X Siempre Mamá

Un dulce desastre

Irene

 

Como olvidar la primera vez que alguien hizo algo por mi sin nada a cambio.

 

"Eran casi las doce de la noche, y mi enorme cuerpo se movía de un lado a otro encima de la cama, tener la barriga del tamaño de una calabaza no ayudaba en nada a mi inquietud. Un sinfín de veces me sentaba y echaba de la cama. Prendía y apagaba la luz de la lámpara de la mesita de noche si motivo alguno.

Sin querer, hice que Félix se despertara, él se levantó de golpe y me miró somnoliento.

-Irene. ¿Estás bien?. El bebé ya está por llegar... Debemos ir al hospital... ¿Que hago?

Félix asustado se cayó de la cama y empezó a desvestir su pijama para colocarse otra ropa. Al sacarse bruscamente el pantalón de dormir, de nuevo él se cayó. El fuerte golpe que se dio contra el piso, me asusto y sin pensarlo, salte hacia él.

-¡Félix!. ¿Estás bien?-le toque el rostro y la cabeza buscando alguna herida-Amor. Dime qué te duele. ¿Te lastimaste?

Él me miró, con cariño. Sin decir nada, se levanto y me tomo de los brazos y me ayudó a levantarme. Sus manos, tocaron mi rostro y yo con suavidad me acune en ellos.

-El bebé. ¿Ya está en camino?-de nuevo me pregunto está vez más sereno.

Agaché la cabeza de vergüenza.

-No.

-¿Te duele algo?. Yo solo quiero que me digas la verdad.

Negué con la cabeza. Ya no había lugar para esconder mi imprudencia, solo me quedaba levantar el rostro, para decirle la verdad sobre mi inquietud.

-Félix, tengo un antojo-grite-hoy, después de ir al mercado, en el camino de regreso a casa, vi un pastel de chocolate en una pastelería, repleto de chocolate, más bien diría quilates de chocolate. Cuando quise comprar una porción, el precio me asusto. Disimuladamente di media vuelta y me regresé a casa. Ahora no dejo de pensar en ese postre gracias al rico aroma que se impregnó en mi nariz. literalmente estoy soñando despierta con ese pastel de chocolate dentro de mi boca.

Las lágrimas se dejaron notar en mi rostro.

-Lo siento Félix... se que debes ir a trabajar mañana y debería dejarte descansar.

Félix me abrazo muy fuerte y se acercó a mi oreja.

-Yo mismo haré tu pastel de quilates de chocolate. Pero primero, me vestiré.

Félix se separó de mi y empezó a cambiarse de ropa, se coloco sus zapatos.

No pensé que hablaba en serio, cuando lo ví salir de la habitación.

-¿A dónde vas? -Le pregunte.

El voltio y me regaló una sonrisa.

-Ya te lo dije. Hare tu pastel.

-Félix es media noche. Puedo comprarlo mañana, no es necesario.

-Y esperar a que mi bebé nazca con cara de pastel. No me arriesgaré.

Félix salió de la habitación y yo lo seguí, nos dirigimos a la cocina.

Empezó a buscar en la cajonería todos los ingredientes, luego busco entre las ollas, una bolsa. De adentro saco un montón de chocolate de todas formas y tamaños.

-¿De quien es tanto chocolate?-mire asombrada.

-Es de mi mamá. Ella es adicta a ellos, igual que nuestro bebé.

-No se molestara si lo usas.

-No, porque los pondré antes de que se de cuenta-Félix me guiño un ojo.

-Félix. ¿Sabes preparar un pastel?

-Si. Creo. Algunas veces la vi a mi mamá hacerlo y no es difícil. Enciende el horno.

Le hice caso, encendí el pequeño honor de la cocina.

Félix se remango las mangas de su suéter y empezó a preparar el pastel.

Batió las claras de los huevos a mano, luego las yemas, la mantequilla con lo demás de azúcar y por último la harina junto con la cocoa y el polvo de hornear. Agrego encima más trozos de chocolate. Yo como buena ayudante, solo enmanteque el molde. Félix por agradecimiento, me dio un beso en la mejilla. Me pidió el molde y puso toda la preparación adentro.

Posteriormente lo metió en el horno.

-Fíjate en qué hora lo estamos poniendo al horno. El pastel estará listo en veinticinco minutos. Toma asiento mientras hago la cobertura de chocolate para el pastel.

-¿También sabes hacer cobertura de chocolate?-Félix asintió-y que más sabe hacer mi amado esposo.

-Bueno. Atraigo a hermosas mujeres-abrí los ojos, fingiendo estar ofendida- tranquila, no hay de que preocuparse, porque en mi corazón solo tiene latidos para una hermosa mujer que ahora mismo se encuentra a mi lado. Y espero que ella no quiera salir nunca de ahí.

Mis ojos buscaron su rostro, y por un buen rato nos contemplamos como la primera vez que nos conocimos, pero está vez ya no era secreto. Félix me dió un tierno beso en la boca y se fue a derretir el chocolate.

-El chocolate siempre se debe derretirse a baño María. Y es así por naturaleza. Y no... ya se que tienes dudas acerca de eso, Irene, solo por esta vez finge que soy un buen maestro.

A su respuesta, solo sonreí.

Un delicioso aroma, se fue impregnando en toda la cocina, era el pastel. Mi corazón latía, sin medida alguna llenó de felicidad. Y Estela no se quedó atrás se movía de un lado al otro dentro de mi panza, esperando a dar el ansioso mordisco al postre.

Félix saco del horno a mi anhelado antojo y en silencio esperamos otros veinte minutos a qué se enfriará. Luego él baño con cobertura de chocolate todo el pastel y por último lo adorno con mas trozos de chocolate. Félix saco el cuchillo de un cajón de la alacena y corto dos trozos enormes para luego colocarlos en dos platillos, palmeo una de las sillas que están cerca de la mesa del comedor, para que me sentará con él. Apagó la estufa, la pequeña olla donde hizo hervir un poco de leche y sirvió dos vasos.




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