Wolf Girl

Capítulo 2

Jessica estaba en su habitación, encerrada y llorando, no podía creer que unas de sus amigas acaba de morir frente a ella y que su única imagen que se llevó fue la de sus ojos rojos llenos de terror y para rematar vio su ataque, la chica se encontraba sentada en la misma ventana de anoche, escuchaba música triste para desahogarse, en unas de sus manos estaba la fotografía de las cuatro, ella, Maya, Lisbeth y Miriam.

Una lágrima se deslizó por los ojos de la chica, no extendía lo que le estaba pasando en este tiempo, primero sus padres quiénes parecen perros y gatos, después lo sucedido de anoche y ahora su amiga muerta, al parecer la mala suerte estaba de su lado. Entonces como un bombillo de idea que se prende sobre su cabeza ella recordó su herida, limpio sus lágrimas y bajo de la ventana, se quitó los audífonos y dejo estos junto a su teléfono en la cama.

Si mal no recordaba esta mañana ya no tenía señales de herida, ella quería comprobar dos cosas, o estaba loca y nada le paso a noche o su piel sanaba rápido por alguna razón, Jess fue hasta unos de sus cajones y rebuscó una cuchilla, una vez que la encontró la tomo entre sus manos nerviosas, ella estiró el brazo izquierdo y con la mano derecha comenzó a cortarse, al principio dolía, pero este desaparecía, desaparecía al igual que la herida.

— Ahhh — Chillo del susto y tiro al piso la navaja, miro su brazo y comenzó a buscar la herida en su brazo, la puerta de su habitación se abre y su madre entra preocupada, acababa de escuchar el grito de su hija.

— Jessica ¿qué sucede? ¿Te paso algo? — Pregunta la mujer, mira a su hija quien estaba aterrada.

— Un animal, solo vi un animal — Dice la chica.

— Hija — La mujer se acerca a su hija — Creo que debes descansar, acabaste de ver morir a tu mejor amiga y...

— Mamá, déjame sola por favor, te lo suplico — Pidió la chica.

— Está bien, pero sabes que si me necesitas puedes llamarme — La joven no dijo nada y su madre solo salió de la habitación un poco decepcionada por no poder acompañar a su hija.

Una vez sola en su habitación la adolescente comenzó a revisarse el brazo en donde se hizo la herida, ella se alteró, su corazón comenzó a latir con más fuerza, parecía que saldría de su pecho, su cuerpo comenzó a sudar de pronto, prácticamente parecía que en cualquier momento le daría un ataque, que su corazón estallaría.

La joven sostuvo su pecho con una mano, se sentía mareada y con mucha sed, caminando con tambaleos ella fue hasta el baño, se sostuvo del lavamanos y vertió un poco de agua en pálido y sudado rostro. Jessica cerro sus ojos, con sus manos apretó el lavamanos. Sentía que con hacer fuerza podría controlar su respiración y los latidos descontrolados de su corazón, pero lo que no notaba era que estaba agrietando aquel lavamanos, entonces lo rompió.

La chica chilló asustada por el ruido y luego se asombro al ver el lavamanos roto, miro sus manos la cual se habían cortado e inmediatamente se comenzaban a curar solas, ella seguía sin entender lo que le sucedía, solo sabía que no era nada normal y de que todo tenía que ver con lo sucedido anoche con el animal. La puerta de su habitación se abre y por segunda vez su madre aparece.

— !Oh por Dios! Jessica ¿qué sucedió? — La mujer había escuchado el estruendo que hizo el lavamanos al caer.

— Nada — Responde Jessica.

— ¿Nada? ¿Y cómo explicas eso? — La señora señalaba el lavamanos.

— Estaba agrietado y... yo me agarré de él y luego cayó — Mintió la chica.

— ¿Pero estás bien?

— Sí, creó que no usaré hoy mi baño, iré al de visita.

— Hazlo — Le dice la madre — Hija... me preocupas, te noto extraña, ¿es por lo de tu amiga?

— Mamá, era mi mejor amiga después de todo — La chica camina fuera del baño, ya no se sentía tan sofocada — Es natural que me sienta así.

— Amor, es una tragedia, Maya apenas tenía dieciséis años, una vida por delante, no quiero imaginarme como sería mi vida sin ti.

— Quizás mejor, tal vez no le estarías diciéndole a papá que te arrepientes de haberlo conocido — El rostro de la madre de la chica se transformó a uno de tristeza.

— Hija yo...

— Mamá, no me siento bien, me quiero bañar — La interrumpe Jessica.

Su madre nuevamente no dice nada y deja a la chica sola, una vez sola ella cierra con seguro su puerta, corre hacia su pequeño escritorio y abre su laptop, quería investigar que era lo que le pasaba, si estaba enferma y todo era producto de alguna enfermedad, o si era algún ser místico o el mismísimo demonio, pero de que tenía algo anormal lo tenía.

Cuando entró al buscador no supo que buscar, siquiera sabía como describir como se sentía. Ella cerro sus ojos un momento la imagen de aquel feroz animal llego a su cabeza, parecía un lobo, más bien era un lobo, solo que este era más grande de lo normal.

Entonces ella comenzó a buscar algunos datos sobre hombres locos, licántropos, por los datos que ella veía se sentía aún más confundida, de todos los posibles poderes (si así podemos llamarles) que posee un hombre lobo ella solo podría identificar dos, la primera era que podía sanar de una extraña manera, algo demasiado rápido y la otra era fuerza, una persona normal, y más una simple adolescente de dieciséis años no puede derrumbar un lavamanos y ella lo hizo, solo con ejercer un poco de fuerza, solo era mínima para poder tranquilizar su agitado corazón.

La joven quería probar este, necesitaba saber si en verdad tenía fuerza sobrehumana, por lo que ella se puso de pie, se puso al lado de su cama y se puso en posición de levantarla, coloco sus manos en los bordes de la base del colchón y sin más la levantó como si esta no pesara nada, como si solo fuese una pluma, ella no la soltó rápido, la fue poniendo despacio en el piso.

¿Qué si estaba sorprendida? Pues eso era poco, estaba asustada, nerviosa y con ganas de devolver la noche anterior y no salir de casa, todo comenzó a volverse extraño desde que fue mordida. La chica suspiró y se sentó en la cama. Miro sus manos, y su brazo en donde se había cortado.



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En el texto hay: vampiros, romance, hombrelobos

Editado: 05.07.2021

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