrellas errantes. Se ocultan, pero nunca se apagan —respondió Cael.

El bosque los recibió con un silencio denso. No había viento ni canto de criaturas. Solo árboles inmóviles y una bruma que parecía respirar. A medida que avanzaban, Lysiane sentía algo familiar. Como si el aire mismo la reconociera.

Finalmente, llegaron a una cabaña de madera trenzada entre raíces vivas. Allí, los esperaba una mujer de cabello blanco como la escarcha y alas rotas.

—He esperado mucho por ti —dijo sin sorpresa—. Lysiane… hija de Mirea.

Lysiane se quedó helada.

—¿Conociste a mi madre?

—Fui su hermana en el juramento de viento. Ambas defendimos el quinto fragmento… hasta que el Consejo lo borró de la historia.

La mujer se presentó como Neris, una ex Guardiana del Agua, desterrada tras intentar liberar el poder del amor de su prisión.

—Mirea protegió una parte del fragmento contigo. Pero lo que nadie sabe es que los fragmentos pueden volver a unirse… si la magia renace en quienes aún creen en ella.

—¿Y cómo se hace eso? —preguntó Cael, tenso.

—No se hace. Se siente. Se elige. No por deber… sino por amor. —Los miró a ambos—. Ustedes ya comenzaron. El Consejo lo siente, y por eso los teme.

Neris les entregó una caja tallada en piedra lunar. Al abrirla, Lysiane encontró un cristal que vibró en su pecho como si siempre hubiera sido parte de ella.

—El primer fragmento ha despertado —susurró Neris—. Pero los otros están sellados en los lugares más sagrados de Liria. Y no estarán solos… ni a salvo.