X Siempre Mamá

Abuela

Irene

 

Estaba parada en medio de la nada. La vida seguía su rumbo y el mío estaba varado.

Una tristeza inexplicable sentía por dentro. Un vacío que nunca había sentido.

Sujete las manos de Angela con fuerza.

—¡Por favor!. Ayúdame, necesito regresar a la vida. Yo aun no debo morir. No puedo dejar a mis hijos. No aún. Ellos apenas son unos adolescentes. Ellos solo me tienen a mi. Yo soy su única familia—sujete con fuerza sus manos—no quiero irme de este mundo.

—Lo siento Irene, yo solo soy un ángel y en mis manos no esta decidir cuál debe ser tu destino.

—No entiendes. Debo regresar a casa.

—Ya estás en casa. Este paralelo del mundo será desde hoy tu nuevo hogar. Hasta el momento en que escuches el llamado.

¿El llamado?—pregunte.

El llamado es la fuerza inexplicable que te lleva al lugar en el cual debes estar después de morir.

—¿Me estás tratando de decir que todavía no está decidido si iré al cielo o al infierno?

Angela está vez sujeto mis manos. Para darme confianza.

—Irene debes saber que el cielo y el infierno existen, pero no después de la muerte. La humanidad ahora mismo está viviendo un tanto en el cielo, cómo también en el infierno en persona. Y lo hacen todos los días de su vida. No debes temer. La muerte es solo otro mundo donde podrás volver a compartir momentos con aquellos seres queridos que un día dejaron el mundo de los vivos.

Entonces oí una voz entre nuestra conversación entre Angela y yo.

“Mamá vuelve... Por favor regresa”

Era la voz de Estela. Gritaba mi nombre.

Mire a todos lados buscando su voz.

—¡Estela!. Mamá ya irá con ustedes.—de nuevo le hable a mi ángel guardián—Por favor Angela, debo ir donde se encuentran ellos. Yo solo quiero saber si están bien.

“Vuelve mamá”

De nuevo la oí.

—Estela. Tomás. Mamá ira ahora con ustedes.

Pase por un lado de Angela y empecé a correr con desesperación por todas las calles. Traspasando cómo si nada por medio de los cuerpos de los demás. No sirvió de nada mi esfuerzo para llegar a mis hijos, porque inexplicablemente regresaba una y otra vez al mismo lugar donde se encontraba Angela.

No me doy por vencida, y de nuevo lo intento una y otra vez, no tengo tiempo de pensar en que haré en este momento, solo me dejó llevar por el sonido de la voz de Estela.

Nuevamente falló, regreso al mismo lugar.

—¿Por qué?—le pregunto a Angela—¿Por qué regreso al mismo lugar?

—Es por que aún te estás aferrando a la vida, aún piensas que estás viva y regresas al lugar donde dejaste tu cuerpo.

—¿Me quedaré en este lugar por siempre?

—Claro que no—Angela sujetó mis brazos—Irene acepta que ya no estas entre los vivos.

—¡No!. No quiero. Me pides algo que difícilmente comprendo. No puedo irme y sabes por que.

—La muerte y la vida siempre están juntas. Donde hay llanto por un ser perdido, en otro lado del mundo hay llanto por la llegada de nuevo ser que acaba de nacer. Tienes que comprender que el sin fin del ciclo de la vida nunca desaparecerá.

—Yo solo quiero ir donde ellos están.

—Y lo harás. Por un corto tiempo que ni yo se cuando terminara. Irene libera a tu alma de este lugar.

—¿Puedo hacerlo?. ¿Cómo lo hago?

—Irene. Escucha con atención. Será el silencio el que te dará esa señal.

Cerré los ojos.

 

Lup-dup… lup-dup… lup-dup.

Lup-dup… lup-dup… lup-dup

 

Ese sonido.​​​​​​

Esos latidos los escuché antes.

Cómo podría olvidarme de ellos. Son los latidos de los corazones de Estela y Tomás. No solo mis oídos los reconocieron mi cuerpo también los reconoce, ellos estuvieron en mi vientre por nueve meses. Fueron y serán parte de mi.

Están vivos.

Entre lágrimas y una sonrisa sincera que  muestran mis labios. Estoy alegre de que ellos sigan con vida.

Está bien que yo fuera la que haya muerto.

Lo estoy pensando para mí misma.

¿Pensar así me convierte en una persona egoísta?

 Vale la pena serlo por un instante.

Sacrificio.

Vivimos constantemente demostrando esa palabra a nuestros seres queridos aunque no parezca, sin darnos cuenta dejamos de ser nosotros mismos, por la felicidad de otro ser. Y somos felices por hacerlo.

Ellos cambiaron mi mundo de una manera preciosa y a la vez angustiante. Preciosa porque conocí un amor distinto al que creí sentir alguna vez y angustiante por no ser la persona correcta para poder encaminarlos en la vida.

Yo no les regale la vida, ellos me devolvieron la que no apreciaba.

La vida.

Si fue justa conmigo, hice lo que debí hacer con ella. Le di al mundo más de lo que el mismo me pidió.

Abrí los ojos y miré a Angela. Sus hermosos ojos grises ya decían que había encontrado por mi misma la respuesta a mi propia pregunta.

—Quiero ir donde están ellos, hasta que me llamen.

—Claro que lo harás. No obstante lo que digas o lo que hagas en este plano en que te encuentras, no podrá interferir en su camino. Ellos ahora están escribiendo su propia historia. Desde el primer día en que llegan los humanos a este mundo, están destinados a tener un final. Lamento decirte que yo no podré brindarte la ayuda necesaria en algunos momentos. Pero mis palabras estarán ahí para guiarte—Angela se acercó a mí y sujeto mi mano—Irene escúchalos de nuevo, escucha esos latidos y trata de llegar a ellos.

Cerré los ojos con fuerza para tratar de escucharlos otra vez.

 

Lup-dup… lup-dup… lup-dup.

Lup-dup… lup-dup… lup-dup.

 

—¿Ella estará bien?

Abro los ojos y veo a Tomás que esta a lado de un doctor, me suelto de Angela y corro hacia él.




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