X Siempre Mamá

Háblame de tí

Irene

 
Volví a sonreír, no podía creer que me encontraba en medio de la calle echada junto con Angela, mirando las estrellas en el firmamento. La gente caminaba por encima de nosotras sin percatarse de que estábamos ahí. Ya estaba mejor, el dolor se había desvanecido de todo mi cuerpo, gracias al abrazo que me dio mi ángel guardián.

 
—Angela—sus hermosos ojos grises me miraron fijamente—¿A dónde iremos después de escuchar el llamado?—le pregunté.

 
Angela, dejo de mirarme para observar el cielo.

 
—No lo sé, tampoco estoy segura, si vine del cielo.

 
—No comprendo, si eres un ángel guardián y yo creía que los ángeles provenían de ahí.

 
—Si, lo sé. Es raro, que no sepa cómo es el cielo. Ya que soy un ser celestial. Irene, cuando llegaste a este mundo, lo hiciste como si fueras una hoja en blanco, no sabías nada, de igual manera llegué a tu lado. Solo se que había algo dentro de mi que me repetía constantemente que tú eras mi destino y prioridad. Y que mi trabajo en este mundo era cuidar de ti. De mi predilecta, así llamamos a los seres que debemos de cuidar en el mundo de los vivos.

>>El día en que naciste, también llegué a este mundo. Y lo primero que escuche fue tu llanto, pidiéndome que nunca te deje. Lo que mas me gustaba hacer era velar tus sueños, y lo que mas me enfadaba, era verte llorar. Junto contigo fui aprendiendo mientras pasaban los años, al contrario de ti, yo llegue a este mundo emocionalmente más sensata que tú. Tenía que ser coherente, para poder ayudarte. Te preguntarás, de que manera yo te ayudaba.

Angela volvió a verme.

—Los ángeles tenemos el don de la calma, solo basta tocarlos para que puedan sentirse seguros y puedan sentir paz. Ese don solo lo podemos utilizar en momentos de extrema desesperación, que muestren nuestros predilectos. En cierta forma les brindamos un corto descanso, para que puedan pensar con claridad, y puedan decidir de que manera deben actuar ante las dificultades que están atravesando.
 

—Hay algo que aún no entiendo, ¿Como pudiste tocar la taza?. ¿También puedes tocar las cosas?—había tantas preguntas en la punta de mi lengua que quería que ella me respondiera.
 

—Al llegar a este mundo se nos otorga tres suspiros que debemos utilizar sabiamente. El primero lo utilizamos al venir a este mundo para cuidar a nuestro predilecto, el segundo suspiro lo utilizamos para poder estar con nuestro predilecto después de la muerte y el tercero solo debemos utilizarlo cuando sea necesario, con este suspiro podemos tocar el mundo de los vivos, en especial a nuestros predilectos. Nuestros suspiros, son como las siete vidas que tiene un gato, al contrario de ellos, nosotros solo tenemos tres vidas, el tercer suspiro es lo más sagrado que tenemos, si la utilizamos constantemente podemos desaparecer y morir eternamente.

—Lo siento Angela, tengo tantas preguntas que quisiera que me respondieras, hay una que en particular tengo curiosidad de saber, desde el día en que te conocí.

—Claro, dime.

—¿Te pusiste ese nombre que ahora tienes? o ¿Ya sabías que era ese tu nombre, cuando llegaste a este mundo?

Angela se acercó más a mi, podía sentir su calidez calar mi piel. Luego con suavidad sujeto mi mano y la apretó.

—Tú me la pusiste—sonrió.

—¿Cómo?. ¿Yo?... Yo te puse ese nombre.

—Nuestros predilectos pueden vernos una sola vez, y esa única vez es para darnos nuestros nombres, mayormente pasa cuando ellos son niños. ¿No te acuerdas de ese día?

Moví la cabeza en ambos lados, mostrando un enorme no.
 

—Tenías seis años. Estabas sola en casa, jugabas con tus muñecas y les estabas colocando nombres una por una, todas tus muñecas estaban sentadas en el suelo y yo también estaba en esa posición, velando tu travesura. Hasta que tú mirada se clavo en mi, me observaste con cariño y tu pequeño dedo me señaló. “A ti te llamaré Angela”. Ese día fue la primera y única vez que me viste.

>>El primer nombre que sale de los labios de nuestros predilectos al vernos a los ojos, será nuestro nombre hasta el último día de nuestra existencia.

—Yo…no me acuerdo de aquel día. Pero te gusta el nombre que te puse.

—Si, me encanta.

Entonces un suspiro inesperado salió de mi. Tenía aún más preguntas que hacerle a Angela.

 
—Mis padres… ¿También tuvieron un ángel guardián?

—Por supuesto que sí, todos los seres de este planeta tienen su ángel guardián. Y hay ángeles guardianes que no aparentan ser los a la vista.
 

—¿Porque lo dices?
 

—Por que, erróneamente, los seres humanos en su imaginación, crearon a los ángeles perfectos y hermosos con dos grandes alas blancas detrás de la espalda. Superficiales. Irene… ahora que por fin me conoces. ¿Tu también pensaste que yo debía de lucir de esa manera?. Inalcanzable.

—Sinceramente… Si, creí como todos los demás de este planeta, que los ángeles tenían ese aspecto. Lo siento, que equivocada estaba.
 

—Un ángel guardián también debe de ser único e imperfecto, como nuestros predilectos. Debemos mostrarnos ante ellos, como una ser más de este planeta, para que nos tengan confianza. Un ángel también tiene género, distintas edades, tamaños y hasta distinto peso. Hay algunos ángeles guardianes que son niños y que cuidan de su predilecto que son adultos. Hay ángeles guardianes adultos que cuidan a sus predilectos que son niños. Para nosotros el aspecto no es lo más importante. Consideramos que lo físico u apariencia, es la minoría de porcentaje, que un ser humano debe de darle valor. Aun no logro entender porque los seres humanos, aman mas satisfacer su ego, que intentar satisfacer su alma.




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