X Siempre Mamá

Es hora de dar vuelta la página

Estela

 

Aún no podía creer que estaba a lado de mamá, que estábamos de nuevo compartiendo momentos con ella. Me pellizcaba el hombro a cada instante para verificar que no me encontraba en un sueño.

Es el sexto día que estoy a lado de ella, charlamos de todo, y no importa que nuestra conversación sea del clima o de las noticias que dan en la televisión.

Sigo a mamá como si fuera un pequeño patito que recién salió del cascarón, no me separó de ella y camino a su lado a cada segundo. Lo más gracioso sería entrar juntas al baño. Así podría completar mi obsesión por ella.

 Trato de contener las ganas de abrazarla a cada instante, ya se que es necesario comportarme lo más natural posible para no asustarla.

Hoy nos hemos levantado temprano para ir al mercado a comprar víveres que faltaban en su casa. Mientras mamá sujetaba a mi yo pequeña, yo le ayudaba a llevar las bolsas de papel. Sin parar de hablar caminamos hasta la parada del autobús. El clima era fresco y las calles tenían vida. Pronto la primavera llegaría de nuevo a animar con sus colores la ciudad. Ya dentro del autobús, de la nada me quede callada.

Empecé a recordarlo todo.

Me acordé de Lucas.

—¿Aún lo amas?—la pregunta de mamá vino de improvista, baje la cabeza he intenté evadirla, dolía hablar de lo que pasó con Lucas.

¿Qué estoy haciendo?

Es mamá.

Es hora de abrir mi corazón y ser sincera con ella. Es hora de hablar de mis sentimientos, de mis miedos. Es hora de recibir consejos. Es el momento exacto para tener una charla de madre e hija.

—La verdad, es que a pesar de lo mal que se comportó conmigo aún lo amó. Él fue mi primer amor. ¿Cómo puedes olvidar a tu primer amor de la noche a la mañana?¿Qué debo hacer para que no duela tanto? —Sujete a mamá de la mano—Irene. ¿Qué harías en mi lugar?

De nuevo las lágrimas se dejaron observar, recordaba con anhelo al ingrato de Lucas.

Mamá me apretó con fuerza la mano.

—No lo se. Es la primera vez que no tengo respuesta a una pregunta. Será porque mi situación es muy distinta a la tuya. Podría decirse que tuve la suerte de que mi primer amor siga a mi lado. Pero, si algún día llegará ese momento, yo… lo dejaría ir y le desearía que sea feliz en adelante—alce la mirada, mamá me ofreció su pañuelo—dirás que es ilógico lo que estoy hablando. Dejar ir a alguien que amaste, no significa que no te importe. Cuando amas a alguien Elizabeth, te nace hacer cosas buenas por esa persona y muchas veces haces lo imposible para que esa persona se sienta mejor.

>> Elizabeth la vida es así, en el camino encontrarás alegrías como también desdichas. Mientras vas avanzando, volverás a encontraras nuevamente el amor, como también el odio. Habrá momentos que querrás recordarlos y otros simplemente querrás olvidarlos. Todo en este mundo tiene un balance.

>> Debemos dejar de pensar que todo es para siempre. No es bueno aferrarnos a un pasado que deseábamos que también formará parte de nuestro futuro. No debes deprimirte. El amor es un hermoso proceso, para poder hallarse, así mismo.

Mamá le dio un beso en la mejilla de mi yo pequeña

—Elizabeth, el verdadero amor llegara a ti de una manera inesperada. Y ten por seguro que para entonces, tu corazón herido habrá sanado y de nuevo volverá a latir. Es momento de sonreír. Sabías que la sonrisa ayuda a des estresarte y ayuda a calmar la ansiedad.

Es por eso que siempre la veía sonreír a pesar de estar enferma.

Seque las lágrimas con en el pañuelo floreado que ella me dió.

Mamá me volvió a regalar una hermosa sonrisa. También hice lo mismo empecé a sonreír. Estaba orgullosa de ella. Estaba feliz de haberla tenido como mi mamá. Deseaba decirle que no temiera más, que en el futuro hizo lo correcto, crío a dos hijos de los cuales se sentiría orgullosa en adelante.

Nos faltaba algunos unos minutos para llegar a la parada de autobús. Así que en ese tiempo contemple en silencio el paisaje atreves de la ventana del autobús, todo era tan distinto, había tranquilidad, más arboles y la gente caminaba tranquilamente charlando sin la necesidad de tener un móvil en mano. El mismo cielo teñido de un celeste puro te mostraba tranquilidad.

Llegamos a la parada y caminamos algunas cuadras antes de llegar a la antigua casa de mis padres. En el trayecto de regreso, de nuevo nos pusimos a charlar como un par de cotorras.

Mamá me contó que no fue fácil terminar el instituto. Pero lo logro: consiguió su título de bachillerato estando embarazada de mi. Al principio le dio vergüenza ir al instituto con la barriga enorme. Las contantes burlas y las señales con los dedos de sus compañeros no la detuvieron. En poco tiempo comprendió que una mala decisión, no te limita a seguir adelante y pasar la meta que te propusiste. Así que termino el bachillerato nocturno.

Por supuesto que los abuelos no aceptaron con una sonrisa la noticia de su embarazo. Ese día fue la única vez que mi abuelo no le levantó la mano a mamá. Sin hablar y a estirones, mis abuelos llevaron a mamá a la casa de mi papá, para que él se hiciera cargo de ella en adelante. Mi abuela paterna no tuvo que otra que acogerla por un tiempo. Mamá me confesó que en ese tiempo la abuela la trataba mal, constantemente le reprochaba y le culpaba del futuro incierto que su hijo tenía por culpa suya. Para mantener la paz en esa casa, ella se mantenía callada.

Mamá intento una y otra vez de llevarse bien con la abuela: a la vista de mi abuela los esfuerzos que ella hacia eran insignificantes para poder llamarla nuera.

El día en que nací papá, sin querer escucho y vio los maltratos e insultos que la abuela le hacia a mamá.

Así que sin pensarlo dos veces, él decidió irse con mamá de la casa de la abuela. Al salir del hospital papá, trajo a mamá a vivir a su casa actual. A ese pequeño lugar donde ahora también sería mi hogar.




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