Capítulo 1

— Hija, Jessica, hija ¡por Dios despierta! — Era la voz de la madre de la joven.

Esta estaba aterrada y preocupada, había visto esta mañana sangre en toda la cocina y en los escalones que van desde la cocina hacia las habitaciones y la sangre llegaba hasta la habitación de Jessica, además la recámara estaba sucia de aquel líquido.

— ¿Mamá? — Preguntó la joven y se acomodó en la cama, luego recordó lo de anoche y toco su hombro, pero este no dolía.

— Hija, ¿qué te sucedió? ¿Por qué hay tanta sangre? — Pregunta la mujer toda angustiada.

La joven tardo en responder, recordó aquel animal salvaje, aquel lobo que la ataco, nuevamente llevó sus manos a su hombro, ella había vendado su herida, pero su camiseta de dormir la ocultaba.

— No es nada, es solo que anoche encontré aún animal herido y lo he traído a casa por la cocina, por eso es la sangre — Respondió la joven.

Aún no entendía el porqué su herida no dolía, anoche parecía ser bastante horrible, incluso pensó que amanecería mal, pero no era así.

— ¿Segura qué no estás herida? — La mujer fue a tocar a la joven, pero esta se apartó un poco molesta.

Anoche mientras gritaba de dolor sus padres no la escucharon por estar discutiendo, mientras un animal salvaje la devoraba ellos prefirieron seguir enfrascados en su pelea sin sentidos.

— Mamá, si anoche un animal salvaje mi hubiera atacado, ni tú, ni papá se hubiesen dado cuenta, aun así si yo gritase de dolor — Hablo la joven — Si yo estuviese herida, no te darías cuenta, ya que prefieres discutir con papá en vez de prestarme atención, ahora por favor sal de mi recámara, me vistiere para ir al colegio.

— Bien, lamento mucho lo sucedido anoche, prometo que no volverá a pasar.

— No prometa nada, ahora dejadme sola — Su madre no dijo nada, solo asintió y fue hasta la puerta.

— Yo me encargaré de limpiar la sangre de tu habitación, hablamos en el desayuno — Le dice su madre.

Jessica no dijo nada, una vez que quedo sola se levantó de la cama y corrió a su baño, se sacó su camiseta ancha de dormir y rápidamente quito la venda sucia de sangre de su hombro, casi pega un chillido al ver que justo en donde fue mordida no había ningún rastro, este solo estaba rojizo, como si solo se hubiese dado un golpe, la joven llevo su mano en su boca.

— No puede ser — Murmuró — Aquí había una fea herida — Tocó esa parte, lo apretó, pero no dolía.

Ella estaba asustada, sabía que aquello había pasado, no había sido una pesadilla, ella vio aquel lobo gigante, sintió los colmillos clavarse en su hombro, su dolor inmenso y la sangre, no fue un sueño, de eso estaba segura. Jessica se terminó de desvestir y entro a la ducha.

Durante todo el baño estuvo pensando en todas las maneras posibles en que pudo desaparecer aquella herida, estaba segura de que alguna horrible cicatriz quedaría, pero solo había un moretón rojo. La joven salió del baño y se vistió para asistir a su colegio.

Una camisa blanca y una falda negra eran su uniforme, de su zapatera tomo sus botas negras y de unos de sus cajones cogió unos calcetines largos de color negro, su castaño cabello lo ato a una alta cola de caballo, como ya estaba lista solo buscó sus útiles y los echo en su mochila, hoy comenzaba el primer semestre de su segundo año escolar, pretendía que este sea lo más normal que pudiera llegar ser, aunque anoche comenzó con el pies izquierdo.

De su mesita de noche cogió su celular y luego salió de su habitación, pretendía olvidar lo que le sucedió anoche y el caso de que no tenía cicatriz, después de todo era un punto de favor, ya que ella pretendía pertenecer al equipo de porrista de su colegia, Jessica bajo los escalones y se dirigió a la cocina, allí encontró a su madre limpiando la sangre, eso era prueba de que lo que paso anoche en el bosque no fue un sueño

— Ya me voy — Musito la chica.

— Ahí está el dinero de tu merienda, no lo malgaste — Le dice su madre.

Jessica asiente y toma el dinero, sus verdes ojos dan con la sangre del piso y los bellos de su piel se erizan al recordar lo que vio esta mañana, su hombro sin cicatriz. La joven se despidió de su madre y salió de su casa. Aún no podía evitar pensar en lo sucedido de anoche, en aquel lobo extraño que la atacó, pensó en la mordedura de hombro, estaba segura de que le había dejado clavado sus colmillos y que tenía unas heridas profundas y peligrosas, incluso hoy creyó que iría al hospital.

Jessica quería dejar de pensar en aquel percance, pero su mente una y otra vez le reproducía lo sucedido, el estar sentada escuchando música, los ruidos de ramas partirse, pasos acercarse de forma veloz, luego la imagen de la bestia y por el último el feroz ataque, la chica sacudió su cabeza para sacarse esas imagines, llegó a la estación del bus de su colegio y unos dos minutos después este llegó.

Como cada año escolar la joven entró al vehículo, como siempre los mismos alumnos revoltosos estaban ahí, algunos la saludaron y otros solo la ignoraron. Jessica fue a sentarse en unos de los asientos de atrás, al lado de la ventana, la joven tomó asiento y conectó los audífonos a su celular y luego se los colocó, ella puso Mama de Queen. Unos minutos después ya ella se estaba bajando del bus escalar junto a los demás alumnos de segundo año, ella sonrió cuando vio a dos de sus amigas entrando al plantel estudiantil, Miriam y  Lisbeth, la primera era una joven de lindos ojos oschris y cabello rubio y la otra era de piel morena y cabello negro, con unos ojos marrones.

— CHICAS — Grito Jessica, sus amigas se dieron la vuelta y la vieron por lo que sonrieron y se detuvieron, Jessica las alcanzó — Hola, chicas.

— Hola, Jess, ¿qué tal tus vacaciones? — Pregunta Mirian.

— Aburridas, no salí de casa a ningún lado, ¿y ustedes? — Pregunta la joven, las tres comenzaron a caminar.

— Mi papá nos llevó a la casa de campo de mis abuelos maternos, desde que mamá murió él ha estado intentado que mis hermanos y yo tengamos contactos con ellos — Responde Mirian.