X Siempre Mamá

Tengo miedo a la palabra mamá

Estela

 

Mire nuevamente el foco del techo. Ese foco amarillo no alumbraba para nada el lugar. Mire de nuevo a mi alrededor, las paredes no eran blancas tenían un tono más crema y los rincones tenían algunos pedazos de yesos sin arreglar. De nuevo frote las manos entre ellas por encima de mi falda.

Gire la cabeza, Lucas se veía tan tranquilo que quería ser como él. Sin nada despreocupación.

—¿Estas seguro que este lugar es el correcto?. No se, lo veo inseguro—apreté su mano—te dieron bien la dirección.

—Tranquila Estela mis amigos me dieron esta dirección. Dicen que es la mejor, además no tendrás ningún problema después en tu salud, algunas de mis amigas ya lo hicieron.

Lo miré, sus ojos marrones estaban seguros de lo que decía.

—¿Tus amigas?. Ellas vinieron ya a este lugar.

—Si y las ves ahora están normales sin ningún problema.

Estaba angustiada, estaba segura que iba a doler.

—Ellas. ¿No se arrepintieron de haberlo hecho?

—Claro que no. Ellas son jóvenes y tener un hijo a esta edad solo arruinaría su vida.

—¿Nuestro bebé es un error para ti?

Mire fijamente a Lucas para ver si su respuesta realmente seria sincera.

—Estela. Nos falta mucho por vivir y un hijo a esta edad nos detendría, tendríamos que cambiar nuestros sueños por pañales, ya no podríamos ir a fiestas, nos olvidaríamos de ir a la universidad, yo tendría que trabajar y tu tendrías que quedarte encerrada dentro de casa a cuidar un bebé todos los días—Lucas se acercó más a mi—¿No te estarás arrepintiendo de haber venido aquí?. Estela conseguí todo el dinero por duras penas, completamente vendí mi alma para obtenerlo.

—No lo se...

—¡Mierda!. Estela, hablamos de esto demasiadas veces, por favor hagamos lo que ya aceptamos entre ambos.

Quería contestarle, me detuve cuando escuchamos abrirse la puerta.

—Señorita Estela—Lucas se levantó y me tomó de la mano, juntos caminamos directo a la habitación. Una enfermera nos atendió, tenía cara de no haber dormido bien y no exactamente por trabajar, al pasar por su lado el olor a licor la delató.

—Por favor échese en la cama— un hombre vestido de bata blanca me dio la orden, a la vista no parecía ser doctor por su aspecto desagradable, tenía una gran barriga y el pelo desordenado. El sudor de su cara caí a gotas, era extraño verlo de esa manera porque que no hacia calor ahí adentro.

Mire a Lucas, y el me hizo un gesto de afirmación con la cabeza para que le hiciera caso al doctor.

—Bien, levánta tu sudadera te haré una ecografía.

—Disculpe no hará el aborto ahora mismo—Lucas le hablo con un tono preocupado.

El doctor lo miró fijo, dio una risa sarcástica que daba miedo.

—¡Muchacho!. Debo verificar que ella no tenga más de tres meses de gestación, si es así tengo que cambiar de instrumentos.

—Pero… ¿El precio seria el mismo?—volvió a preguntar Lucas.

—No si tiene más semanas de gestación. El precio aumenta.

—No es justo, usted no me informo de eso cuando lo llame por teléfono —el rostro de Lucas mostraba aquellas arrugas que hace cuando está enojado.

—He tenido problemas con algunos jóvenes. Hay desgraciados como tú qué me engañaron, me dieron información falsa acerca de la gestación de sus novias, así que no me arriesgaré a perder más dinero.

—Esta bien haga la bendita ecografía.

Mi corazón empezó a latir rápido, una electricidad pasaba por mis venas y mi respiración se puso más agitada como si estuviera escapando de ahí sin mover las piernas.

Miedo.

Si tenía miedo.

El doctor gruñón me puso un gel en el vientre y paso por encima el tuvo de la ecografía. Que estaba fría.

De nuevo volví a mirar el techo.

Lup..dup…

En medio del silencio lo escuché.

Lup-dup…lup-dup…lup-dup…

Un fuerte y potente sonido llamo mi atención.

Lup-dup… lup-dup…lup-dup…

Eran los pequeños latidos de un corazón.

Gire la cabeza y lo vi. Ahí estaba, a través de esa pantalla de blanco y negro. Vi como un pequeño ser dentro de mi crecía.

Lo miré atentamente aún era pequeño, pero tenía vida.

Estaba vivo.

—Lo ve, es pequeño aún, haga de una vez su trabajo—Lucas le señaló la ecografía dándole la orden de hacer el aborto.

—Estela todo va salir bien ya veras, todo volverá a ser como antes. Solo tu y yo.

Lucas me dio un beso en la mejilla y salió de la habitación.

Estaba insegura y el sonido de los instrumento chocando contra ellos mismos no ayudaron a que tenga confianza. La enfermera se acercó.

—-Eres joven estas tomando la mejor decisión.

¿Cuál es la mejor decisión que pueda tener una muchacha como yo?

¿Cuál es la mejor decisión a los diecisiete años cuando la única culpable de tomar malas decisiones es uno mismo?

Responde Estela.

Respiraba aún agitada, mi corazón latía a toda prisa, lleve mis manos a mí vientre.

Mi corazón latía al ritmo del corazón de mi bebé. El también tenía miedo.

—¡No!... no lo haré debo pensarlo bien.

Me levanté de golpe. Abrí la puerta y salí del lugar. Llegué a Lucas que se levantó del asiento donde estaba.

—Estela. ¿Que paso?. Ya se acabo.

—No. Lucas, no lo puedo hacer.

—¡¿Que dices?!

—Mira muchacho dentro de media hora tengo otro paciente, no estoy dispuesto a esperar las ganas de tu novia. Ella entra o pierdes tu cita.—reclamo el doctor.

—Estela regresa no puedes hacernos esto.

—No puedo… Lucas… el esta vivo...

—Y. ¿Qué?

—¿Estas dispuesto a matar a tu propio hijo?

—Aun es un feto Estela, el no siente.

—Aunque este pequeño el también siente. Tu también lo escuchaste igual que yo, esta vivo su corazón está latiendo, el sabe que somos sus padres.

—¡No tengo todo el día!— el gruñón nos volvió advertir.




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